"Si no dejaba todo por la música, siempre tendría esa espinita clavada"
A sus 32 años recién cumplidos (el pasado viernes, sin ir más lejos), la marteña Cristina Cruz Aguilera da el do de pecho (nunca mejor dicho) para alcanzar su objetivo artístico: cantar. Estudiante de último curso en el Conservatorio Profesional de Jaén, reparte sus semanas entre la capital de la provincia y la de España, en cuya prestigiosa Escuela Superior de Música se bate el cobre para conquistar su sueño.
Diplomada también en Terapia Ocupacional y Máster en Musicoterapia, no lo dudó a la hora de apostar por su pasión y, con su vida laboral prácticamente encauzada y una edad ya 'madura' para la música, lo dejó todo por ella; vamos, que vive 'per lei', como cantan a dúo Andrea Boccelli y Marta Sánchez. Una historia de lo más romántica, digna de una novela pero tan de verdad como el aceite de su pueblo.
—¿Qué hay de leyenda en eso de que dejó su trabajo en Jaén para formarse como cantante lírica?
—Todo, la verdad es que sí. Nunca me ha faltado el trabajo desde que terminé la carrera; ejercí como terapeuta ocupacional en varios destinos, principalmente en un centro de día de Jaén capital.
—Hasta que llegó la música y lo puso todo patas arriba. ¿Cómo fue, Cristina?
—Empecé con la música, formalmente, en escuelas, primero en el Cemmec [el Conservatorio Privado Emilio Cebrián], con Alfonsi Marín; ella me preparó la prueba de acceso al Conservatorio Profesional y pude entrar con muy buenos resultados, saqué la mejor nota. Estudié también Solfeo en mi pueblo, me apunté a clases particulares con una profesora de piano, Sacri Andrade, y luego quise dar un paso más y dije: —"Voy a intentarlo, por qué no probar a entrar en el Conservatorio pero con mi principal instrumento, que es la voz".
—Vamos, que no era usted precisamente una niña cuando se sentó por primera vez en el pupitre de un aula de música, ¿no?
—Veintiséis o veintisiete años tenía.
—¿De dónde le viene esa vocación? ¿Ha vivido en un hogar musical, o es la primera cantante de su casa?
—Siempre me ha gustado la música, aunque no conocía que iba a ser mi vocación, pero también me ha gustado ayudar a los demás, por eso decidí estudiar Terapia ocupacional; en realidad el canto lo tenía como hobby: hacía mi propia música de oído. Pero en mi casa siempre se ha escuchado música, mis padres son maestros en esa especialidad, y mi padre, que es un buen bajo, formó parte desde joven de la Coral Tuccitana. Luego, mi madre entró en otro coro, en el que estoy yo también.
—¿Se imaginó alguna vez, cuando se quedaba embobada en los ensayos de la coral, que llegaría usted a convertirse en alumna de la Escuela Superior de Canto de Madrid?
—Ni me había planteado estar aquí.
—¿Tomó sola esa determinación o contó con el apoyo, con el empujón de alguien a la hora de dar el paso?
—La verdad es que fue gracias a los profesores del Conservatorio de Jaén, que apostaron por mí y me animaron a hacer la prueba de acceso; me decían que tenía muy buenas cualidades. Al principio me pareció una locura, sin terminado aún los estudios en el Profesional; además veía complicado que me cogieran, pero decidí hacerlo para, al menos, tener la experiencia y ver qué me esperaba con vistas a presentarme al año siguiente.
—Menuda experiencia...
—Sí, mi sorpresa fue que me cogieron en la escuela, una escuela muy prestigiosa donde se presenta gente de todos los países. Hay solo treinta plazas y optan a ellas más de doscientas personas, pero tuve la suerte de que una de esas plazas fuera para mí.
—Plena de satisfacción, pero en los Madriles, Cristina. Aquí, en Jaén, compaginaba trabajo y estudio; ahora, ¿cómo se apaña?
—Ahora soy otra vez estudiante a secas, así que tiro de ahorros, de los ahorros de todos estos años. Este verano he trabajado también de sol a sol en el centro de día, en otra residencia...
—¿Se ha arrepentido, en algún momento, de su decisión, o siente que ha acertado?
—Si no lo hacía, iba a tener siempre esa espinita clavada, a lo mejor nunca más tenía esa oportunidad en la vida. Me dije: —"Que pase lo que tenga que pasar, yo quiero tener esa experiencia, la música es lo más grande en mi vida".
Habla con rotundidad, tiene claro que sigue el camino correcto. Con rotundidad, sí, pero ronca, resfriada, "fatal de la voz". Eso dice ella, porque a través del teléfono ni se le nota. Lo malo es que esas molestias privan a los lectores de Lacontradejaén del audio con el que, seguro, esta soprano lírico-ligera dejaría con la boca abierta a más de uno... y de dos. Otra vez será.
—¿Qué caminos profesionales se le abrirán cuando concluya la carrera en Madrid?
—La docencia y, además, la posibilidad de ejercer como profesional, de hacer mis propios recitales, de dedicarme al mundo de la interpretación, de formar parte de coros profesionales...
—Por cierto, y ya que ha salido a colación su ronquera. La noche de Madrid dicen que es más que atractiva: ¿le queda tiempo para disfrutarla, o la disciplina académica le dice al oído que nada de excesos?
—Yo soy muy disciplinada desde siempre, y tampoco me ha entusiasmado nunca la noche, ni la madrileña ni la marteña. Pero es que, además, yo estoy aquí en Madrid entre semana, estudiando, y compaginando los estudios del Profesional de Jaén.
—Es decir, que va y viene...
—Claro, todas las semanas; es una gran paliza, pero no quería perder a los profesores que tengo en el Conservatorio de Jaén, me gustaría terminar con ellos esa etapa.
—Bueno, Cristina, va a caer el telón de esta entrevista pero seguro que su experiencia y su valentía les son útiles a personas que están entre Pinto y Valdemoro, ahí, indecisos...
—Yo siempre animo a perseguir los sueños de cada uno, la música no tiene edad y se puede disfrutar en cualquier momento. A mí me ha llegado tarde, pero quizá por eso la esté disfrutando más que si me hubiese llegado antes. Que se olviden de prejuicios por edades, la música es para todos (ese es el lema, este año, en el Conservatorio de Jaén).
—El Teatro Real, el Liceo, el Maestranza... ¿Qué tablas sueña con pisar ese día de su debut?
—Me encantaría debutar en el Maestro Álvarez Alonso, de Martos, o en el Infanta Leonor de Jaén... Yo me considero muy jiennense y, obviamente, me encantaría comenzar ahí.
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