"Ni soy facha ni de extrema derecha"
Benito Morillo Alejo (Úbeda, 1966) es el parlamentario de Vox por Jaén contra todo pronóstico, como él mismo advierte. Guardia civil retirado y licenciado en Geografía e Historia por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), se muestra como una persona cercana, sincera y que defiende sus ideales desde "el diálogo y el debate".
Votante reconocido del Partido Popular hasta que apareció la formación de Santiago Abascal y comprendió que esa era la verdadera derecha, la que, en su opinión, no se deja amedrentar por el discurso de la izquierda y los separatistas. Benito Morillo habla por primera vez para un medio de comunicación tras tomar posesión de su escaño en la Cámara autonómica, y lo hace sin pelos en la lengua. Se considera ante todo un servidor público, vocación que adquirió durante sus 30 años en la Benemérita. Está divorciado y es padre de un hijo de 15 años.
—¿Cómo han sido estas primeras semanas en el Parlamento de Andalucía?
—Trabajando y tomando contacto con aquello, que verdaderamente es impresionante. Están siendo días de mucha ilusión porque te enfrentas a algo desconocido. Ninguno de los doce parlamentarios de Vox nos hemos dedicado a la política, por lo que hemos llegado con mucho respeto a la institución y a las personas que allí hay. Para nosotros supone un reto personal, pero, sobre todo, un privilegio representar a los 400.000 andaluces que nos han votado.
—Lo suyo fue una auténtica sorpresa.
—Así es. Ni Huelva ni Jaén entrábamos en las quinielas para obtener escaños. Básicamente porque en Jaén necesitábamos un 8,3% de votos, mientras que en otras provincias el porcentaje era mucho menor. La sorpresa llegó conforme avanzaba la tarde-noche. Estábamos los números uno y dos convocados en Sevilla. Estábamos la parte alta del hotel sin televisión. Lo seguimos a través de mensajes que nos mandaba nuestra gente de Jaén. Nos decían que las papeletas de Vox bajaban y bajaban y que era necesario reponerlas. Eso nos despertó un interés. Ya, sobre las nueve de la noche, comenzamos a ser conscientes de que podríamos conseguir el parlamentario, como así fue después.
—¿Cómo llega a la política?
—Cuando me jubilo de mi profesión, a la que dediqué 30 años, quería seguir sirviendo a mi país porque es mi vocación. Llegué a la política casi de rebote. Había escuchado a Alejo Vidal Cuadras, a Santi Abascal, a Javier Ortega... Y me gustaba lo que decían y pensaban igual que yo, a pesar de que era votante del Partido Popular. El problema es que el PP perdió el rumbo y cedió un espacio que se apropió la izquierda. Vi que el país que me dejaron mis padres y mis abuelos estaba en serio peligro en cuanto al asunto de Cataluña y otros muchos temas. Decidí entonces afiliarme a Vox para contribuir en la medida de mis posibilidades a su crecimiento en Úbeda. Comencé a tomar contacto con la Ejecutiva provincial y esta consideró que necesitaba una persona en mi municipio para montar la estructura, y me eligió a mí.
Al principio eran poquísimos, apenas un grupo de amigos. Les estoy hablando de hace tres años. Salud Anguita -a la que siempre estaré eternamente agradecido- me nombró coordinador general y empezamos a trasladar el mensaje de Vox. La gente comenzó a interesarse. Primero en el entorno familiar, luego en el de los amigos y más tarde otros muchos. Veían que hablábamos el mismo idioma y pensábamos de la misma manera. Poco a poco fue creciendo en Úbeda y Salud me propuso hacer las veces de vicesecretario general de Implantación. Empecé a coger el coche y a recorrer los pueblos para explicar el discurso de Vox. La gente se interesó y así fuimos creciendo.
Un día, cuando todavía no sabíamos si nos íbamos a presentar a las autonómicas, Salud y otros compañeros pensaron en que yo reunía el perfil sin imaginar obviamente lo que iba a ocurrir poco después. Decidí dar el paso, aún sabiendo que no íbamos a salir de ninguna de las maneras. Soy un político no al uso que viene de prestar 30 años de servicio a mí país y con las ganas locas de seguir sirviendo.
—¿Es usted facha?
—Para nada. ¿Qué significa facha? Llevar la bandera de mi país, decir que mi país debe recuperar la grandeza que tuvo en su día. ¿Facha es aquella persona que se preocupa por los intereses de los españoles? Es una etiqueta fácil que nos ha puesto la izquierda para desmerecernos y advertir a la sociedad de nuestra presencia. Pues nada de eso es así. Evidentemente no tengo nada de facha o fascista.
—¿Y de extrema derecha?
—¿Qué significa eso? Insisto en que relacionan la extrema derecha con el fascismo e históricamente no se debe relacionar. Soy de derechas, pero, sobre todo, de extrema necesidad para intentar que nuestro país avance. Para nada somos de extrema derecha.
—¿Vox es un partido populista?
—El populismo está dentro del discurso y del debate político, pero de todos los partidos. Queremos hacer cosas que son realemente complicadas con 12 diputados en el Parlamento. El populismo refleja de alguna forma la sociedad que todos queremos conseguir.
—¿España es una, grande y libre?
—Yo quiero una España grande.
—¿Cuál va a ser su papel como jiennense en la Cámara autonómica?
—Me debo absolutamente a mis paisanos y, aunque en estos primeros días el mensaje es más general, estamos trabajando ya en iniciativas. Estoy muy preocupado por la situación de la provincia debido, sobre todo, a la pérdida de población y al paro. Quiero trasladar todos los problemas y demandas de mi provincia al Parlamento porque es una pena que estemos en la última posición, a pesar de las potencialidades que tenemos.
—¿Cuál será su primera iniciativa?
—Una relacionada con el tranvía. Hemos pedido a la Junta de Andalucía toda la información en relación con esta infraestructura. La quiero estudiar de manera detenida porque me preocupa bastante ese despilfarro de dinero público. Las personas que lo firmaron, aún sabiendo que era inviable, deben asumir responsabilidades.
—Las expectativas en Jaén, Linares, Úbeda y Martos son muy altas con vistas a las municipales. ¿Qué esperan de estas cuatro ciudades?
—También añadiría la zona de la Sierra de Cazorla. Las expectativas son muy alentadoras, aunque somos conscientes de que la política local tiene poco que ver con la nacional porque se vota a las personas, no a las siglas. Nosotros estamos en estos momentos en la cresta de la ola y vamos a intentar aprovechar ese impulso para que las siglas de Vox estén por encima de las personas. Sabemos que es difícil, pero vamos a ver qué pasa.
—¿Qué papel jugará Vox en la elecciones generales del 28 de abril?
—Es difícil decirlo porque ahora mismo no tenemos candidato. El objetivo que nos hemos marcado es presentar al mejor posible, al más capacitado, a esa persona que reúna el perfil y el ADN de Vox, que es muy importante.
—¿Cuál es el ADN de Vox?
—Es el amor a nuestro país, a nuestros ciudadanos y ese sentimiento de querer que España deje de ser el vagón de cola de una Europa que impone sus políticas sin tener en cuenta la idiosincrasia de cada lugar.
—¿Por qué cuesta tanto sentirse español?
—Porque la derecha dejó un espacio que se apropió la izquierda. Todos sabemos que la extrema izquierda es apátrida, y ha elaborado un discurso que ha llegado a los colegios. Es el resultado de una década de mala información y mal estudio de nuestra historia. Han demonizado nuestra bandera, nuestra patria, de tal forma que llevar una pulsera o un emblema de España supone ser facha automáticamente. Y se olvidan de que es la bandera de tu país.
—Hablemos de la violencia de género.
—Nosotros creemos que la violencia es igual en todos sus ámbitos. No somos ajenos al dolor de las víctimas. El problema es que hay muchos lobbies que se han beneficiado de la violencia machista. Esto lo digo alto y claro. Sabemos que existe un drama y por eso queremos crear una ley familiar que proteja a todos los miembros de la sociedad, sin excepción, hombres, mujeres, niños, abuelos e incluso parejas del mismo sexo. Lo que perseguimos es eliminar la industria que se ha generado en torno a la violencia de género.
—Pero sabe, igual que yo, que la violencia hacia las mujeres es muy superior a cualquier otra.
—¿Por qué?
—Los datos están ahí y no me los puede negar.
—Ojalá pudiéramos eliminar esa violencia. Sabemos que es muy difícil. De hecho, con esta ley de violencia de género han aumentado las víctimas desde que entró en vigor.
—Está diciendo algo muy grave.
—Es que es muy grave lo que está pasando. Es una tragedia, pero es que esta ley no funciona porque cada año hay más muertas. Nosotros pedimos que todo el presupuesto para evitar esta violencia vaya de verdad a la mujer maltratada, pero de verdad. De todo el presupuesto que recibe el Instituto de la Mujer, y es mucho, solo llega 1,3 millones de euros a la mujer maltratada. Debe gozar de todos los esfuerzos de la Administración, es decir, que el dinero público la proteja realmente y que no se pierda ni un céntimo en el camino. Lo que queremos es que se le ofrezcan todo tipo de salidas, siempre que no se utilicen en contra de los hombres. Sabemos que hay muchas denuncias falsas, aunque algunos datos digan lo contrario.
—Se ha aprobado el expediente para exhumar los restos de Francisco Franco. ¿Está de acuerdo con esta medida?
—No, no. Sabe que estoy en la Comisión de Cultura y Memoria Histórica del Parlamento de Andalucía y lo que pensamos es que a los muertos hay que dejarlos en paz. La Ley de Memoria Democrática ha de ser derogada de inmediato porque lo único que provoca es un enfrentamiento directo entre dos sectores de la sociedad. Es importante recordar, además, que hasta hace muy pocos años de Franco no se hablaba. Franco estaba muerto y olvidado. Lo han recuperado para mantener el enfrentamiento entre españoles. Soy historiador, y el primer día que fui a clase me dejaron claro que hay que aprender de la Historia para no repetirla en el caso de que se hayan cometido errores. Eso se me quedó clavado. Debemos olvidar para mirar al frente. Si no lo hacemos siempre seremos una nación enfrentada. Nuestro abuelos ya enterraron el hacha de guerra. Ellos olvidaron y perdonaron. En mi familia había gente de un bando y del otro y hasta hace muy poco no se hablaba de todo esto. Lo que existe es interés por algunos.
—Cuando escucha que con Franco se vivía mejor, ¿qué me responde?
—Pues no se lo puedo decir porque no me acuerdo de esa etapa. Franco forma parte de nuestro pasado, simplemente. Lo que sí le puedo decir es que no soy franquista, ni tampoco lo es mi entorno más cercano, ni dentro de mi partido. Nosotros nos oponemos a la exhumación pero para no reavivar la llama del odio. Queremos que cada uno se quede en su sitio y guardar el debido respeto a unos y a otros.
—¿Cree que en la política se ha instalado el odio?
—Sí. Lamentablemente se odia a todo aquel que no piensa como tú. Este debate lo mantenía con una persona de Podemos a la que dije que no es mi enemigo, que solo tiene unas ideas diferentes a las mías. Sus objetivos son, sin duda, tan buenos y legítimos como los míos. Pero debe de entender que yo tengo mi propia ideología. En los últimos años, unos y otros se han convertido en enemigos públicos, cuando la política no es eso. Cada uno que defienda sus valores y sus principios, pero sin insultos. Esa es la verdadera democracia. Los que no hemos sido políticos nunca creemos que dos personas no pueden enfrentarse por pensar diferente, pueden debatir y discutir.
—¿Le han mirado mal en el Parlamento de Andalucía?
—No hablo en términos generales, pero sí ha habido miradas desafiantes y de odio en algunos compañeros de la Cámara que pertenecen a la bancada de la izquierda.
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