"Busco historias que me revuelvan las tripas"
En estos tiempos en los que tanto se fomenta el emprendimiento, la hazaña de Carlos Aceituno (Jaén, 1982) es digna de elogio. Actor, guionista y director, representa la savia nueva de la cultura jiennense, esa que está perfectamente cualificada y que sueña con una oportunidad en la tierra que la vio nacer. Es un tipo sencillo, con verbo fácil y escopeta cargada. Atiza en el momento menos pensado y siempre en la misma dirección: el poder establecido. No casa con aquello que se impone y, por ello, reivindica su orgullo y dignidad. Obtuvo un Posgrado en Dirección Cinematográfica en la Universidad San Jorge de Zaragoza, una diplomatura en Interpretación Frente a la Cámara en el Instituto de Cine de Madrid, y se licenció en Interpretación por la Escuela Superior de Arte Dramático de Córdoba. Vamos que formación no le falta. Sin embargo, para comer de lo que le gusta se tiene que pluriemplear, como la inmensa mayoría de los artistas. Ver para creer. Casualidades en la vida hay pocas, y esta entrevista pone de manifiesto que Carlos Aceituno tiene un plan: triunfar en Jaén.
—¿Cómo lo pillamos en estos momentos?
—Pues me pillas con el montaje, como actor, de Teatro La Paca sobre la figura de Miguel Hernández; como director llevo la obra de teatro 'Las criadas', de Jean Genet, con Raquel Toledo, Amada Santos y Cristina Mediero, todo chicas, y, en breve, comenzaré a rodar el nuevo videoclip de El Gran Oso Blanco. Al margen de preparar nuevos proyectos, como un nuevo corto, presentarme a 'Rodando por Jaén'. Es decir, en muchas cosas.
—Toca todos los palos, pero ¿dónde se siente más a gusto?
—Como actor, encima de un escenario porque tengo muchísima libertad. Tienes una respuesta inmediata del público. Cuando lo ves reírse, emocionarse, llorar... te produce una sensación enorme. Es un calor directo. Y, como director, en el audiovisual. Puedes imaginar mundos maravillosos. He tenido la oportunidad de rodar en El Tranco, en el refugio antiaéreo del Hospital San Juan de Dios... Llegas a más gente. Independientemente de ello, soy muy audiovisual. Me he criado viendo películas.
—¿Cuáles son sus referencias?
—Hay de todo, como en botica. Pues imagínese, mucha gente me llama, por ejemplo, el Tarantino de Jaén porque tengo un humor muy negro, aunque yo no lo veo así, pero la gente se ríe. Está claro que me gusta mucho Tarantino. También Paul Thomas Anderson, Luis García Berlanga, José Luis Cuerda y Wes Anderson, entre otros muchos.
—Acláreme lo del Tarantino de Jaén. ¿Es por su perfil reivindicativo?
—Me lo dicen por la manera que tengo de contar las cosas. Siempre meto algún chiste o algo que le hace gracia a la gente. En cualquier caso, una película o un corto te da la oportunidad de reivindicar algo, ya sea de forma sutil o directa. Imagino que será por esto por lo que me llaman así.
—¿Qué título le pondría a una película sobre su ciudad?
—No sé (reflexiona durante unos segundos). Supongo que 'La gran desconocida'. Tiene auténticas figuras en el cine, como Miguel Picazo o Eduardo García Maroto, que la gente no las conoce realmente, y otras ya consolidadas como Raphael o Joaquín Sabina. El problema que tenemos en Jaén es que solo reconocen el talento de los artistas cuando triunfan fuera. Ahora tenemos un boom artístico muy importante y creo que, poco a poco, la gente se está dando cuenta del potencial que tiene la ciudad de Jaén.
—Algo tiene que fallar para que el gran público no detecte el nivel y el talento de los artistas jiennenses hasta que triunfan, a pesar de la lista interminable de nombres que luchan por hacerse un hueco en sus disciplinas.
—Falla el respaldo de la ciudad en sí por no apoyar a esos artistas. En Euskadi o en Cataluña, por ejemplo, pasa lo contrario. Son dos comunidades que apuestan mucho por lo suyo. Quizá sea por su perfil nacionalista, pero respaldan los movimientos culturales. Es algo que echo mucho en falta aquí, donde primero hay que triunfar para, luego, recibir ese respaldo.
—Vamos que en Jaén se cumple a rajatabla el dicho de que nadie es profeta en su tierra.
—Así es, aunque, en mi caso, no me puedo quejar porque he conseguido un reconocimiento en el campo del audiovisual. He recibido bastantes premios por distintos trabajos. Por ejemplo, con "Stanbrook" llevamos una racha muy buena desde el 'Rodando por Jaén', pasando por los festivales de Bailén y Linares. Sin embargo, otros, a pesar de que lo merezcan, no logran el apoyo suficiente para hacer realidad sus proyectos. El Festival de Otoño, la gran apuesta cultural del Ayuntamiento, en la que viene gente de todo el mundo, pero nadie de Jaén. Solo hay una compañía de aquí en la programación, pero no la meten en el Infanta Leonor, sino que se la llevan al Banco de España. Nosotros tuvimos la enorme fortuna de representar la obra de teatro 'Agosto, condado de Osage', la primera de Jaén en 17 años. Luego tienes gente como Alberto Conejero, premio Max (que son los Goya del teatro), que no ha podido representar sus montajes en su tierra. ¿Qué es lo que pasa?
—¿Quizá es que no dan para taquilla?
—¿Y la de Bertín Osborne? Si nos ponemos así.
—Supongo que el Ayuntamiento y las empresas querrán rentabilizar las programaciones. Que no les cueste dinero.
—Nosotros con 'Agosto, condado de Osage' llenamos el teatro. Y hablamos del Infanta Leonor y de un 25 de noviembre, día de Santa Catalina y lloviendo a mares. Ver el patio de butacas lleno es un éxito absoluto. Lo que falta es apostar y arriesgar por las producciones jiennenses. ¿Dónde está el Certamen Andaluz de Teatro? Desaparecido. Aquí hay compañías muy buenas que se dejan la piel por montajes que nada tienen que envidiar a otros de fuera. Lo que viene de fuera es lo bueno. De hecho, cuando nosotros presentamos el proyecto de 'Agosto', el Patronato de Cultura nos lo echó para atrás. Una de las razones que nos dieron fue que la obra debía tener calidad y haber pasado por Gran Vía. Esa es la primera oportunidad que le brinda al artista jiennense. Es decir, que para actuar en mi tierra tengo primero que triunfar fuera. Alberto Conejero está deseando venir aquí y no puede.
—Una gran ocasión para poner las cartas encima de la mesa es el Foro por la Cultura.
—Vamos a hablar de todo esto y de muchas más cosas que afectan al movimiento cultural. Sobre todo, queremos saber por qué los espacios escénicos están blindados para los jiennenses. Cada vez que subo al Infanta Leonor a recoger un premio, doy un beso a las tablas, porque para mí es un honor pisar ese escenario. Y, en el caso del Infanta Leonor, es un teatro que hemos pagado todos, pero parece que solo está abierto para unos pocos. Las tasas son brutales y bloquean cualquier posibilidad de poner en marcha un proyecto. Nos tenemos que marchar a otros sitios para ello. Martos, Torreperogil, Torredonjimeno o Torredelcampo tienen una programación que ya quisiéramos tener aquí. El Centro Andaluz de Teatro estuvo en Martos y no en Jaén. ¿Quién hace aquí la programación cultural para que vengan los famosos de las series?
—No entiendo cómo no quieren abrir el teatro. Le daría vida a la ciudad.
—Hay una visión despectiva hacia el producto jiennense. Parece que lo hecho en Jaén no vale. Cuando presentamos 'Agosto' casi se ríen en nuestra cara. Nadie entendía que estuviéramos en el Festival de Otoño, porque decían que eso era para 'profesionales'. Y no solo la organización pensaba eso, sino también parte del público. Lo curioso es que dos 'maripuris' en el gimnasio hablaban de ella maravillosamente bien, pero con el matiz de que, según ellas, no éramos profesionales por ser de Jaén. ¿Perdona? No le encuentro el sentido, de verdad. Luego están las tasas. Para acceder al Darymelia, tienes que pagar los guardias de seguridad, seguro de responsabilidad civil, la fianza y las propias tasas. Hicimos un cálculo aproximado, y para ver una obra de una compañía profesional, con dos actores y un técnico, costaría la entrada unos diez euros y con 120 vendidas cubriríamos los gastos. A partir de esa cifra es cuando le sacas algo. El problema es que haces dos veces la misma obra y en la segunda ya has pinchado. Aquí el mundo de la cultura es muy reducido.
—En otras ciudades se cuidan más a los músicos, a las compañías de teatro, a los artistas, en general.
—Por supuesto. Le he hablado de País Vasco y Cataluña, pero no hace falta irse tan lejos. En Granada, Córdoba o Sevilla ya hay muchísimas más oportunidades. Aquí, los grupos solo pueden tocar en la Karma o en Duendeando. Esto hace que nos peleemos entre nosotros por unas migajas. La suerte que es que, a partir del MAC (Movimiento Abierto por la Cultura), nos unimos y nos hemos hecho más fuertes. No queremos que nos traten más como tontos. La demanda cultural en esta ciudad es enorme. La gente quiere formarse y hacer cosas, pero no tienen dónde actuar. Y, para colmo, nos hemos quedado sin la Universidad Popular que ya no abre los fines de semana.
—Lo que veo es que se sienten muy abandonados.
—Mucho, pero no por el público, que tiene ganas de ver a su gente, sino por los que mandan.
—¿Y se puede comer de la cultura en Jaén?
—Yo tengo la suerte de comer de esto porque junto diez empleos. Trabajo con Teatro La Paco, que lleva 25 años haciendo una labor impresionante, hago mis cortos, monólogos, escribo, dirijo videoclips... Es decir, tengo que juntar diez trabajos para poder vivir de mi profesión.
—Es un tipo pluriempleado.
—Es lo mínimo para tener una vida digna. Y encima soy consciente que para muchos soy un envidiado.
—Cuando lean la entrevista los que vienen detrás, se llevarán una enorme decepción y puede que se replanteen el futuro.
—Pero no es un problema solo de los artistas. La fuga de gente a otros lugares se da en todos los ámbitos profesionales. Quién no tiene ya un amigo lejos de aquí. Luego también están los que se han visto obligados a volver. En este caso es hasta positivo porque en la ciudad hay un clamor por la cultura mayor. Gente formada y muy profesional que, sin embargo, sigue sin aprovecharse. Les están dando la espalda porque son de Jaén.
—Hay una sensación de que todo es una mierda, incluido el cine español.
—(Risas) Es una cosa que me duele mucho. En una entrevista a Manuel Martín Cuenca, un alumno le decía eso mismo y él replicó: ¿Tú haces cine? El alumno respondió que sí, a lo que Martín Cuenca espetó: "Pues tú eres cine español". Lo que quiero decir con esto es que todo lo que se hace no es una mierda. El Canto del Loco es música española, pero no representa toda la música. Abre los oídos y explora. Escucha otras cosas, como Guadalupe Plata que es de aquí. Lo que venden de cine español, las típicas comedias de folleteo, eso es una mierda. Sin embargo, tenemos a Bayona, a don Luis Buñuel, que en las listas de cine siempre está entre los diez mejores directores de la historia. El cine español no es una mierda. Es lo que te quieren vender. 'Torrente' sí es una mierda.
—Pues 'Torrente' es la más taquillera.
—También los discos de los Back Street Boys eran los más vendidos. Y el libro más vendido es el de Belén Esteban. O Kiko Rivera triunfa con sus discos. ¿Eso quiere decir que la música española es una mierda? No. El problema es que las grandes masas consumen como borregos eso. Pero pocos ven a Kiko Rivera como representante de lo que se hace aquí. Le puedo decir, además, que el mismísimo Martin Scorsese pone películas de Mario Camus o de Vicente Aranda en sus master class. Lo que manda huevos es que te pongan esos ejemplos de cine español en Estados Unidos. Lorca ya lo decía: si quieres saber lo que es español vete fuera. La sociedad española es la que vapulea el concepto.
—Hablemos de nuestro cine andaluz. ¿Cómo lo ve?
—Pues que tenemos directores extraordinarios, como Alberto Rodríguez y Manuel Martín Cuenca, junto con Benito Zambrano. Son los pilares de nuestro cine. Y Jaén tiene muy buena representación, como se demuestra, cada año, en los premios Asecan. Hace falta, en cualquier caso, que se mire más al cine de provincia.
—Volviendo otra vez a Euskadi y Cataluña. Sus televisiones apuestan mucho por la producción propia. E, incluso, invierten en grandes series y películas. ¿Ocurre aquí lo mismo?
—Aquí nos encontramos con dos problemas. El primero que la gente ya no ve televisión, sino internet. La gente que ve televisión es mayor. Por lo tanto, entiendo -pero no comparto- que la programación de Canal Sur sea folclórica, porque es lo que quieren nuestros mayores que son los que consumen televisión. 'Juan y medio' es líder de audiencia porque lo ven miles de abuelos. Deberían meter más programación contemporánea y apostar por las nuevas promesas y el cine andaluz. Luego está el caso de 'Entre olivos', una serie que solo en la segunda temporada se han dignado a venir a Jaén.
—¿Eso también duele?
—Claro. Llámeme iluso, pero tengo la esperanza de que pronto cambiará todo. Lo que hace falta es que venga alguien y nos apoye, como Pablo Bergel, quien lleva cinco años viniendo a 'Rodando por Jaén' y dice que ya huele un director jiennense, pero, como le he dicho, necesitamos productores serios. Tenemos directores como Juan José Patón, Juan Antonio Anguita... que ya han rodado películas aquí. Por lo tanto, ya están saliendo directores de cine independiente con bajos presupuestos, pero con muy buenos resultados. Lo que hace falta es la figura de ese productor que apueste verdaderamente por ellos.
—Linares o Bailén tienen su propio festival. ¿No echa en falta uno en Jaén?
—Por supuesto y es digno de admirar lo que hacen en estas dos ciudades. El de Linares, incluso, cuenta con películas internacionales. Jaén Audiovisual empezó con la propuesta de los cortometrajes y apuesta por la provincia, pero hace faltan ayudas. ¿Por qué Cazorla tiene un festival de teatro internacional y Jaén no? Pues porque allí se apoya y se apuesta por ello.
—¿Cómo sería la ópera prima de Carlos Aceituno?
—(Resopla) Hablaría de alguna manera de mi vida porque, en realidad, todos somos un poco exhibicionistas y autobiográficos. Siempre ponemos los nombres que nos hubiera gustado tener o los sitios a los que nos hubiera gustado viajar.
—Pero dígame el género...
—Sería un thriller de comedia negra, pero sin mucha sangre. Eso sí, con toque reivindicativo, centrado en mi adolescencia. Aquellos chavales que todavía podían fumar en los bares y que no tenían móviles. Esa generación que se tuvo que adaptar a los cambios tecnológicos, con la promesa que nos hicieron nuestros padres de que estudiando mucho tendríamos el futuro asegurado.
—El cine debe ser importante para reivindicar y transgredir más allá de lo establecido por las clases poderosas.
—Siempre busco historias que me revuelvan las tripas, que me toquen de alguna manera. El cine tiene que tocarte la fibra. Cuando hago un corto sé lo que quiero contar y a quién va dirigido.
—Usted que opina del Pósito y Deán Mazas. ¿Qué le parece lo que quiere hacer el Ayuntamiento?
—Me parece vergonzoso. Antes de ponerse con eso, podría mirar como está el resto de la ciudad, como las calles Maestra o Almenas o todo el casco antiguo. También me molesta los comentarios de las redes sociales echándole la culpa a los hosteleros del Pósito y Deán Mazas, cuando hay muchos que están en contra. Lo que pasa que opinar es gratis.
Fotos y vídeo: Esperanza Calzado y Javier Esturillo
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