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"Tenemos que ser valientes y en vez de sevillanizarnos, ser jiennenses" 

Por Javier Cano - Abril 04, 2021
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En pleno Domingo de Resurrección (el segundo sin procesión por la pandemia), el pianista Jacobo Herrera Calatayud (Jaén, 1991) hace balance de su trayectoria artística en un año que si bien ha supuesto la ausencia de cortejos por las calles, ha potenciado los cultos y, con ello, ha colocado a este enamorado de su tierra en el candelero cofrade. Crítico ante la falta de 'valentía' de este mundillo a la hora de reclamar su espacio esta Semana Santa y de potenciar las singularidades de la Pasión de aquí, Herrera abre las puertas de su casa para hablar de lo divino y de lo humano y hasta regala a los lectores de Lacontradejaén la ejecución de su marcha predilecta. 

—Otro Domingo de Resurrección extraño, atípico, otra Semana Santa sin procesiones, Jacobo. ¿Cómo la ha vivido, cómo ha llevado este silencio usted que se nutre tanto de los sonidos de estas fechas?

—Ha sido difícil, complicado, se me han hecho los días muy largos, buscaba algo que no llegaba: espero que venga pronto. Es verdad que, gracias a Dios, al vivir tan de cerca los cultos durante todo el año, eso me ha ido llenando, pero la Semana Santa en sí me está costando, ya hoy Domingo de Resurrección, terminarla, ha sido la más complicada de mi vida. 

—Por esa ausencia, precisamente, de tantas cosas, tantos sonidos, tantos aromas, tantos matices...

—Me gusta mucho lo que pasa en la iglesia, a los cultos se les ha dado este año un trato especial, a partir de la pandemia se les ha dado otro cariz, se han elevado, pero es verdad que a un cofrade (y a mí, cómo no, también) le gusta la Semana Santa en la calle con su incertidumbre, con sus sorpresas, con su deseo. La Semana Santa en la calle la echo mucho de menos.

—En su repertorio de pianista clásico, ¿qué peso tiene en su actividad la música cofrade o religiosa? 

—Casi todo, por no decir que todo lo que preparo, lo que adapto, lo que interpreto, es música religiosa, litúrgica, y parte de esa música litúrgica es la procesional, es un medio de evangelización absoluto, música que se escribe para procesionar imágenes bendecidas y que desde nuestra infancia la relacionamos con Jesús. Uno de mis primeros recuerdos de infancia es ver salir La Estrella: no sabía muy bien lo que pasaba pero yo, allí, esperaba al Señor y la música, y eso es evangelización. 

—¿Cómo consigue transcribir en la soledad de un piano todo lo que una banda hace en la calle? 

—Es difícil, pero es verdad que es la música con la que más a gusto estoy, la que más escucho a lo largo del año, no solo en periodos concretos. Creo que la estoy interiorizando cada vez más, y también el tener cada vez más acceso a partituras originales, poder trabajar con ellas hace que, luego, la adaptación a piano funcione. Evidentemente no es lo mismo cuando hay una plantilla completa de músicos, ochenta o cien personas, que enfrentarte con diez dedos a una partitura concreta, pero dentro de ello sí intento ser lo más respetuoso posible con los compositores, con la composición, intento estudiar a cada uno de ellos dentro de mis posibilidades. No deja de ser una adaptación a piano, es decir: es muy difícil, y más aún en el caso de no tener la partitura, ser un reflejo cien por cien, pero tampoco me gusta eso, creo que hay que centrarse en la partitura, ser respetuoso al máximo, pero también entre nota y nota cabe el intérprete. 

—¿Jacobo Herrera es, antes, un cofrade que luego se ha hecho músico o un músico que posteriormente se ha entregado al género cofrade

—Cofrade soy desde siempre y músico de cofradías, desde hace dos años. Entré en el conservatorio a los ocho años, y sí es verdad que toda mi vida he tenido cercanía al plano musical. cofrade soy desde el embarazo de mi madre, desde siempre he estado ligado y he visto en mi casa gente de cofradías, sacerdotes... Es verdad que hace cosa de dos años o así, casi sin quererlo, empecé a publicar vídeos en redes sociales y empezó a gustar a mis amigos (¡claro, qué te van a decir ellos, por otra parte!). Me lo iba tomando cada vez más en serio, pero no deja de ser una afición, yo no me dedico a esto, aunque sí es verdad que cada vez soy más autoexigente, le dedico más tiempo y en mis ratos libres lo que hago es tocar el piano. 

—Está claro lo que hace en sus ratos libres pero, ¿y los otros, a qué los dedica?

—Me dedico a la actividad empresarial, soy representante en Jaén de una empresa, Tauroemoción, y aparte soy grado en Filología Hispánica. Estoy cursando un doble máster de profesorado e investigación, compatibilizo ahora mismo lo profesional, lo universitario y la música. 

 

Habla despacio, lentamente, 'piano piano' diría un redactor de la bella Italia, y nunca lo diría mejor. Sin pretenderlo, dota su discurso de la misma majestuosidad que los galgos de Romero de Torres a sus lienzos pero, por mucho que  trate de tú a tú la música de los más delicados compositores, no pierde ese acento suyo ni esos giros lingüísticos más de Jaén que el chaflán de Pioneros

 

—Cofrade desde siempre, dice usted. ¿Cuál es su túnica?

—En la infancia, la de San Juan, negro completo. Salía allí, y un año o dos también en Los Estudiantes, aunque sí es verdad que mis recuerdos como nazareno son de San Juan; me cansaba muy pronto, yo era de los que se salían [ríe]. A día de hoy, en los últimos años, soy hermano de Monserrat, en Sevilla, soy devoto del Cristo de la Conversión; me hace feliz, me llena mucho. No quiere decir que en Jaén no haya hermandades e imágenes que me llenen también, pero ahora mi túnica es blanca y azul.

—Curiosamente, hace pocos días este periódico planteaba un debate sobre La 'sevillanización' de la Semana Santa de Jaén. ¿Qué piensa al respecto usted que es cofrade de Jaén en Sevilla?

—Cada sitio tiene que tener su personalidad y copiar nunca es bueno, incluso Sevilla está copiando a Sevilla, eso hasta ellos mismos lo están notando. Jaén debería reconocer su historia, valorarla, reflexionarla y tener personalidad, que la tiene, pero con ese punto de valentía para volver a ese origen; lo que se está haciendo bien, potenciarlo (no se está haciendo todo mal, para nada, ni muchísimo menos), pero hay que mostrarla: cultos, pasos en la calle que son muy jaeneros, imágenes..., y tenemos que ser valientes y en vez de sevillanizarlos, ser jiennenses. 

—¿La música también le viene de antiguo, de toda la vida, o ha puesto usted una pica en Flandes dentro de su familia? 

—Sí, mi madre tocaba el piano, lo ha hecho hasta que me puse yo más en serio con él. Este piano [un precioso Yamaha U1 con tres décadas a sus espaldas de madera, rodeado de cuadros de pintores jiennenses y cada vez más trofeos y obsequios] es un regalo de ella, nunca quiso que 'muriera', y hasta que yo no conseguí darle vida un poquito, lo mantenía. Ahora estoy yo, ella no toca, pero anteriormente abuelos y bisabuelos míos, por ambas ramas, han tocado el piano. 

—Hemos hablado de su actividad musical en solitario, pero no podemos obviar su participación en Dueto Enclave, del que hemos dado cuenta, en diferentes ocasiones, en las páginas digitales de Lacontradejaén. Tanto a solas como a dúo, se ha situado usted con nombre propio en el género en el que se desenvuelve. ¿Tiene conciencia de ese ascenso de peldaños, de esa popularidad, de que cada vez es usted más requerido?

—Siento que el dueto cada vez pesa más, no es el mismo el de este año que el del año pasado, nos conocen más, saben que somos Carmen Zapata, soprano, y Jacobo Herrera, pianista. En ningún momento el dueto ha buscado nada, no hacemos ningún tipo de publicidad, no llamamos a ninguna hermandad. Donde nos invitan vamos, donde nos respetan estamos, y ya está. Ha dado la casualidad de que, este año, los cultos se están potenciando más y ahí estaba el Dueto Enclave, sin quererlo, sin buscarlo, sin pretenderlo pero, eso sí, cuando nos llamaran que estuviéramos preparados.

—El balance es positivo, entonces...

—Es verdad que, gracias a Dios, en este tiempo hemos solemnizado celebraciones muy jaeneras, como el 11 de junio, la Virgen de la Capilla, donde ha estado siempre el orfeón, no se recuerda otra cosa. Impone, lo sueñas y luego no llegas ni a darte cuenta de que lo has disfrutado, tienes un recuerdo muy extraño de celebraciones, de aniversarios de hermandades, pero a la vez es un regalo, porque es una cosa muy bonita.

—Con todas las comillas habidas y por haber, se puede decir que, artísticamente, le ha venido bien a su faceta musical que no haya procesiones y, por el contrario, que se potencien los cultos. Aparte de esas celebraciones, Dueto Enclave nació también con 'vocación nupcial', para musicar bodas. En ese aspecto, sí que habrá notado el bajón, ¿no?

—Bueno, la verdad es que apenas hacemos bodas, nacimos a lo que viniera, estábamos abiertos a todo, y es verdad que lo primero que hicimos fue una boda, pero habremos hecho, en dos años, solo tres.

—Lo dicho, que no son buenos tiempos para casarse.

—Y que donde estamos a gusto es con las cofradías, es donde nos sentimos realizados tanto mi compañera como yo: somos cofrades de siempre, cercanos a la Iglesia, y es verdad que el trato que le da una cofradía a la liturgia no es el que se le da en una boda, donde hay otro tipo de parafernalia, la verdad. Es muy bonito que se case una pareja, pero donde nos sentimos realmente a gusto y más nos han llamado, y queremos que sea así, es en cofradías. 

—El summun para ustedes, entonces, debe de ser una boda cofrade...

—En alguna boda nos han pedido alguna marcha, una vez la Salve Rociera, una pieza tan popular y tan flamenca; fue un reto adaptarla a lo lírico, pero gustó. Son cosas para las que hay que estar preparados. Pero bueno, una boda cofrade...

—¿Qué va a pasar de aquí en adelante, cómo se imagina la Cuaresma y la Semana Santa de 2022? 

—¡Tenemos tantas ganas de volver a ser libres! Incluso, si este año hubiéramos salido a la calle, se hubieran respetado las normas, seguro. No hay más que ver uno de los conciertos que ofreció hace unos días la Banda Municipal de Música, la gente estaba con una prudencia, con unas ganas de disfrutar maravillosas. Espero que para el año que viene ya sí estemos en la calle, quizá no de la misma manera, quizá no con trono, pero sí por fuera, con andas, salir a la calle. También es verdad que aunque este año se hubiera podido hacer algo de alguna manera, no hay que dejar de concienciar a la gente y prepararla, que el año que viene vamos a hacer todos y vamos a trabajar para ir a la calle, pero trabajar en que seamos responsables.

—Un momento, Jacobo. ¿Dice que este año las cofradías podrían haber sacado procesiones, que no hubiera pasado nada?

—Se están celebrando manifestaciones con la pandemia y no se reconoce un foco de contagio en una manifestación. ¿Por qué en una manifestación religiosa sí va a haber un foco de contagio? Creo que hace falta presentar un protocolo de sanidad, contar con patrullas de Protección Civil, concienciar a distintos movimientos... Creo que lo necesitamos por salud, por tema social, por economía...

—¿Habla usted de discriminación?

—No, porque creo que tampoco los cofrades lo hemos intentado. El que ha hecho una manifestación es porque ha querido hacerla, creo que los cofrades dimos por hecho que no íbamos a salir a la calle y dijimos: "Vale, ya está".

—¿Exceso de conformismo cofrade, quizá?

—No sé, pero hay manifestaciones. Por lo menos intentarlo, presentar un protocolo sanitario, hablar con la Policía, con Protección Civil, reunirse, insistir e insistir y que te digan no, pero no decir de primeras 'no se puede' y que no se pueda. Creo que la gente se hubiera comportado, no íbamos a sacar un paso completo en estas circunstancias, pero hacer algo con cuidado...

—¿A qué achaca esa 'quietud'? Si algo caracteriza al mundo cofrade es su capacidad de atracción, a su iniciativa constante. 

—No lo sé; yo tampoco lo he pedido. 

—Parece que Sevilla, la 'capital de la Pasión', tampoco.

—Pero ha habido otro tipo de actos. No sé por qué nos hemos conformado (yo también). Se podría haber intentado, hacer lo posible por hacer algo; una misa en la Carrera con Nuestro Padre Jesús, con sillas por ejemplo, no molesta a nadie, al revés, o en la Plaza de Santa María, con doscientas o trescientas o quinientas sillas. Y digo El Abuelo porque El Abuelo es Jaén, pero si otra hermandad tiene una plaza, una calle y posibilidad de hacer algo...

—¿Está lanzando ideas, Jacobo?

—No sé, a lo mejor alguien lo ha pensado.

—Para cerrar esta entrevista, señor Herrera, ¿qué marcha se muere usted de ganas de escuchar en la calle ahora mismo, el último día de la Semana Santa de 2021?

—Nuestro Padre Jesús; es la marcha que más me gusta, una marcha de Jaén, de Emilio Cebrián, creo que lo tiene todo y es la que nos une a todos los jiennenses.

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COMENTARIOS

JUAN DE MATA PALACIOS CARRASCO

JUAN DE MATA PALACIOS CARRASCO Abril 04, 2021

Menos mal que la mayoría de cofrades, mandatarios de Cofradias y Jerarquía eclesiástica han sido más prudentes y sensatos que D. Jacobo y no se han puesto a parir ocurrencias que sin duda hubiesen agravado la actual situación

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