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"El verdadero premio es poder publicar todo lo que escribo"

Por Javier Cano - Septiembre 07, 2024
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"El verdadero premio es poder publicar todo lo que escribo"
El escritor peroxileño Luis Foronda. Foto: Aurora Lechuga.

De Luis Foronda (Torreperogil, 1963) dice Muñoz Molina que tiene "una voz propia y diferenciada, un estilo que asienta sus cimientos en la tradición pero que crece y se convierte en algo diferente". Como si nada y a lo largo de tres décadas, el escritor afincado en Úbeda se ha convertido en un nombre propio de la narrativa jiennense de la mano de una bibliografía que el próximo 15 de septiembre contará con un nuevo título: Amor, casi viento, editado por el sello Juancaballos

—¿Qué queda en usted de aquel treintañero que en 1995 publicó su primera obra, Las palabras en la boca? ¿Se ha desgastado mucho en ese largo camino, ha perdido mucho, o sigue intacto?

—Creo que no se ha perdido nada, creo que se ha ganado: tengo la misma ilusión que tenía cuando escribí mi primera novela, y cuando aparece una nueva lo afronto con la misma ilusión; cuando empiezo a escribir una nueva novela, para mí es como si fuese la primera, voy con ese miedo, esa inseguridad aunque uno tenga ya experiencia, después de tantos años y de haber escrito tanto. Pero esa frescura, ese miedo de estar al borde del abismo, de no saber por dónde tirar, creo que lo mantengo. 

—Y de frustraciones, desengaños, heridas..., ¿ha llenado sus alforjas en estos treinta años, o va ligero de equipaje en eso?

—Al contrario, heridas prácticamente ninguna, solo he recibido satisfacciones y felicidad absoluta, que es lo que me ha dado la literatura, me ha hecho crecer personalmente y conocer a personas que admiro; jamás me hubiera imaginado, hace treinta años, que iba a tener amistad con gente que admiraba, escritores de renombre y peso que hoy en día son amigos míos. He aprendido mucho de ellos, y también de los lectores. Más allá de presentaciones y actos, lo más para mí es reunirme con los clubes de lectura, con los lectores, impartir talleres en los colegios... 

—Muñoz Molina, Compán, Maeso de la Torre y tantos otros se han deshecho en parabienes hacia usted...

—A través de la radio (donde he estado veinte años dirigiendo un programa cultural) empecé a llamar a Antonio Muñoz Molina, de ahí nace nuestra amistad, que luego ha ido creciendo con nuestros libros, él siempre ha recibido mis libros y yo, los suyos. Incluso mi penúltima novela me la presentó él en Madrid. Y a través de Muñoz Molina entré ya en contacto con Compán, con Jesús Maeso, con José Luis Villacañas... Eso se lo debo a esta afición mía por la escritura. 

—Una afición que lo ha llevado a convertirse en nombre propio de la literatura jiennense. ¿Nunca ha sentido que se le quedaba pequeña la provincia, que necesitaba huir, instalarse en los Madriles literarios, por ejemplo? A muchos les pasa. 

—Yo no he querido renunciar a eso. A todos nos dicen eso de que tenemos que dar el salto, pero yo estoy cansado de que me lo digan y además, no tengo edad para tanto salto. Estoy muy feliz, y que con una editorial relativamente pequeña como Juancaballos se haya conseguido que Verde (mi anterior novela), después de cuatro años, se siga vendiendo y reeditando, estoy muy a gusto. Trabajo en Torreperogil, vivo en Úbeda desde hace más de cuarenta años y estoy muy feliz en ese mundo, afortunadamente. Y como tengo un trabajo que no me hace necesitar la literatura para vivir (crematísticamente hablando), eso me da mucha libertad, mucha seguridad, mucha tranquilidad. Puedo escribir lo que quiera y cuando quiera. 

—Su matrimonio con Juancaballos ha dado ya a luz cuatro criaturas. La relación va viento en popa, ¿no? 

—Con esta última novela cierro un ciclo, una trilogía de la Transición, y la he querido cerrar con Juancaballos. Con esa generosidad que tienen, me han ofrecido buscar una editorial más grande para la próxima novela, pero es que yo estoy muy contento con ellos, me tratan muy bien, estoy muy a gusto, y me procura una legión de lectores y de clubes de lectura en Úbeda; lectores cercanos, a los que conoces, y eso es lo que más felicidad me produce, de nada sirve estar en una editorial grande, que se vende muchísimo, pero en la que te sientes solo. Gracias a Juancaballos yo siento el aprecio de la gente de Úbeda. 

—En la lista de autores de la Fundación Huerta de San Antonio, por cierto, no faltan ilustres.  

—Ahí están Joaquín Sabina, Muñoz Molina o Salvador Compán, por ejemplo; yo veo mis libros al lado de estos escritores y es muy satisfactorio para mí. 

—Ahora que cita a Sabina, o a Compán, que también pare versos. ¿No tiene previsto hacer ninguna concesión a la lírica en su carrera como escritor?

—Cuando uno es joven escribe poesía, pero yo siempre digo que lo que hubiera querido ser, pero de verdad, es poeta; de hecho, poetas que me han presentado libros me han dicho que en mi narrativa hay mucha poesía. Verde, por ejemplo, es una novela muy poética, ahí se ve ese poeta frustrado que soy, y ese tono poético no lo abandono nunca. En el fondo me siento poeta. Lo que pasa es que yo tengo que ser sincero y reconocer que la poesía me cuesta. Siempre tengo un libro de poesía en la mesita de noche, siempre estoy leyendo poesía, pero no la domino, me decanto más por la narrativa, por crear historias y personajes. 

—Decía Borges que todo buen cuento comienza con una revelación previa, algo muy parecido a la génesis del poema. Usted sabe de eso, porque cuentos ha escrito unos cuantos. 

—Es un género que he escrito durante muchos años, relato y cuento, y puedo decir que he aprendido escribir a través de los cuentos. Es un género que me gusta mucho, de hecho sigo manteniendo un blog en el que subo cuentos de vez en cuando. Incluso en francés me han publicado cuentos y relatos, me siento muy a gusto en ese género. Lo que pasa es que, a partir de mi segunda novela, me di cuenta de que es lo que me llena más, donde me siento más tranquilo, más cómodo, es lo que más me satisface. 

—Amor, casi viento. Suena a poesía ese título, Luis. 

—Es que es el verso de un poema de uno de los personajes, Eliseo, que escribe poemas a su novia. Al protagonista de la novela (Jaime García Arrieta, que es restaurador de obras de arte) le fascina esa poesía que escribe Eliseo y escoge ese verso para explicar el sentido del amor, que empieza con un susurro cuando quieres confesar algo hasta que te pasas y confiesas cosas que son una maldad absoluta y se terminan convirtiendo en una tempestad, en ese viento que es tan difícil de parar. La novela habla también del proceso creativo, y de ahí que el protagonista escoja ese verso para explicar que para crear de verdad hay que amar el aire. Un cuadro de Velázquez es aire. 

—Dalí, si hubiera podido llevarse algo del Museo del Prado, habría dejado sin aire Las Meninas de Velázquez. Él mismo lo confesó en más de una ocasión. 

—Exactamente. De eso va la novela: el protagonista confiesa que él no ama el aire, algo imprescindible para crear una obra, no para recrearla, como él hace constantemente. 

—Septiembre, el otoño y ya mismo la Navidad, Reyes. ¿Por qué harían bien los lectores en adquirir Amor, casi viento, ahora que vienen tiempos de tardes de brasero y de hacer regalos?

—Es una novela de género, muy entretenida, divertida por encima de otra consideración, con sus viajes, sus amores, sus misterios, sus revelaciones y ese poso filosófico que me gusta imprimir a mi escritura. Habla sobre el proceso creativo pero también de la identidad, sobre cómo recuperar lo que hemos perdido, trata de responder a la pregunta de si en un mismo corazón pueden convivir la creación artística y la maldad absoluta... 

—¿Por qué ha escogido la España de 1989 como marco cronológico de este libro? ¿Qué tuvo ese momento concreto para convertirlo en telón de fondo temporal de la novela?

—Es la España preolímpica y cuando yo considero que se cierra de verdad la Transición, de la que trata esta trilogía (Verde se desarrolla en el 78 y Padre serenísimo en el 82-83). Aparte de en Toledo, la novela se desarrolla en Alemania y Dinamarca, en esa época en la que Europa empieza a transformarse. ¿Cómo era ese tiempo, cómo era España en ese momento, cómo se desarrolla un proceso creativo...? Todo eso está en esta novela casi de género negro, que creo que tiene la capacidad de emocionar sin abandonar ese sentido del humor que intento que esté siempre presente en mis libros. 

—A estas alturas de la entrevista, señor Foronda, la pregunta es inevitable: comenzó su carrera literaria con un premio, ¿tiene previsto que no sea el único de su currículo? Hablando en plata, ¿aspira a ser el quinto 'galáctico' de las letras jiennenses, el quinto Planeta de aquí y el tercero de Úbeda?

—[Ríe] No, no, estoy muy lejos de eso, no es mi intención presentarme al Premio Planeta. Me siento muy cómodo en Úbeda. Mi premio es poder publicar todo lo que escribo. 

 Portada del libro. Foto: Juancaballos.
Portada del libro. Foto: Juancaballos.

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