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"El rugby es una escuela de vida"

Por Javier Esturillo - Septiembre 23, 2018

Lleva el rugby en la sangre. Lo siente y lo ama. Para Eduardo Liébanas Navarrete (Jaén, 1981), es una forma de vida. Todavía se frota los ojos cada vez que revive el partido ante el CAU Madrid. El pasado 10 de junio el Jaén Rugby volvía a hacer historia para el deporte de esta provincia. Sin embargo, aquella gesta pasó desapercibida para mucha gente. Cuesta entender cómo el deporte nacional de muchos países de nuestro entorno apenas tiene calado en el mar de olivos, donde el fútbol sigue siendo el patriarca. El presidente del Jaén Rugby lucha desde la humildad y la honradez -y sin apenas ayudas institucionales- por cambiar las tornas. Quiere que el balón ovalado deje la marginalidad para convertirse en una referencia no solo en los campos, sino también en la calle y en las escuelas. 

Hombre apasionado, Eduardo Liébanas forma parte de una junta directiva de quince personas que se mueven al unísono. Son un todo. Dedican horas y horas para sacar adelante un proyecto en el que están implicados niños de todas las edades.

En unos minutos, el Jaén Rugby se estrena en casa frente al Liceo Francés. Será su segundo partido en la división de plata del rugby nacional, después de su brillante debut de la semana pasada ante el URA Almería.

Ya están en División de Honor B, ¿se lo cree?

—Me lo creo porque ya estamos aquí, pero costó mucho hacer el sueño realidad. Fue la recompensa a muchos años de trabajo, sacrificio y esfuerzo de todas las personas que conforman el Jaén Rugby.

Partimos de la premisa de que han hecho historia.

—Claro que sí. Es la segunda vez que estamos en División de Honor B, la Segunda División del fútbol para que la gente nos entienda, después de diez años en categorías inferiores. Lo importante es que ascendimos con gente de la casa. Para nosotros, es todo un logro. 

Resulta curioso que todavía tenga que explicar en qué categoría están con un ejemplo futbolístico, cuando el rugby es deporte nacional en muchos países.

—Aunque parezca curioso, así es. Somos los grandes desconocidos y más en una ciudad como Jaén. Todavía la gente se pregunta si hay rugby aquí. Y no sabe que somos unos de los equipos potentes de Andalucía y, por qué no decirlo, de España.

¿No produce cierta desazón tal desconocimiento?

—Por fortuna el rugby está creciendo en la provincia y contamos con clubes en otros municipios, como Linares, Úbeda, Bailén o Baeza. Eso es muy bueno para nuestro deporte y constata que se están haciendo las cosas bien. Sin embargo, la realidad es que estamos muy abandonados porque aquí no se habla de rugby, salvo el bombo que nosotros podemos dar. Apenas contamos con ayudas y proyección, pero nosotros vamos a seguir trabajando como hormiguitas para hacer grande este deporte. 

Lo bueno es que son una gran familia en la provincia.

—Así es. Es fundamental que estemos unidos y que nos ayudemos los unos a los otros porque de lo contrario difícilmente crecerá el rugby en la provincia. Los clubes que han nacido en otros municipios han sido apoyados desde el minuto uno por el Jaén Rugby. No solo porque hay jugadores en nuestro equipo que son de esos lugares, sino también porque entendemos que cuanta más gente haya jugando es mejor para todos.

Pero sin visibilidad es complicado conseguir patrocinadores.

—Por desgracia es así. Toda la visibilidad que estamos consiguiendo es gracias a nuestro trabajo, empeño y los logros que estamos consiguiendo. Si tenemos patrocinadores, es porque algo estaremos haciendo bien. La cantera, por ejemplo, está funcionando muy bien. Es una de las cosas de las que nos sentimos más orgullosos porque gracias a ese trabajo con la base estamos donde estamos. Por fortuna, hay gente que apuesta por nosotros.  

Este ascenso, ¿ha venido acompañado de mayor implicación de la sociedad jiennense?

—En principio sí, porque, además de mantener los patrocinadores que siempre nos han apoyado, hemos conseguido nuevos. Pienso, sin embargo, que en Jaén hay más entidades que podrían echar una mano. En cualquier caso, no nos quejamos y seguimos luchando.

¿Cuánto cuesta el Jaén Rugby?

—El presupuesto del club, con todas las categorías incluidas, puede superar los 200.000 euros.

Es mucho dinero.

—Hay que tener en cuenta que son muchas categorías y equipos. También es cierto que aquí nos lo pagamos todo nosotros. Cada jugador paga su ficha y su equipación, además de parte de los viajes.

¿Qué mano les echan las administraciones?

—El Ayuntamiento, por ejemplo, nos compensa las horas de campo a cambio de una serie de iniciativas, como las escuelas de verano. Asimismo, este año nos hemos quedado con el campo. También contamos con la colaboración de la Diputación.

Un campo -Las Lagunillas- que fue arreglado a raíz de un vídeo en el que se veían a los jugadores portando los palos.

—En cierta forma fue así. La gente se echó las manos a la cabeza, pero esa es nuestra realidad desde hace ocho años. Y también tenemos que dar gracias de que lo tenemos porque hace diez años, también en División de Honor B, nos tuvimos que ir a La Carolina. 

¿Qué piensa cuando ve partidos en el Nuevo Zorrilla de Valladolid, con las gradas llenas?

—Produce envidia, obviamente. Pero no nos podemos comparar con ellos, Valladolid es la cuna del rugby en España, con los dos equipos más punteros de la Liga. Lo único que queremos es que lo poco que tenemos esté en buenas condiciones.

¿Existe el norte y el sur en el rugby?

—Está claro que la promoción del rugby en el norte es mucho mayor, aunque aquí, en Andalucía, hay clubes, en Granada y en Sevilla, donde se están haciendo las cosas realmente bien desde hace mucho tiempo. También es cierto que tienen administraciones y patrocinadores detrás que les ayudan y son ciudades más grandes. Nosotros tenemos mucho que aprender todavía. Por ejemplo, el URA Almería estrenó con nosotros el Estadio Juan Rojas. Un pedazo de campo. 

Su deporte está muy ligado a la universidad.

—La universidad siempre ha estado detrás del rugby y lo ha fomentado mucho. Últimamente nos estamos aprovechando de los estudiantes que vienen de Erasmus y buscan equipos para jugar. Este año nos ha pasado con un jugador italiano que viene de ganar torneos en su país.

¿Y cómo se porta la nuestra?

—Tenemos buena relación. Nos cede una serie de horas para poder entrenar al equipo universitario, tanto masculino como femenino, y nos deja el campo, dependiendo de la época del año, un día o dos. Además, compra material para los equipos, pero poco más. Es decir, que no nos ayuda económicamente. Incluso, para poder preparar bien a los equipos que compiten en los campeonatos universitarios nosotros ponemos los monitores y el campo porque tienen muchas disciplinas y no siempre está libre el suyo.

Veo que lo del Jaén Rugby es un sobreesfuerzo continuo.

—Es un sinvivir (risas). Tuvimos que ampliar la junta directiva a quince miembros porque el club, por suerte, nos ha sobrepasado y toda ayuda es poca. Son muchas categorías que necesitan mucho trabajo detrás. Por no hablar del División de Honor, que implica un esfuerzo económico y de trabajo importantísimo. Estamos desbordados, pero como dice el refrán: sarna con gusto no pica.

¿Explíqueme qué es el rugby?

—Es un deporte complicado de comprender. Cuando la gente ve por primera vez un partido se lleva las manos a la cabeza y piensa que somos unos bestias. Sin embargo, no es un deporte de contacto porque en el contacto está el fallo. El objetivo es encontrar el hueco, el problema es que siempre hay un tío que te lo impide para evitar que te marquen un ensayo. Nosotros estamos bien preparados físicamente y se entrena mucho para que la caída no sea un problema. Además, las reglas se están adaptando para que prime la seguridad del jugador. Por ejemplo, en la melé apenas hay golpes. El rugby también evoluciona en beneficio de los jugadores.

En sí, el rugby es un deporte en el que prima el respeto al contrario y al colegiado. Raras veces he visto protestar una decisión arbitral.

—Por supuesto. El árbitro lo es todo en nuestro deporte. Es el que manda y nosotros debemos acatar sus decisiones. Pero eso se aprende desde la base. Este deporte es rico en valores, y uno de los principales es el respeto. Al árbitro solo le habla el capitán y se le habla de señor. Y esto es así en todas las ligas y categorías. Todo el mundo obedece sin rechistar. Pero no solo se respeta al árbitro, sino al contrario. Tanto es así que, como todo el mundo sabe, luego tenemos el tercer tiempo en el que el equipo de casa invita al equipo de fuera a comer y a beber. Y esto ocurre desde los más pequeños al sénior. Lo llevamos tan a rajatabla que los niños del sub 6, después de entrenar, se toman unos zumos y unas galletas que le da el entrenador. Esto se mama desde chicos y es algo muy bonito.

¿El capitán es el que manda en el vestuario?

—Es el estandarte del equipo y del club. No tiene por qué ser el mejor jugador, pero es la persona a la que más se respeta, tanto dentro como fuera del campo. No en vano, es un ejemplo para todos. Es el primero en tirar del carro y el que anima al compañero que está mal.

Los jugadores de rugby suelen ser personas muy equilibradas.

—Nos movemos por unos valores y unos principios. Es una forma de vida. Fuera del campo tratamos de ser iguales. Había un reportaje en el que hablaban de las ventajas de contratar a un jugador de rugby por su capacidad para caerse y levantarse rápidamente. Realmente es así. Somos muy conscientes del trabajo que cuesta ganar un centímetro y lo rápido que se pierde un metro. Además, este deporte no depende de uno solo, sino de todo un equipo.

El rugby no es cosa de hombres.

—Para nada. Curiosamente son los equipos femeninos los que más alegrías dan. Tenemos también a Alhambra Nievas que es una árbitro reconocida mundialmente. Es un referente para todos nosotros. En nuestro caso, podemos presumir de Carmen Carmona, que ha dado el salto a la élite de la mano de El Salvador de Valladolid. Ella va a estar allí muy bien y va a crecer mucho.

¿Tiene que ser un orgullo ver a la mujer tan implicada en este deporte?

—Es para festejarlo. Nosotros, por ejemplo, tenemos más niñas punteras que niños. No se entiende un club serio sin sección femenina. 

¿Por qué ha tardado tanto el rugby (seven) en ser olímpico?

—Realmente no lo sé. Supongo que habrá intereses que no alcanzo a entender. Han optado por el seven -a 7- porque es más vistoso que el quince. Es más dinámico, no se para tanto el juego y quizá para la gente sea más atractivo para el espectador. Lo importante es que ya estamos ahí y servirá para promocionar nuestro deporte.

¿Ha visto en directo algún partido del Torneo de las Seis Naciones?

—Es espectacular, una locura. Hablo de ello y se me pone el vello de punta. Estuve en un Francia-Inglaterra y fue una pasada. Hasta que no lo ves y lo sientes en directo no eres consciente de lo que mueve el rugby. Estábamos dentro del campo y no hubo problema alguno entre aficiones. Es otro rollo.

En Francia el balón ovalado es más atractivo que el fútbol.

—Es otro mundo. Allí lo promocionan en la escuela, donde los niños juegan antes al rugby que al fútbol. Si eso pasara aquí otro gallo nos cantaría.

A eso voy, ¿por qué cuesta tanto introducir el rugby en los colegios?

—Por desgracia somos un deporte minoritario. Es nuestra realidad. Aquí todo lo que no sea fútbol tiene muchas piedras en el camino y es complicado que avance. No obstante, nosotros vamos a los colegios y a los institutos para que nos conozcan. Vemos que a los niños les gusta, y cada año conseguimos involucrar a más chavales. El problema son los padres, cuya imagen mental que hacen del rugby es fútbol americano, y desconocen que este deporte es una escuela de vida.

En el rugby vemos gente fuerte, con un peso considerable, y luego otros más menudos. ¿Aquí no importa el físico?

—No. Lo bueno de este deporte es que todo el mundo tiene cabida, desde el gordito que en otros deportes nadie lo coje hasta el listo flacucho. Todo el mundo vale. Lo único que tienen que aprender es que aquí no vale rendirse.

Y la joya de la corona del Jaén Rugby es su cantera.

—Así es. Es nuestro mayor patrimonio. Cada vez tenemos más niños y son los que más alegrías nos dan. Además, tenemos el orgullo de contar con jugadores en la selección andaluza y en la española. Ahí tenemos a Carmen. El problema es mantenerlos, porque una vez formados se marchan a la universidad fuera de Jaén. Aún así, esta temporada han subido varios chavales al primer equipo que darán mucho que hablar.

Háblenos de otro de sus grandes proyectos: el rugby inclusivo.

—Es un proyecto que llevamos a cabo desde el año pasado con el Grupo Noaja y Entrepinares. Tienen tres residencias de personas con discapacidad y los sábados vienen al campo y les enseñamos a jugar al rugby con jugadores de varias categorías. Gracias a esta iniciativa, ellos salen de su rutina y disfrutan muchísimo. A nosotros nos permite recalcar nuestros valores y enriquecernos. Es tan gratificante que estamos deseando vernos cada semana. Almería también tiene una fundación de rugby inclusivo y este año queremos hacer unas jornadas en las que estén ellos y otros clubes, como Marbella. Queremos que esta gente se sienta parte de nuestro club. Sin ir más lejos, cuando nos estábamos jugando el ascenso ante Madrid, el día de antes de viajar, el equipo sénior se entrenó con el equipo de rugby inclusivo. Fue una maravilla. Luego hicimos una fiesta y les entregamos unas medallas. Puedo decir que eso nos llena mucho y es uno de los proyectos es el que más implicados estamos.  

Fotos y vídeo: Esperanza Calzado

 

 

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