Cerrar Buscador

"Si hubiera podido elegir una ciudad para nacer, sería Úbeda"

Por Javier Cano - Enero 20, 2024
Compartir en X @JavierC91311858
"Si hubiera podido elegir una ciudad para nacer, sería Úbeda"
Isabel Cabello expone en la ciudad machadiana hasta la próxima Semana Santa. Foto: Renace Baeza.

Isabel Cabello (Antequera, Málaga, 1976) suspira por una segunda residencia en su tierra natal, pero lo tiene tan claro como Lorca cuando aseguraba aquello de "Sevilla para herir, / Córdoba para morir". Y es que para esta singular artista, nada como la ciudad de José Elbo para ver la luz primera.

Pintora (licenciada en Bellas Artes por la Universidad granadina) y diseñadora, el pasado jueves inauguró en la Galería de Arte Contemporáneo Renace de Baeza Mensajes de anatomía interna, visitable hasta los días lorquianos de la Pasión.

—Antequerana de nacimiento, pero afincada en Úbeda desde...

—Desde el año 2000, veinticuatro añitos llevo en tierras jiennenses. Tengo ya mucha raíz aquí. 

—Sin embargo no se le ha pegado el acento ubetense, al menos el hondo, el más reconocible.

—Las jotas me cuestan trabajo todavía, pero ya tengo muchos días y muchos años vividos en esta tierra. Y me siento en la gloria, me ha acogido muy bien. 

—Es que le gusta a usted eso de vivir en lugares ungidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, ¿no? Su patria chica sabe de eso, y su ciudad de adopción también. 

—No lo hago con intención, pero al final se ve que el cuerpo me tira hacia ahí, sí. Y es un gustazo esto de vivir en ciudades con tanta cultura, con tanta calidad de vida. Es un lujazo. 

—El pasado jueves inauguró exposición en la machadiana Baeza. ¿Qué encontrarán quienes decidan visitar la galería Renace?

—Se van a encontrar una experiencia visual distinta en torno a esos mensajes que pretendo lanzar, mensajes muy íntimos. Al final, con el arte abstracto lo que se pretende es plasmar más las emociones que contar algo claro y figurativo, es un lenguaje mucho más expresivo que cada persona puede interpretar a su manera. Me interesa que la gente lo pase bien a través de otra manera de ver las cosas. 

—Pero esos mensajes íntimos, ese mundo interior, ¿cómo se evidencia a través de las piezas expuestas? 

—Principalmente con los materiales, con el lenguaje propio que tenemos los artistas, cada uno a su forma. Yo, por ejemplo, he cogido mucho textil, aunque también he trabajado mucho con el acrílico. Pero sobre todo el hilo y la aguja, que forma parte de mi generación (hemos vivido entre máquinas de coser y telas, nuestras madres nos hacían la ropa, no nos la compraban). Ne gusta muchísimo también la artesanía y la moda, y creo que ese recuerdo de la niñez es lo que me hace manejar ese tipo de materiales. Y un reto...

—¿Cuál es ese reto?

—En esta ocasión, presentar una colección sin narrativa. Estoy muy acostumbrada a trabajar con un concepto, a contar una historia con cada obra. En este caso quiero dejarme llevar por la emoción, por la expresión, y que la conexión sea mucho más visceral. Que cada uno sea libre de interpretar lo que quiera, que sea un disfrute visual. 

—No tener un hilo conductor (nunca mejor traído) tan evidente, quizá. 

—Exacto, quiero mostrar las emociones a través de tejidos que me recuerdan mi tierra, mi niñez, mis experiencias. Hay, por ejemplo, obras muy especiales que he hecho con mantones del olivar. 

—Un elemento tan de aquí, tan de andar por los suelos, a usted le ha servido como base creativa...

—Ese tipo de material ha conectado mi trabajo profesional con el diseño (trabajo mucho con el packaging para muchas marcas de aceite de oliva, tengo mucho vínculo con ese sector), sé lo que se sufre cada día, y trabajar con esos mantones ya usados de la campaña, con aceitunas, con tierra, con hojas, ese olor..., me ha dado una cantidad de sensaciones impresionante. Con eso he creado una serie de obras que me transmiten muchísimo todo ese esfuerzo, toda esa labor que hay detrás de cada una de las campañas. 

—Está usted mas cerca de un Rothko que de un Pollock, de esa plástica poética, ¿no?

—Sí, sí, al final Rothko era muy espiritual, con una obra que trascendía el color a la forma. Yo no soy tan ambiciosa, pero si alguien siente algo así con mi obra, es genial. Me identifico mucho también con la abstracción lírica, que apuesta por la emoción por encima de la narrativa. 

—El gran Kandinski.

—Claro, es que, al final, el material es eso, dejarte llevar. Cuando uno crea tiene una especie de trance, ese proceso de enfrentarte a un lienzo en blanco y tener que resolver un problema, con momentos de frustración y de alegría o de gozo, hasta que llegas al resultado que esperas o necesitas. 

—¿Gran formato o piezas medianas y pequeñas? ¿Qué protagoniza esta exposición? 

—Hay un poco de todo. Yo me siento muy cómoda con los formatos grandes, me gusta retarme físicamente, que el cuadro me domine y luchar contra ese movimiento, sujetarlo. Pero también he trabajado obras más pequeñas con objetos de anticuario, que tienen una vida ya vivida. Hay de todo un poco, para todos los gustos y colores. 

—Y bolsillos...

—Sí, pero lo más importante es que se disfrute. El arte, al final, te llena el alma y es gratis entrar a los museos y a las galerías. Hay que intentar educar para que esa costumbre sea mucho más habitual de lo que lo hacemos, al final hay mucha gente que vive de eso. 

—Usted, precisamente, vive del arte, de la pintura, y también del diseño. Un paseo por las noticias del sector deja claro que lleva una racha increíble de premios, los gana todos. 

—Estamos muy contentos, pero también nos da mucha responsabilidad, no nos hace relajarnos sino todo lo contrario, el listón cada vez está más alto en el sector y no podemos relajarnos, hay que trabajar para marcar una estrategia, que las personas o empresas que quieran vender vayan bien "vestidos" al mercado al que se quieren dirigir. Es un reto, y que te den esos premios es una pasada y, para nosotros, un orgullo poder representar a nuestra tierra en los concursos. 

 

Nueva York, Londres, París, Shanghai, Frankfurt o Milán, entre otras ciudades del mundo, han visto pasear por sus calles a Isabel Cabello camino de las ceremonias de entrega de premios tan prestigiosos como Pentawards, The Dieline Desing, los DNA París, German Desing Awar, los World Brand, Ipa Awards, Isnpirational Packaging, Anuaria, Los Ángeles International, Berlín Gooa...

—Pregunta chovinista, Isabel. Muchos de estos premios los ha ganado ya afincada en Úbeda. ¿Qué peso tienen los paisajes cotidianos en su creatividad? 

—Lo tiene todo. Yo me siento superespañola y, sobre todo, superandaluza, y eso surge en mis trabajos, que tienen mucho de eso, no se puede remediar, aunque quisiera no podría evitarlo. Y a la gente del extranjero también le gusta. Jaén me inspira, los mantones han sido un descubrimiento increíble, precioso: cuanto más usados están, más tonalidades tienen, cogen más riqueza de matices. Tenemos una tierra increíble. 

—Ya habla usted como una jiennense más...

—Es que me gustan mucho Úbeda y Baeza, a la par. Baeza, en mi trabajo, me ha dado, ha sido muy importante, las marcas baezanas han sido las más valientes, las que han apostado mucho por el diseño en mi agencia, y les tengo muchísimo cariño. Y Úbeda... Siempre se lo digo a mi gente: Si yo hubiera elegido una ciudad a conciencia para nacer, hubiera sido Úbeda cien mil veces. Obviamente Málaga es mi Málaga, es mi tierra, pero en Jaén tengo ya unas raíces muy profundas. 

 La artista antequerana, entre algunas de sus obras. Foto: Renace Baeza.
La artista antequerana, entre algunas de sus obras. Foto: Renace Baeza.

 

He visto un error

Únete a nuestro boletín

COMENTARIOS


COMENTA CON FACEBOOK