"Este curso será como sentarse en el diván de un psiquiatra"
Juan Eslava Galán. El unicornio encontrado es el título de la acción formativa estival que la UNIA pone en bandeja a quienes busquen trascender las páginas de sus libros y acercarse al imaginario de este arjonero universal de la mano de un cuadro docente de primer orden. Con tiempo aún por delante (el ciclo abarca del 23 al 26 de agosto), el escritor adelanta para los lectores de Lacontradejaén sus buenas vibraciones en torno al curso en una entrevista en la que tampoco pasa de largo sobre la pandemia.
—Juan Eslava Galán. El unicornio encontrado: doble protagonismo, señor Eslava, como 'cartel' del curso y como docente. ¿Le ocurre con frecuencia?
—Es la primera vez que me pasa. Estoy abrumado, buenos amigos han insistido y hemos seguido adelante.
—Para usted buenos amigos, pero para el resto de los mortales una nómina de personalidades...
—Sí, la verdad es que no me puedo quejar de las amistades que tengo, son unos amigos envidiables.
Dirigido por el profesor y escritor jiennense Emilio Lara, el curso cuenta con un plantel de esos que apabullan, copado de afamados autores, periodistas y profesores como Almudena de Arteaga, el Planeta Javier Sierra, Antonio Pérez Henares, José Ángel Marín, Eva Díaz Pérez (directora del Centro Andaluz de las Letras), Mari Pau Domínguez, el diplomático Inocencio Arias, Jesús Maeso de la Torre, Fernando del Valle Lorenci y el propio alter ego de Nicholas Wilcox.
—Como lector, como escritor... ¿Qué espera de este curso?
—Muchas veces ocurre (por lo menos me ocurre a mí) que cuando oyes a muchos de los lectores te dan opiniones acertadas sobre tus libros, que tú mismo no habías caído en ellas. Ya se sabe que los escritores, aparte de una estructura de superficie recurrimos a una estructura más profunda, que son lecturas quizás olvidadas, vivencias..., y eso sale a flote y lo perciben más los lectores que el propio autor. En ese sentido, un curso así es como sentarse en el diván de un psiquiatra, de pronto descubres cosas de ti que ni tú mismo conocías.
—¿Quiere decir que aparte del enriquecimiento que supone el curso para los participantes, usted también saldrá de las aulas de la UNIA mejor que como entró?
—Sí, yo siempre estoy intentando mejorar, competir conmigo mismo, porque con los grandes que uno admira (Quevedo, Cervantes...) no hay competición posible. Pero uno sí puede competir consigo mismo para mejorar, en ese sentido un curso como este es muy esclarecedor.
—Si además de lector el cursillista es aficionado a escribir, miel sobre hojuelas, ¿no?
—Claro, efectivamente, porque en este curso vamos a hablar mucho de las técnicas de la novela, de cómo se estructura una novela, cómo uno expresa ahí su pensamiento. Saldrán a relucir muchas cosas, y casi todos los intervinientes son escritores afamados. Será interesante.
—Y en Baeza...
—Desde mi primer descubrimiento de Baeza, con catorce o quince años, siempre he vivido fascinado por esa ciudad, el encanto que tiene junto con Úbeda: son distintas pero para mí forman un mismo cuerpo; en algún cuento las he llamado 'Ubeza', fusionando las dos palabras. Estoy enamorado de esas ciudades renacentistas.
—Esa querencia suya seguramente habrá pesado a la hora de concederle, recientemente, el Premio Andalucía de Turismo. Con su palmarés, Juan, ¿todavía le hacen ilusión este tipo de distinciones?
—Muchísimo. Una de las cosas que me propuse hace ya mucho es promocionar mi tierra hasta donde me lleguen las fuerzas, en mis libros, en mis artículos... De pronto, verte reconocido de esa manera te llena de orgullo y también te obliga a seguir en esa senda.
—La última vez que lo entrevisté corría el mes de octubre de 2019. Ha llovido, y mucho, desde entonces...
—Sí, sí, ha cambiado la vida desde entonces.
—¿Cómo le han afectado el confinamiento, las limitaciones, las normas anticovid?
—Yo, de hecho, ya soy muy casero, hago poca vida social, no me ha venido tan mal como a otras personas más extrovertidas, que salían más. Lo he vivido trabajando, con mis libros, escribiendo; dentro de la calamidad, no soy de los que han salido tan mal parados.
—Los libros, la literatura ha sido su escudo. ¿Se ha librado del virus, ha pasado de largo por usted?
—No me ha afectado como a otras personas, obviamente, ni mucho menos, pero por ejemplo un amigo mío de Motril ha muerto y ha sido como perder a uno de la familia.
—Ni el virus ni la edad (73 cumplidos) pueden con su ya legendaria capacidad creativa, o eso parece.
—Bueno, la edad me quita otras cosas, pero lo de leer y escribir más bien me lo acrecienta. Uno tiene que ir renunciando a otras actividades, y te vas centrando en lo que puedes hacer aunque tengas cierta edad. En ese sentido no me quejo.
—¿Habrá sitio en sus libros venideros para el coronavirus?
—No, yo prefiero no tocar este tema. Muchos escritores jóvenes se están planteando escribir algo sobre la pandemia, pero yo les aconsjeo que no lo hagan. La gente quiere olvidar esto. A lo mejor cuando pase mucho tiempo se pueden hacer obras basadas en la pandemia, pero por ahora lo que tenemos que hacer es salir cuanto antes, olvidarla lo antes posible, intentar recuperar nuestras vidas como eran.
—Ponerle eso que llaman una cortina de olvido.
—Efectivamente.
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