"No es tan difícil acabar con el acoso escolar"
Lleva una barba entrecana de varios días y calza deportivas negras que hacen temer que se dará a la carrera si las preguntas lo incomodan. Sin embargo, Francisco Javier Pérez Castillo (Jaén, 1975) no rehuye el envite. El escritor jiennense transita en su último libro, 'Cayendo como una piedra', los matices del dolor, de lo estremecedor, para tratar de digerir un problema social que forma parte de las preocupaciones del profesorado, de las familias y de las administraciones educativas, el acoso escolar o 'bullying'.
La novela profundiza en sus entrañas sin piedad a través de un relato sin concesiones al lector. Nada que ver con la divertidísima 'La melodía del árbol caído', su anterior obra, en la que habla de "un tipo normal con una vida normal, más o menos como tú y como yo", rememora. F. J. Pérez Castillo es divertido, con un toque ácido e irónico que hace aún más atractiva su personalidad y manera de escribir. Llegó a obsesionarse con la poesía hasta tal punto de convertirse en algo convulsivo. De ahí, pasó a la narrativa de la forma más sencilla. En ella ha encontrado un espacio en el que se siente comodo e incluso, a veces, feliz.
—Escritor, pintor... Lleva el arte en las venas.
—(Risas) Yo diría más bien que siempre hemos ido de la mano. Sería una exageración decir que me ha salvado la vida, pero sí podría sostener que me ha ayudado, y mucho. A veces como válvula de escape ante la incertidumbre, el sinsentido, otras como divertimento o, por qué no decirlo, para otorgarle un componente épico a mi vida.
—¿Recuerda su primer contacto con la poesía? ¿Qué le sedujo?
—Fue a mediados de los noventa. En aquella época comencé a sentir la imperiosa necesidad de expresar, de expulsar todo ese torrente emocional que se me estaba haciendo bola en alguna parte del estómago. Por suerte encontré la poesía. Me sedujo la posibilidad de utilizar las palabras, el lenguaje, de manera diferente a como lo había hecho hasta entonces.
—Llegó a enamorarse de ella.
—Sí, y mucho. Empecé a escribir poemas casi de forma compulsiva. Ya daba igual lo que me pasara, fuera emocionante o no, que yo lo "poemaba".
—¿Qué le llevó a la novela?
—Creo que ha sido un proceso natural. Si bien al principio los versos, las estrofas de los poemas, me ofrecían una libertad creativa absoluta, con el tiempo comencé a agobiarme. Incluso empecé a sentir nauseas con las rimas. Cada vez mis poemas eran más prosa hasta que con el tiempo desapareció por completo la poesía. Después pasé muchos años escribiendo relatos cortos hasta que finalmente publiqué en 2015 mi primera novela.
—¿Qué van a encontrar los lectores en 'Cayendo como una piedra'?
—Una novela de estilo directo, sin florituras ni adornos innecesarios. Hay autores que deforman la realidad para hacer más interesante su relato. Yo la he dulcificado para que no sea un trago demasiado amargo.
—¿Por qué el acoso escolar?
—No fue algo premeditado. Las dos novelas que he escrito han surgido de una imagen inicial. Curiosamente lo primero que me vino a la cabeza de las dos novelas fue una escena del capítulo final. A posteriori, me alegro de haber escrito sobre este tema.
—Su novela es una historia dura, impacta emocionalmente.
—Sí. He de confesar que lo he pasado bastante mal durante el proceso de escritura. Para recabar información contacté con varias asociaciones que luchan contra el acoso escolar y me fueron contando algunos de los muchísimos casos que atienden. Incluso hubo momentos que pensé en dejarlo. Te das cuenta de lo que está pasando. Y, ciertamente, es muy duro. Espero que esta novela sirva para algo.
—¿Cree que la sociedad es realmente consciente de este problema?
—No, en absoluto. Lo peor de todo es que no es tan difícil acabar con el acoso escolar. Esto es lo que más rabia da. Si todos pusiéramos de nuestro lado, la historia cambiaría por completo.
—¿Por qué hemos llegado a esta situación?
—(Suspira profundamente) No lo sé. Las personas somos capaces de arriesgar nuestra vida por ayudar a los demás o de matar a alguien por robarle el móvil. O por puro placer. El por qué elegimos una manera de actuar u otra, no lo sé. Y esto es algo que me fascina. De hecho, acabo de escribir un relato corto, "Dos historias de ballenas", en el que reflexiono sobre este tema.
—Su anterior libro era mucho más divertido. ¿Qué le llevó a dar este giro tan brusco?
—Una de las pocas cosas buenas que tiene ser autor novel es que puedes escribir de lo que quieras y como quieras. No hay presión, solo divertimento.
—Hablan de usted muy bien. ¿Cómo ve su carrera como escritor?
—La verdad es que está teniendo muy buena acogida la novela. Voy poquito a poco. Mi intención es que la próxima novela sea mejor que la anterior y que llegue a más gente. Por ahora me conformo con eso. Que no es poco.
—¿Qué papel juegan los concursos literarios?
—Para mí, ninguna. Me dan mucha pereza. Aunque siempre viene bien que te den algo de dinero por tu trabajo.
—Muchos escritores se ven obligados a autofinanciar sus obras y luego malvenderlas. ¿Tan mal está la cosa?
—El mundo editorial está lleno de asaltadores de caminos. Saben que los autores noveles son capaces de todo por ver su obra publicada y se aprovechan de ello. Tu les llevas tu libro, te cobran un pastón por publicártelo, te mandan una caja con cincuenta o cien ejemplares (que te obligan a comprarlos) y si te he visto no me acuerdo.
Claro está que hay alguna editorial buena y que se preocupa del autor, pero estas van sobre seguro. Solo te publican si saben que van a vender los suficientes ejemplares como para ganar dinero. Por eso ahora es más fácil que te publiquen un libro si eres youtuber y tienes una legión de seguidores (aunque escribas como un zopenco).
—¿Qué le ha dado la escritura?
—Mucho. Sigo siendo el mismo imbécil que antes de publicar mis dos novelas, pero ahora estoy algo más feliz y un poco más contento.
—Hábleme de sus proyectos futuros. ¿En qué está trabajando?
—En el horizonte siempre hay miles de ideas, de proyectos. Aunque por ahora, lo único que ha traspasado la frontera de mi imaginación son una serie de relatos cortos.
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