"El maestro Sapena fue un segundo padre para mí"
Hay nombres propios a los que la actualidad invita a bombardear a preguntas, y otros que andan ya fuera de los límites de la actualidad (clásicos los llaman). En este grupo habita José Susi, el conocido y reconocido director y compositor nacido en Martos en 1945, que este primer sábado de Cuaresma cuelga su retrato en la galería de entrevistados de Lacontradejaén.
Tan galardonado que harían falta dos o tres ediciones para detallar su biografía artística, el aplaudido músico de la Ciudad de la Peña (afincado en Madrid desde 1962) repasa su trayectoria el año que se cumplen dos décadas desde que obtuvo, por última vez, el Premio Maestro Villa de Composición para Banda Sinfónica del Ayuntamiento de Madrid, prestigiosa distinción que nadie más que él ha ganado cuatro veces. Un sonoro récord.
—Jubilado ya como director de la Banda Sinfónica del Cuerpo Nacional de Policía, un repaso a su actividad más reciente deja claro que no se ha retirado usted del todo...
—De la banda sí, pero el coco funciona y de la composición no se jubila uno nunca.
—Una trayectoria vinculada, prácticamente en su totalidad, al CNP.
—Ahí he hecho yo mi vida bandística, oposité en el 74 para policía músico, en el 82 para oficial de Policía y luego, en el 88, gané la plaza de subinspector músico, hasta que conseguí la de director en el 94.
—Ha llevado, entonces, desde los galones menos vistosos a las estrellas en la bocamanga. Estableciendo un paralelismo con el Ejército, ¿habría que dirigirse a usted como a un coronel (usía), un general (excelencia)...?
—Mi estatus dentro de la Policía era de facultativo, equiparable a un teniente coronel músico de banda militar, la máxima categoría que se puede conseguir en la Policía.
—Si mira atrás, ¿volvería a presentarse a aquellas oposiciones de mediados de los 70 o se iría con la música a otra parte, nunca mejor dicho?
—Sí, volvería a hacer lo mismo. Cuando llegué a Madrid tenía dieciséis años y tocaba muy mal el saxofón; había estado en alguna orquesta, y aprendí con mi padre, profesor de la Banda Municipal de Música de Jaén, que falleció cuando yo tenía doce años. Llegué con un saxofón muy malo, que le costó a mi padre un pastón, ocho mil pesetas del 53 o el 54, una barbaridad. Así que empecé a luchar, me metí en la música de jazz, que no había escuchado nunca y que me encantó. Luego llegó la Policía y sí, volvería a hacer todo lo mismo que lo he hecho.
—Ha evocado a su padre también como uno de sus maestros. En aquellos años de la Banda Municipal de Música de Jaén contó además con el recordado José Sapena como referencia. ¿Qué significó para usted?
—El maestro Sapena fue un segundo padre para mí, lo digo sinceramente. Me estuvo dando Armonía cuando en el conservatorio, que era elemental, no se daba más que el primer curso, pero me dio hasta tercero, en su casa, debajo de una higuera que tenía. Me daba a mí y a un tal Vicente Garrido, que después fue director del conservatorio y que hacía contrapunto y fuga. Conmigo Sapena fue una persona encantadora, me quería con locura.
—Cambiando de tercio: fue usted músico de jazz sobre los escenarios y, luego, director de la banda de la Policía. Vamos, cocinero antes que fraile.
—Sí, pero hubo un momento en que el ambiente en que se mueve la música de jazz dejó de gustarme.
—Decía Duke Ellington que "en general, el jazz siempre ha sido como el tipo de hombre que no te gustaría para tu hija". ¿Qué le pasó a Jose Susi con el género negro, por qué se 'divorciaron'?
—Estás tocando, jugándote la vida entre acordes (que cuando estás tocando pasan igual que los árboles por la carreterra cuando vas a 150, y tienes que ir improvisando. Yo improvisaba como un loco y veía a uno con un cubalibre, a otro hablando de sus cosas... Eso me desencantó y fue uno de los motivos por el cual retomé la música clásica. Me metí en el conservatorio con treinta y pico años, hice la carrera de Composición con matrícula de honor, y y Dirección de orquesta y banda (con Enrique García Asensio); a raíz de ahí empecé a componer.
—Lo dicho, una vida con la música a cuestas. ¿Y Jaén? Después de tantos años lejos de su provincia, ¿qué relación mantiene con el mar de olivos?
—Nunca he perdido la relación; tenía un íntimo amigo, Bernabé Fernández Carrascosa, que me mantenía informado de todo, pero falleció hace tres años o así. Ahora mantengo una buena amistad con Juan Villegas, que fue compañero de colegio, y me tiene al tanto de lo que ocurre en Jaén. Los que me conocen en Jaén se han portado de maravilla conmigo, entre ellos el trombonista Javier Yera, que me estrenó una obra el 18 de diciembre, o Juan Francisco Aránega, que tiene unas condiciones bárbaras, es un musicazo. Me aprecian bastante, y yo los aprecio mucho a ellos.
—Martos también lo requiere con cierta frecuencia, ¿no?
—Sí, la última vez estuve como jurado en un concurso en relación con un pasodoble por el ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Álvarez Alonso; y también me han llamado para cosas relacionadas con certámenes vinculados con la aceituna. Mantenemos muy buena relación.
—Usted es, además, compositor cofrade. Lo mismo se deja caer por su tierra natal y alguien lo reconoce cuando una banda se arranque con Martes Santo en la Magdalena, Semana Santa andaluza...
—La suelo pasar en el pueblo de mi mujer, de cincuenta habitantes, en la provincia de León. Bajamos a León, que estamos a treinta y tres kilómetros, y vemos alguna procesión concreta.
—Ahora, con la Cuaresma recién inaugurada, ¿qué tal está su agenda?
—Hoy mismo, 25 de febrero, me tocan otra obra en Granada, de clarinete, que me la estrenaron hace veinte o veinticinco días, pero van a tocarla otra vez, y próximamente también en Valencia.
—Pasará la Semana Santa en la provincia de León, en el norte, su música sonará estos días en tierras granadinas y del Levante, pero José Susi volverá a estar presente en la infinidad de actos cofrades que se avecinan en el Santo Reino. ¿Qué les diría usted a sus paisanos, desde la distancia?
—Que me siento muy a gusto cuando estoy en Jaén.
Únete a nuestro boletín