"Jaén es una provincia importante desde el punto de vista musical"

El catedrático de Guitarra del Conservatorio 'Rafael Orozco' de Córdoba, Javier Riba, es uno de los primeros espadas del cartel que, para el próximo 21 de febrero, ha preparado el Conservatorio Profesional de Música de Jaén para inaugurar sus Jornadas de Perfeccionamiento Musical 2025.
Un concierto casi en casa para uno de los más reconocidos instrumentistas contemporáneos, nacido en la Ciudad de la Mezquita en 1974 y cuya vinculación musical con la provincia jiennense comparte con los lectores de Lacontradejaén.
—Javier Riba (guitarra) y Sisco Aparicio (percusión), un cartel de postín, con dos propuestas diferenciadas, para un ciclo con solera. Usted asume la primera parte de las jornadas, señor Riba.
—Sí, las jornadas son unos cursos que organiza el Conservatorio Profesional en las que participan bastantes profesores; se ha organizado un concierto inaugural y nos hemos prestado dos de los profesores de las jornadas a ofrecer un recital, compartido, que servirá de presentación de las jornadas.
—Cordobés de nacimiento y de militancia, Javier, pero sus lazos con Jaén (además de los propios con una provincia vecina) son tan rotundos como un golpe de bordón: por lo pronto, medalla de la Fundación Andrés Segovia...
—Sí, además he participado en varias ocasiones en cursos organizados tanto en Jaén como en Úbeda y otras localidades. He visitado muchas veces Jaén por motivos musicales, aunque mi vinculación, sobre todo, se debe a la Fundación Andrés Segovia.
—¿Qué opina de Jaén, musicalmente hablando, un músico de Córdoba?
—Jaén es una provincia que tiene varios conservatorios que nutren de alumnos tanto al Superior de Jaén como a los de otras partes de Andalucía; tiene también una tradición importante de escuelas, de conservatorios, de bandas musicales y de festivales. Es una provincia importante desde el punto de vista musical.
—La última vez que apareció usted por estas páginas digitales fue a cuenta de la Casa Museo Andrés Segovia de Linares y sus problemas de supervivencia, de la que es un férreo defensor. Tras las últimas noticias, que apuntaban a su cierre, ¿cómo está a día de hoy ese espacio expositivo y de investigación en torno al genio de la Ciudad de las Minas?
—Hace poco me pidieron que colaborara en una publicación de la fundación con motivo del XXV aniversario de la creación de la casa museo; en esa publicación participamos varios colegas para comentar la importancia de esta institución y lamentar el estado en el que se encuentra ahora mismo, en peligro de cerrar definitivamente, aunque creo que se está haciendo un gran esfuerzo por abrirla puntualmente, los fines de semana. Pero está bajo mínimos.
—Si estuviera en su mano, Javier, ¿qué procuraría usted a la fundación y a la casa museo para darle aire?
—Necesita personal y medios para poder desarrollar las actividades propias de una institución de ese calibre: seguir con la catalogación y digitalización de los fondos, su puesta a disposición para los investigadores y las actividades culturales relacionadas con la figura y la obra de Segovia.
—¿Por qué no debe cerrarse ese museo en honor del marqués de Salobreña?
—Esa casa museo atesora uno de los archivos musicales más importantes que hay en España, se me ocurre compararlo con el archivo y la Fundación Manuel de Falla, de Granada. Hay que tener en cuenta que Segovia fue un personaje muy bien relacionado internacionalmente, que acaparó a lo largo de su carrera multitud de documentos y partituras que están allí y sería una pena que ese patrimonio no fuera accesible, y que no se ponga en valor, que esté entre el abandono y la desidia.
—¿Cree que ese abandono y esa desidia responde a una falta de conciencia del valor de ese patrimonio, o atisba otras razones?
—Creo que sí, que no se alcanza a vislumbrar lo que significa ese patrimonio.
—Siendo Linares la patria chica del genio, esa conclusión no deja de ser triste...
—Bueno, ese es un mal muy nuestro: si Segovia fuera catalán y tuviera una fundación en Barcelona, habría otra situación. No valoramos lo que tenemos.
—Desde la perspectiva que da el paso del tiempo, ¿la figura de Andrés Segovia mantiene su vigencia o le parece a usted que se ha devaluado un tanto, que precisa aliento?
—Creo que la consideración de un artista del pasado va pasando por etapas de mayor o menor consideración, y la valoración de Segovia también ha pasado por distintas fases. Ahora está en fase de recuperación del personaje: lo que él hizo fue muy importante, aunque quizás en los años 70 y 80, cuando surgieron nuevas generaciones de guitarristas y nuevas perspectivas, se vio su trabajo con cierto desdén, porque arrastraba unas maneras de interpretar y de ver la música muy entrelazadas con el Romanticismo, una mirada ya desvirtuada.
—¿Qué pasa actualmente, entonces, para que se dé esa recuperación de su prestigio?
—Que se está volviendo sobre ese repertorio y esa manera de tocar como una expresión muy genuina del tiempo que le tocó vivir a Segovia. Si en los años 80 y 90 nos parecía que su manera de tocar era un poco exagerada, ahora, desde la perspectiva del tercer milenio, vemos que respondía a los gustos y la estética de su tiempo y que era uno de los mejores ejemplos para conocer la sensibilidad musical del tiempo que le tocó vivir. Su sonido y sus grabaciones están en un proceso de recuperación.
—¿En qué se encarna ese proceso, señor Riba?
—Precisamente ahora se está creando un grupo de investigación, actualmente, sobre el sonido y la forma de tocar de Segovia, y no deja de despertar el interés de los investigadores. Es una figura que va a ir en alza, y en ese contexto sería un craso error no potenciar la casa museo donde se guarda todo ese archivo.
—Antes de cambiar de tono: ¿qué peso tiene en su vida y en su obra, Javier, la figura y la producción de Andrés Segovia, si es que tiene algún peso?
—Mucho, muchísimo: desde muy joven me fascinó el sonido y la manera de tocar de Andrés Segovia. Luego, ya de mayor, cuando empecé a tomar conciencia de su importancia en la renovación del repertorio, siempre he estado muy interesado en seguir sus pasos, sobre todo tras ese repertorio que hizo en los años 20 y 30 del siglo pasado, de esos compositores que se acercaron a él y que siempre me ha interesado mucho, incluso he realizado algunas grabaciones discográficas con composiciones que no se tocaban desde los tiempos de Segovia. Ha sido una figura capital, clave en mi trayectoria.
—Hablando de repertorios: ¿Estará el Estudio sin luz o los preludios del maestro entre las partituras que interpretará el 21 de febrero en Jaén?
—Me interesa, sobre todo, la música española, y esa música, por activa o por pasiva, está muy relacionada con Segovia. Voy a tocar música de Albéniz, que fue uno de los autores que más interpretó él, transcripciones mías en las que atiendo a la manera que tenía Segovia de entender la música de Albéniz. Y tocaré también una sonata de Antonio José Martínez Palacios, que es un compositor burgalés que vivió en el primer tercio del XX y compuso una sonata maravillosa, una de las pocas obras que estuvieron fuera de la órbita de Andrés Segovia.
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