"Yo canto para hacer feliz a la gente; si no, no cantaría"

Francisco Guzmán (Manzanares, Ciudad Real, 1973) es más huelmense que un chupete, y allá donde su voz lo lleva presume de "andaluz de Jaén". Cantante y músico, hoy 'debuta' en Lacontradejaén para que sus lectores conozcan un poco más a un artista al que su público define con esa virtud que, según Ganivet, no está en el traje, sino en la persona que lo lleva: la elegancia.
—¿Qué hace un manzanareño como usted en Huelma?
—Aunque nací en Manzanares, mi padre es de Huelma; se fue a trabajar a Manzanares, allí conoció a mi madre y allí se casaron. Yo nací allí y luego nos vinimos para acá.
—¿A qué edad se incorporó a la vida huelmense?
—La verdad es que mi padre, con su trabajo, llevaba una vida muy intermitente y aunque nos vinimos a Huelma, estuve también en Valencia. Pero que yo recuerde, tenía yo seis o siete años cuando nos establecimos definitivamente aquí.
—Todos sus recuerdos de infancia huelen a Huelma, entonces...
—Sí, aunque iba mucho (y sigo yendo) a Manzanares, la tierra de la familia de mi madre. Pero yo me considero andaluz y de Huelma, aunque en mi DNI no lo ponga.
—Y a la música, ¿también llegó de la mano de su padre, lo mismo que al pueblo?
—Mi padre tocaba el acordeón, y a mí me llamó la música desde chiquitillo; estuve en la banda del pueblo, tocaba el saxo, y luego entré en el Conservatorio de Huelma cuando se inició. Siempre me ha gustado tocar instrumentos, toco el piano, el teclado, la flauta, el saxo...
—¿Pero para tanto le dio su paso por el conservatorio, o es que tiene buen oído?
—Carrera musical no he llegado a estudiar, aunque obviamente sé solfear y leer una partitura. Todo lo que sé lo he aprendido de oído.
—Su trayectoria artística, a lo largo de los años, lo sitúa en grupos como Rejónikos. ¿Ahí están sus comienzos, o la cosa viene de antes?
—Empecé con un muchacho haciendo cosillas en un salón de bodas de aquí, y luego seguí con mi hermano Sebastián, como hobby; al poco tiempo hicimos la asociación musical Rejónikos, en el pueblo, con la que hacíamos versiones de rock andaluz, nunca una canción idéntica sino que les dábamos la vuelta como un calcetín por ejemplo a canciones de Triana o de Medina Azahara, con nuestro toque más rockanrollera, menos andaluz. Aquello tuvo éxito en el boca a boca.
—Y más allá, Francisco, que más de una emisora se encaprichó con ustedes y los ponía a todas horas...
—Sí, una emisora de Barcelona y otra de Bilbao nos ponían muchísimo; de hecho fueron muchos meses los que estuvimos como números 1 en esas emisoras de por ahí arriba.
—¿Qué fue de Rejónikos? ¿Siguen rockanrolleando?
—No, eso se acabó después de los ocho o nueve años que estuvimos. Entonces yo me dedicaba a la telefonía móvil, tenía una tienda y no podía estar mucho con ellos, así que decidí salirme y me empezaron a llamar del mundo de las orquestas, más o menos en 2015.
—¿Respondió a la llamada orquestera?
—Sí, sí, de hecho estoy actualmente con una orquesta, Almanzora, de Almería; es un mundo que me gusta, eso de estar en contacto con la gente, cantar de todo (lo mismo un pasodoble que un rock).
—¿Por qué orquestas ha pasado antes de recalar en el grupo almeriense con el que canta a día de hoy?
—Estuve con Pasadena, de Guadix (Granada) dos temporadas distintas, y con La Dinámica Orquesta de Vélez-Málaga (Málaga).
—¿Siempre como voz solista, o le sigue pegando al saxo, al teclado, al acordeón...?
—Siempre como voz y también como director, tanto de lo que se hace en el escenario como preparando los repertorios.
—¿Contento con Almanzora, responde a sus expectativas?
—Estoy muy contento con ellos, hay muy buena amistad y al final somos como un Gran Hermano, son varios meses los que estamos juntos y o te llevas bien o...
—¿Ha alcanzado la profesionalidad, señor Guzmán, o sigue combinando obligación y devoción?
—No, la música te tiene que gustar mucho para hacer cuarenta o cincuenta días con lo que pagan, que no da para comer todo el año. Sacas un dinerillo, pero no para tanto.
—Lo suyo es vocación, entonces, porque además de con la orquesta, actúa usted como solista. O sea, que no se baja del escenario pese a la complejidad que implica dedicarse al mundo de la música.
—Claro, pero estoy empezando ahora, como yo digo. Hago colaboraciones donde me llaman, en algún restaurante para amenizar una cena y cosas así.
—¿Eso le produce frustración, o todo lo contrario?
—Lo llevo muy bien, y además he llegado a una edad en la que busco también tranquilidad; como la música me gusta, lo que hago es intentar disfrutar de ello. ¡Ojalá pudiera dedicarme solo a ella, pero de momento no están las cosas para eso! A veces esto da más gastos que beneficios. Pero si te gusta la música...
—Le gusta la música, eso parece indudable pero..., ¿por qué canta, para qué canta si no puede vivir de ello?
—Para hacer feliz a la gente. Si no fuera por eso, lo dejaría.
—Y usted es feliz haciendo feliz a los demás...
—Sí, vengo muy contento cuando alguien me pide mi tarjeta porque le gusta como canto, cuando me piden que cante en la boda de un familiar... Eso es siempre una alegría.
—Su carrera tiene un único trabajo de estudio editado, un disco en homenaje a Carlos Cano, Moriré vivo. ¿Por qué el cantautor granadino y no nombres propios como Jesús de la Rosa, por ejemplo, viniendo usted de los orígenes musicales de los que viene?
—Me gusta mucho la canción de autor, muchísimo, y en Carlos Cano descubrí a un cantante con una voz que no era prodigiosa, pero sí con unas letras rebeldes, que manifestaban sus ideales con la música. Empecé a interesarme por él y un día canté una canción no recuerdo dónde y la hija de Carlos Cano me escuchó y quiso ponerse en contacto conmigo para contarme que su madre [la primera esposa del creador de María la Portuguesa] la había escuchado y le había recordado mucho la voz de Cano. Por ahí vino todo. Les pedí autorización para grabar un disco con canciones de su padre y me dijeron que sí.
—Para usted debió de ser un subidón eso de verse reconocido por la mismísima familia de su ídolo, ¿no?
—Claro. Lo grabé en 2013, en el estudio de Guadix donde grababan Morente o La Guardia, muy buen estudio y muy buenos técnicos.
—¿Ha llegado a girar con ese disco?
—Sí, se quedó con los derechos una discográfica de Barcelona con la que firmé el contrato, ellos lo distribuyeron por las plataformas y por grandes centros comerciales, pero hice también varios teatros y terminé muy satisfecho.
—¿Qué hay de Carlos Cano en Francisco Guzmán?
—Yo no imito a nadie, pero sí es verdad que la tesitura de nuestras voces es muy parecida, está dentro de la misma tonalidad, por decirlo de alguna manera, y recuerdo mucho a su timbre de voz. Tanto, que hay gente que me ha dicho que no soy yo quien canta [ríe]
—¿Cómo está su agenda a corto plazo? El próximo Día de Andalucía canta usted en Guadahortuna (Granada).
—Tengo todos los fines de semana llenos.
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