"Un cronista oficial tiene que tener mucha mano izquierda"
Decir José Luis Pantoja Vallejo (1961) es decir Lopera, su pueblo, que lleva de su mano allá donde va, por los caminos del mundo o la red de redes.
—Tiene usted unos apellidos muy flamencos: Pantoja (la dinastía trianera) y Vallejo, que evoca a aquel gran jondo sevillano galardonado con la segunda llave de oro del cante. Sin embargo, la música no ha sido lo suyo...
—Yo nací un día muy bonito, la noche que se aparece la Virgen de la Cabeza, el 12 de agosto, y tengo un privilegio musical, a título anecdótico: cuando mi madre estaba dando a luz, el célebre Pedro Morales Muñoz, uno de los personajes más ilustres de Lopera, estaba tocando con el violinista Juanito Rueda para una mujer que se estaba casando, enfrente de mi casa; lo dejaron y me tocaron a mí.
—En Lopera nació y allí sigue. ¿Nunca le han tentado otras latitudes?
—Aquí nací, hice los estudios primarios, el Bachillerato en Porcuna, luego pasé al nostálgico Colegio Universitario de Jaén, salto a Granada (donde hago la licenciatura en Geografía e Historia), pero parece que mi destino estaba en Lopera.
—¿Por qué lo dice?
—Porque volví y, anecdóticamente, lo primero visité fue el Archivo Municipal. De siempre, de toda la vida he tenido la capacidad de recoger todo los papeles que veía, he tenido esa vocación. Fui al archivo y lo vi todo manga por hombro, y eso me dolió. Afortunadamente convocaron una plaza de archivero, y aquí estoy.
—Archivero-bibliotecario, bonita denominación para un empleo. Le han salido las canas entre esos legajos, ¿verdad?
—Llevo desde 1988, treinta y cuatro años. Lo primero que hice fue fundar unas jornadas de historia, de las cuales llevamos ya veinticinco ediciones, más de ciento y pico conferencias, con la suerte de que todas las actas se han publicado.
—Y cronista oficial...
—Eso vino después, ha hecho ya veinticinco años. Desde que me nombraron intento ser "un notario del presente, porque al fin y al cabo los cronistas levantamos acta de lo que ocurre en la actualidad y además somos fedetarios porque dejamos para el futuro lo que se va encontrando", como decía mi querido y malogrado Vicente Oya.
—Eso sí que es vocación, José Luis. Porque dicen que el título de cronista no está precisamente bien pagado.
—Totalmente altruista, una cosa vocacional, y un cargo vitalicio, aunque esto no siempre se cumple. Al nombrarte el pleno municipal, estás expuesto a torear con la nueva Corporación cada cuatro años. Hay que tener mucha mano izquierda. Hay casos de municipios en los que ha desaparecido la figura del cronista, porque este ha manifestado algo en contra de lo que se estaba haciendo.
—Un cargo, por cierto, que sueldo no le da pero tiempo sí le resta.
—Yo tengo la gran suerte de que mi mujer y mis dos hijas, que son mis pilares. A veces les digo eso, la cantidad de tiempo que las he privado de mi presencia por estar en los archivos. Esto de ser cronista te tiene que gustar muchísimo, si no...
Con más de siete millones de seguidores en su blog, si de algo se siente verdaderamente satisfecho José Luis Pantoja es de haber catalogado el Archivo Municipal del que se hizo cargo hace más de tres décadas, cuando todavía era un joven apasionado por la investigación. Doctor en Historia con una novedosa tesis sobre los viñedos en una provincia eminentemente olivarera, su curriculum y su bibliografía son tan amplios que harían falta varias ediciones de Lacontradejaén para no dejarse nada importante fuera.
—Juventud y cronistas: ¿está reñido llevar ese título con no pasar de la cuarentena?
—Ahora parece que hay una apuesta por gente joven, aunque el perfil es de mayores de sesenta años, que hay muchos. No obstante hay una nueva savia, por ejemplo en Aldeaquemada, en La Carolina, en Jamilena, pueblos que han apostado por la gente joven. Yo fui de los más jóvenes cuando me nombraron.
—Parece que comienza a moverse el asunto del cronista provincial, a cuenta de la reciente propuesta de un partido para encontrar a la persona adecuada. ¿Qué consecuencias tiene para una ciudad o provincia no contar con esta figura institucional?
—Las consecuencias que puede tener son que, desde el momento en que no hay cronista, desaparece su asistencia a congresos en el ámbito nacional, regional o provincial. Además deja de existir ese asesor dinamizador de la cultura, al que se echa mano siempre cuando hace falta. Bueno, siempre y cuando viva en su pueblo.
—¿Es que hay cronistas oficiales que no son vecinos del municipio que los nombró? ¿Como pueden escribir entonces la crónica de su patria chica?
—Sí. Pero el cronista tiene que vivir en su ciudad, tiene que estar cercano. ¡Es estando en tu pueblo y se te pasan cosas!
—¿Han pensado ustedes en pedir una remuneración, económica o de otro tipo?
—No, no, eso está asumido, es un cargo totalmente altruista, no hay afán de lucro. Hay ayuntamientos, lo tengo que decir, que ayudan a los desplazamientos, pero normalmente todo sale del bolsillo del cronista.
—Aun así, y hablando de su caso concreto, ¿se siente arropado por la municipalidad loperana?
—Yo no me siento mal, aunque quienes más valoran el trabajo que hago son los loperanos que viven fuera, lo cual no quiere decir que no haya gente en el pueblo que reconozca esta labor.
—¿Qué les pediría, pues, a los loperanos, los que tienen mando en plaza y los que no?
—Yo a la gente de Lopera lo único que puedo hacer es expresarle mi gratitud, porque siempre se han mostrado respetuosos. El loperano es un poco distante, pero saben que estás ahí. Estoy superagradecido a mi pueblo, a sus cofradías (que son mi debilidad). Lo bonito es luchar por el pueblo, poner a Lopera en el mapa, eso me enorgullece y aunque solo sea por eso me ha merecido la pena quedarme en Lopera.
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