"La sociedad tiene que juzgar con sentido común"
Andrés Bódalo está tranquilo. Sabe que es jueves y que el viernes, a las 17:00 horas, tiene que regresar a la Prisión Provincial de Jaén. Pero también sabe que es jueves y que aún le queda un día para volver a encerrarse 17 horas diarias en una habitación. En estos tres días de libertad que le ha otorgado el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria solo quiere estar con su familia y los compañeros que se acercan a saludarlo casi a cada instante. Ha podido cenar en la misma mesa que su madre, su compañera, sus tres hijos, su nieta y sus hermanos, algo que no hacía desde hace más de 14 meses, cuando ingresó en prisión. El juez dictaminó que agredió al exconcejal del Ayuntamiento de Jódar Juan Ibarra, y todavía le restan dos años más entre rejas. "Es lo que hay", dice, con un tono que baila entre la resignación y la aceptación de que el juez ya dictó sentencia y solo queda acatarla. Pero tiene ganas de hablar y expresarse, aunque el deseo de no separarse ni un segundo de su familia hace que la entrevista tenga que ser por teléfono y por el microscópico micrófono del móvil cuenta que lee, hace spinning, se ha encontrado con mucha gente "maravillosa" y que nunca dejará la lucha. "La llevo en la sangre", dice.
–¿Es más duro el día a día en la cárcel de lo que podía pensar antes de estos 14 meses?
–Sí, sin duda. Es un mundo totalmente diferente a la vida en la calle, en libertad. Te pasas 17 horas de las 24 que tiene el día encerrado en una habitación y solo sales para los horarios que están estipulados. Es muy díficil para el que está dentro, pero, sobre todo para los que están fuera y no lo han vivido en primera persona y que pueden imaginarse que es peor de lo que en realidad es. Porque tenemos muchas actividades que nos sirven de entretenimiento, tenemos tiempo para leer y estudiar y, también, para conocer a personas maravillosas que hacen que este tiempo sea más llevadero.
–¿A qué ha dedicado el tiempo en prisión?
–Lo he dedicado a pensar, pensar mucho en todo lo que ha pasado y por qué ha pasado. A pensar en cómo lo está viviendo mi familia y con tanto tiempo para pensar también tienes ganas de distraer la mente y, por las mañanas, después de levantarnos sobres las 7:30 horas, voy a hacer spinning. Es un deporte que me gusta bastante, que ejercitas todo el cuerpo y que me sirve de distracción y, además, Javi, el monitor, es una excelente persona.
– ¿Y qué lee?
–Pues ahora estoy metido de lleno en una biografía de Saramago, que me está gustando mucho; me tiene bastante enganchado. Y también he releído en varias ocasiones la obra de Federico García Lorca y Miguel Hernández. Se te viene todo abajo cuando lees sus poemas y ves todo lo que sufrieron por pensar de otra manera. Cuando llega la noche y estoy en la cama, hago un diálogo con ellos, empiezo a pensar lo que vivirían y se me parte el alma. No me gustaría que se me malinterprete, porque no quiero en ningún momento compararme con ellos, pero también muchas veces me dan fuerzas para seguir, para no decaer ahí dentro, donde los días se hacen muy duros. Me sirven, sobre todo, para concienciarme, como lo he estado toda mi vida, de que la violencia no es el camino para nada.
–Pero un juez dictó que usted tenía que pasar tres años y medio en prisión por su agresión a Juan Ibarra. ¿Lo ha asumido o aún piensa que es inocente?
–Está muy claro que hay una sentencia de un juez por la que se me condena. Eso lo tengo asumido y que tengo que cumplir los tres años y medio que me han echado, también, porque él era un cargo público y si la ley dice que eso es lo que tiene que cumplir quien agrede a un cargo público, entonces, con la Justicia tal y como esta, es lo que hay, no queda otra. Tengo que asumirlo porque es la decisión de la Justicia, pero tampoco quiero dejar de decir que no hay un informe forense que dictamine que al señor que yo agredí sufrió el daño que dice que sufrió. También está el testimonio de la Guardia Civil, que dice, como he reconocido en muchas ocasiones, que sí se produjeron momentos de tensión ese día en Jódar, que hubo empujones y mucha, mucha tensión, pero que nadie agredió a nadie. Yo, como digo, sé que tengo que cumplir la condena, pero cada noche de las que he pasado ahí dentro he dormido con la conciencia tranquila pensando que jamás he sido violento. Y, es más, si yo hubiera hecho algo malo a este hombre pediría perdón tantas veces como fuera necesario, pero si le he hecho un daño que se ha demostrado.
–¿Le preocupa que se haya creado de usted una imagen que no se corresponde con la realidad?
–Sí... Piensa que sí todo el mundo dice este es violento, al final termina calando en la sociedad. Pero yo apelo a la razón de las personas y, sobre todo a los hechos. En todos los años de lucha social que llevo nunca ha habido un acto de violencia. Sí hay momentos de tensión y de reivindicación pero nunca hemos usado en mi sindicato –Sindicato Andaluz de Trabajadores– la violencia. Pero la imagen que se vende muchas veces, desde el sensacionalismo, es que Andrés Bódalo es una persona violenta. Y, ¿sabes por quién me duele más?, por mi hijo pequeño, que tiene 13 años y tiene que ver la forma en la que se habla así de su padre. Es un niño y, aunque él tenga muy claro cómo es su padre, también ve las informaciones que salen en la tele y me pregunta que si yo he hecho esto o aquello que dicen. Me preocupa mi niño, en un bis a bis se quedo durmiendo conmigo en mis brazos y tiene 13 años. Eso te parte el alma. Pero yo he hablado mucho con él estos tres días y sabe toda la historia tal y como es.
–¿Qué es lo que más le ha sorprendido durante estos meses en prisión?
–Del interior, sin duda, la gente que he conocido. Hay funcionarios que son excelentes personas y los compañeros del módulo de respeto en el que estoy también se han portado muy bien conmigo. Pero me ha sorprendido sobre todo mi familia, sus reacciones ante esto. Mira, por ejemplo mi hija Lorena antes la veía más seria, no me entendía cuando iba a las manifestaciones y cuando participaba en los actos y ahora es la primera que está en todas las concentraciones y ha podido experimentar lo que siente su padre y darse cuenta de lo que hacía yo. Eso es un orgullo, como ver a mi hija María Victoria y a mi compañera y a mis hermanos y mis compañeros de sindicato en cada sitio y cada acto que ha habido para pedir mi libertad. Es un auténtico orgullo.
–¿Le han llegado los apoyos que ha recibido desde fuera?
–Sí, bueno, tanto como te pueden llegar ahí dentro. Mi familia, que me ha visitado cada semana, y el resto de personas que han podido venir, como Diego Cañamero, Pablo Iglesias o Teresa Rodríguez, entre muchos otros, me han transmitido en cada encuentro que tenía el apoyo de muchas personas de la calle. Pero, como he dicho antes, también te llega el otro lado de las cosas, lo malo. Pero prefiero quedarme con el cariño que he encontrado en muchas personas que me han enviado cientos de cartas, que tengo guardadas, y que me han llegado desde muchos puntos de España, pero me ha sorprendido recibir cartas de países como Suiza, Francia, Ecuador y hasta de Vietnam. Las tengo todas guardada. Y las palabras de ánimo y de solidaridad que he encontrado en estas cartas han servido para que mi familia sepa que su padre no es lo que han intentado vender. Insisto en que tenemos que ser muy rigurosos con ese tema. La sociedad tiene que juzgar por ella misma, con sentido común, y he estado en el Ayuntamiento de Jaén nueve meses y los vecinos y los compañeros de la política me han visto en los plenos, en los barrios, en Asuntos Sociales. Han sido nueve meses, no un día, y ahí se ve cómo es una persona.
–¿Qué se le pasa por la cabeza cuándo ha visto que la Junta de tratamiento le denegaba los permisos, que el proceso para su indulto no avanza y, por otro lado, en plenos de ayuntamientos, como el de Jodar o Jaén, se apoyaba este indulto?
–Te frustras, porque ves como quien está contigo día a día sabe cómo eres, que dentro te comportas bien, no das problemas con ningún preso ni ningún funcionario, pero luego llega el día y te deniegan el permiso. Que te frustra es innegable, pero también me hace querer mejorar en todo lo que sea posible para que lleguen los días en libertad y poder recuperar el tiempo que estoy perdiendo dentro. Pero la frustración está, sobre todo porque en el ámbito personal, en las relaciones que he mantenido durante mucho tiempo con personas de la política y ajenas a ella veo como me conocen, que saben que no soy un hombre violento y eso no se transmite a la sociedad. Mire, he recibido una visita en prisión de Reyes Chamorro, concejal del Partido Popular, y si yo fuera como en muchas ocasiones dicen que soy, no creo que esta señora hubiese venido a verme. En este sentido quiero que se haga justicia, porque no soy un hombre violento y nunca lo he sido.
–¿Y se le han quitado las ganas de seguir en primera línea?
–No, sin duda que no. Yo lo llevo en la sangre, vengo de una familia trabajadora y reivindicativa y la primera vez que participé en una manifestación fue con nueve años. Trabajaba en la aceituna, como muchos niños de los años 80, porque no había tanta maquinaria ni mano de obra suficiente con los mayores. Trabajábamos decenas de niños y cobrábamos 1.500 pesetas, la mitad o menos de lo que cobraban los adultos por el mismo trabajo, por trabajar en el campo las mismas horas. Eso te hace darte cuenta de la necesidad de salir a la calle a reivindicar la igualdad y desde los nueve años no he parado y, después de esto, tampoco lo voy a hacer. Siempre tengo el recuerdo de mi padre y muchas familias defendiendo la igualdad. Vengo de esa cultura, de la lucha por el derecho de las personas al trabajo, a la vivienda; lo llevo en la sangre.
–¿Pero no siente estos tres años y medio de prisión como un 'aviso'? ¿No le ha echado para atrás en ningún momento?
–No, de verdad que no. Yo creo que la sociedad en general tenemos que pararnos a pensar cuando ocurren este tipo de situaciones, y hacerlo con nuestra propia cabeza, en lo que es el bien y es el mal, lo bueno y lo malo. Creo que, como es mi caso, hay consecuencias que no se corresponden con la realidad. Y eso me hace que no quiera dejar de luchar, aunque también tengo muy claro que lo primero que quiero es recuperar mi libertad y mi vida junto a mi familia. Pero ahora que he estado dentro, mi preocupación por la situación de los presos, que somos unos 600 en la cárcel de Jaén, porque no se repitan situaciones como la mía, y porque reine el sentido común en la Justicia. Tres años y medio se dicen muy pronto, pero es algo que solo sabe el que los pasa dentro.
–¿Las desigualdades que usted denunciaba en la calle también las ha visto en la cárcel?
–Te puedo decir que no he visto a ningún rico entrar en prisión en lo que llevo. Si mucha gente con pocos recursos, que vienen de familias desectructuradas, que no han tenido oportunidades en la vida. Hay chavales que están por robos en los que no hay violencia ni nada por el estilo y cuando llegan, allí no conocemos la historia de nadie, pero con el tiempo sale y ves que detrás de lo que para la sociedad es un delincuente también hay una buena persona a la que las circunstancias de su vida le han hecho hacer esas cosas. También están los que llevan toda la vida entrando y saliendo, pero esos los veo más como un fallo del sistema que de ellos mismos, fíjate. Sí la cárcel está para la reinserción no puede ser que una persona entre una decena de veces, por poner un ejemplo. El fallo está ahí y todos tenemos que remar en la misma dirección para corregirlo a través de la educación.
–¿Teme que llegue el viernes?
–Tengo aceptado que voy a volver. Voy a seguir peleando por salir, ya tengo en marcha la petición del próximo permiso, que se resuelve el 9 de junio, y confío en que no tenga que llegar otra vez hasta el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria. Pero también tengo asumido que la condena son tres años y medio y que si no llega el indulto, tendré que cumplirla entera. Pero confío en el sentido común.
Únete a nuestro boletín