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"Rompí a llorar nada más leer mi absolución"

Por Javier Esturillo - Febrero 17, 2018
Diego Galindo ha sido absuelto de todos sus cargos en el 'caso Alhambra'.

Diego Galindo (Mengíbar, 1978) respira aliviado. Su teléfono no para de comunicar. Los intentamos una y otra vez hasta que por fin responde a la llamada. "Me siento bien, reconfortado", dice nada más preguntarle por cómo se encuentra. Ayer, no fue un día cualquiera para el único jiennense encausado del 'caso Alhambra', el proceso judicial sobre el uso masivo de entradas fraudulentas. Diego Galindo, que fue jefe de informática de la taquilla del monumento nazarí entre 2004 y 2005, ha quedado absuelto, porque no se ha demostrado que manipulase las taquillas o facilitase al principal acusado el programa necesario para la falsificación o impresión de entradas. El destino, además, quiso que fuera el informático mengibareño el primero en trasladar a los abogados, procuradores y periodistas presentes el fallo judicial en la misma puerta del juzgado. Han sido once años y tres meses desde el inicio de la instrucción, en un macrojuicio con hasta 50 acusados en el banquillo y más de cien mil folios en el sumario. Finalmente se ha saldado con diez condenas suaves y la absolución de la mayoría de los acusados, entre ellos Diego Galindo, exconcejal socialista en el Ayuntamiento de Mengíbar.

—¿Qué sintió cuándo escuchó de labios del juez que era absuelto?

—Bueno, lo gracioso es que no lo escuché del juez, sino que fui yo quien le leyó el fallo a todos los abogados, pues la sentencia la dieron en un CD y yo llevaba mi portátil encima. Al leer mi absolución, arranque a llorar y me abracé a mi abogada, que es mi tía.

—¿Cómo ha vivido estos años?

—Pues ha habido etapas. Primero me despidieron de un trabajo muy prometedor y me tuve que buscar la vida. Después de unos años, en 2009, me imputaron, hasta entonces yo no estaba imputado, fueron años muy duros, pero como la instrucción fue lenta y yo no tenía nada que temer por mi convicción de ser inocente, pues yo hacía “vida normal”. Pero mi vida se truncó por completo cuando finalmente abrieron juicio oral incluyéndome. Han sido unos años muy frustrantes. Es totalmente injusto que un inocente pase 13 años de calvario y tenga que hacer un desembolso económico que jamás recupera.

—Siempre defendió su inocencia

—Siempre, no queda otra cuando lo eres. Además, tengo la suerte de haber contado con la mejor jurista de la provincia que se lo ha hecho ver también al tribunal.

—¿De quién se acuerda ahora?

—Pues me vienen a la cabeza las personas que fabricaron, o permitieron que se fabricasen, las pruebas contra mí y que mintieron para inculparme y salvarse el pellejo. Pero lo que es la vida, algunas de estas están destituidas de sus cargos y pendientes de una instrucción que espero las lleve a pagar por lo hecho.

—¿Costará olvidar este calvario?

—Soy una persona muy positiva y de todo esto me llevo experiencia, nunca podré olvidarlo, pero me servirá. Por lo pronto, he identificado a personas en mi vida de las que puedo confiar y a otras de las que se han aprovechado de mi situación.

—¿Cree que este caso ha supuesto un antes y un después en el control de acceso a lugares como La Alhambra?

—No creo que esto haya influido para nada en positivo para mejorar el acceso al monumento, ni para ningún otro.

—¿Considera que se ha hecho justicia?

—A medias, por dos motivos. Primero porque cualquier causa que se alarga tanto en el tiempo no es suficiente que el veredicto indique que no eres culpable, debería venir acompañado de las medidas oportunas de reparación del daño, tanto moral como económico. Y segundo, porque han condenado a compañeros que, según la prueba practicada en el juicio, pude observar que eran inocentes.

 

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