"Lo importante no es cantar mejor o peor, lo importante es transmitir"
Julia Moreno (Lopera, 2005) tiene ese perfil de estatua jonda que Pedro Hurtado confirió a la figura broncínea de la gran Fernanda de Utrera allá por 2005; ese misterio hondísimo que seguramente está detrás del nombre artístico que la bautiza, la Debla. Una joven realidad del flamenco que a sus dieciocho años de vida esparce antiguos ayes cuando emociona por tarantas o hace taconear hasta al silencio con sus cantes de compás.
—Ha estrenado la mayoría de edad este mismo año, Julia. ¿Cambia mucho pasar de los diecisiete a los dieciocho, no no es para tanto?
—No se nota 'ná'.
—¿Cuándo empezó usted a pellizcar el alma de la gente con su garganta? ¿Le viene de familia esto de vaciarse en quejíos?
—Bueno, mi abuelo sí cantaba, pero no de forma profesional, solo en familia; y mi tía también cantaba mucho por la Paquera.
—¿Pero qué fue primero: darse cuenta de que tenía facultades y lanzarse, o lanzarse y dejar boquiabiertos a los suyos al comprobar sus facultades?
—Yo cantaba, y se ve que cuando iba creciendo la gente me decía que cantaba bien.
—Venía con usted el cante. Y después, ¿se ha formado?
—Sí, primero con una profesora de Córdoba que venía a Lopera; luego con otra de Villa del Río y ahora con mi guitarrista, Paco González, que también es de Villa del Río.
—O sea, que Julia Moreno lleva toda su vida apegada a la música de raíz.
—Desde chiquitilla estoy cantando, lo que pasa es que en concursos llevo un año y algo, y en el flamenco casi lo mismo que en los concursos.
—¿Quiere decir que antes de entonar malagueñas o soleás su género era otro?
—Cantaba más bien por India Martínez y esas cosas.
—Eso que llaman 'flamenquito'...
—Puff, sí.
—Es curioso, ha hecho usted el itinerario inverso al común de los cantaores: hay quien empieza por el flamenco y termina entre baterías y guitarras eléftricas.
—Yo estaba con profesores de cante antes, hacía la Niña Pastori (que lo sigo cantando), India Martínez...; más chica cantaba copla, de ahí me pasé al pop y al cambiar de profesor, que es mi actual guitarrista, él me enseñó los palos del flamenco. Sí es verdad que las bulerías, los tangos, todos los cantes de compás me han gustado siempre y los he cantado, pero él me enseñó la malagueña, la taranta..., que son cantes que, además, para los concursos te hacen falta sí o sí. Me enseñó, me gustaron y vi que a la gente le gustaban también.
—Dicen que el flamenco 'puro' entra con menos facilidad al oído que 'lo otro'. ¿Se encuentra cómoda en el universo jondo? A lo mejor, un día de estos, se alivia la garganta y vuelve a las andadas.
—Me encuentro muy bien, creo que es donde he llegado para quedarme; me he dado cuenta de que me gusta más el flamenco puro que otras cosas.
—Y eso que cantando, por ejemplo, por India Martínez seguramente tendría mucho más público que por seguirillas. ¿Lo ha pensado fríamente?
—Claro, este es un público distinto.
—Micrófonos, escenarios, viajes... ¿Y los libros? Tiene usted edad de andar por los pasillos de un instituto o recién llegada a la Universidad.
—Mi pensamiento es meterme en el conservatorio, pero hasta que no termine un grado superior que estoy haciendo, no lo haré.
—Un grado superior relacionado con la musica, claro...
—No, no, de rayos X.
—¡Eso es cambiar de tercio, Julia, y lo demás son tonterías! Es harto sabido que la música tiene cualidades curativas pero, ¿es que tiene usted vocación sanitaria?
—[Ríe] Sí, sí. Tengo el Grado Medio de Auxiliar de enfermeria, y ahora voy a por el Grado Superior.
—¿De qué prefiere vivir, del cante o de la enfermería?
—Me gustaría más dedicarme a la música, claro, pero siempre tienes que tener algo, por si el día de mañana hace falta.
—Cualquiera sabe. Lo que está claro es que, pese a su juventud, su currículo no deja de crecer en premios, en éxitos allá por donde canta.
—Sí, el concurso de tarantas de Linares, en Torremolinos también y en Rincón de la Victoria, en Córdoba otro primer premio...
—Eso le da garantías de que va por el camino correcto, ¿verdad?
—Claro, no es lo mismo participar en concursos solo de jóvenes que de todas las edades, y poder quedar la primera de mis compañeros (que tienen mucha más experiencia que yo) es muy alto.
—Ganar concursos le habrá abierto muchas puertas, de alguna forma le habrá cambiado la vida, su cotidianidad, sus rutinas.
—Sí, sí, casi todos los días tengo que ensayar para preparar los concursos, y las actuaciones en las peñas. La de mi pueblo siempre cuenta conmigo para todo.
—La Debla llega a una peña o a un concurso y se lleva la palma. ¿Por qué cree que sucede eso, qué le hace triunfar? Y cómo se define: ¿caracolera, mairenera?
—Yo soy muy camaronera, a mí Camarón me gusta mucho y considero que tengo el quejido, el duende gitano, aunque no soy gitana. No sé por qué me pasa eso cuando llego a un concurso o a una peña, creo que no es por cantar mejor o no, sino por transmitir.
—Habla de Lopera con gusto, como si estuviese cantando entre cabales. De alguna manera, es profeta en su tierra. ¿Se le ha pasado por la cabeza alejarse de su pueblo?
—Bueno, actualmente estoy viviendo en Córdoba, estudio allí, pero vuelvo a Lopera los fines de semana.
—A estas alturas de la entrevista, preguntarle si tiene en mente un próximo disco no es descabellado.
—Sí, lo tenemos pensado mi guitarrista y yo, pero ahora estamos dedicándonos a los concursos, tenemos uno cada semana y estamos centrados en eso.
—¿Qué le diría a la gente de su generación para que se acercara a ese flamenco puro que usted interpreta?
—Que, realmente, el flamenco es escuchar la letra y entenderla, y que sí que es verdad que si no te trasnsmite, nunca te va a gustar el flamenco. De ahí a que la juventud te vea como que "¿tú cantas flamenco? Uff"..., ¡tú eres de otro mundo porque cantas flamenco! Hay mucha gente de mi edad que me admira mucho, porque como a todo el mundo le gusta el reggaeton y esto y lo otro, pues no me ven como lo típico de siempre. Hay muchos amigos míos a los que les encanta el flamenco, que me hacen el compás por tangos y les gusta escuchar una soleá. Y hay otros que no.
—Entonces, que lo escuchen y a ver qué pasa...
—Claro, a mí tampoco me volvía loca antes el flamenco puro, lo probé y mira.
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