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"Si nadie da el paso, habrá que vender la colección y las casas"

Por Javier Cano - Junio 22, 2024
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"Si nadie da el paso, habrá que vender la colección y las casas"
Los Cruz Puyoles, rodeados de arte en su casa.

En octubre de 2020 Lacontradejaén "inauguraba" en sus páginas la impresionante colección de arte contemporáneo de Juan Cruz y María Luisa Puyoles: un matrimonio baezano que, a base de esfuerzo y sensibilidad, se han convertido en unos auténticos Médici del mar de olivos y cuyo incalculable tesoro artístico sorprendió a propios y extraños. 

Tres años y pico después de aquel reportaje, de una exposición antológica en el Museo Íbero de Jaén y de reivindicar la creación de una fundación que gestione tanto las obras como la mansión del matrimonio (que nada tiene que envidiar al más pintado de los museos), el sueño de los Cruz Puyoles no termina de cuajar.

—En septiembre de 2021, muchas piezas de la colección salieron de su caserón de Baeza camino del Museo Internacional de Arte Íbero, donde estuvieron expuestas varios meses. Por entonces, Juan, contaba usted a este periódico que todo parecía ir viento en popa, que la receptividad por parte de los responsables políticos y de las instituciones implicadas era plena.

—Hace un mes o dos me dijeron desde el Ayuntamiento que se estaba estudiando el asunto, pero yo sé que este es un tema complicado, no es fácil. Yo ya les dije que aquí tienen la colección, que si no les interesa crear una fundación, que busquen un lugar en Baeza y se haga un museo de arte contemporáneo como no lo hay en toda la provincia ni en toda Andalucía.

—"Silencio administrativo" se podría decir, pero entretanto ustedes no cesan de incorporar nuevas adquisiciones que se suman a los Miró, Jordi Colomer, Cornelia Parker, Antonio Tapias, Jymi Millan, Mario Pascualoto, Jordi Sabat, M. Rodriguez Acosta, Beneyto, Jordi Alcaraz, Scheroff y tantas y tantas firmas como conforman su museo particular. Vamos, que la colección crece y crece.

—Claro que sí, he incorporado obra de Juan Martínez, Javier Garcerá, Bussy... Y no para de venir gente de fuera de Jaén a ver mi casa. 

—Por lo que dice, señor Cruz, su esposa y usted mismo están abiertos a que la colección salga de su impresionante caserón del XVII. ¿Es que se ha diluido ya aquel sueño de ambos de convertirla en un museo propiamente dicho?

—Nosotros queremos que se quede en la casa, que se cree una fundación y que el Ayuntamiento lo gestione todo, que abra y cierre los días que se vea oportuno. Pero claro... 

—Los años pasan: si ninguna institución pública da el paso, ¿han pensado qué harán con el contenido y con el continente que ponen en bandeja a la ciudad machadiana y a la provincia para su disfrute?

—Lo tenemos claro: ponerlo todo a la venta, encontrar con un valiente que se quede con las dos casas y con toda la colección y, si no es posible, llamar a una casa de subastas para que se haga cargo de la obra, vender la casa para que hagan un hotel o un restaurante y sanseacabó. 

—¿Se han puesto un plazo concreto, o eso de deshacerse de su colección y de su hogar de la Judería baezana es más un aviso a navegantes que otra cosa?

—Sí, claro: ahora mismo estamos muy bien, tanto María Luisa como yo, a mis setenta y cinco años, pero en el momento en que veamos que no es así, habrá que tomar la decisión. 

—Eso supondría, entre otras cosas, desarbolar la propia colección, desmembrarla y desnaturalizarla, separándola del entorno que ustedes dos han ido creando a su alrededor paralelamente. 

—Claro, por eso lo suyo sería vender el museo entero, incluyendo la obra. 

—¿No le dan escalofríos nada más pensarlo, Juan?

—¡Hombre, yo espero que no haya que llegar a eso!

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