"Jaén representa el fracaso del bipartidismo"
Manuel Montejo (Jaén, 1977) apura sus últimos días como concejal del Ayuntamiento de su ciudad. Ha decidido poner punto y final a su etapa en la primera línea de la política. Seguirá en ella, aunque ya en un segundo plano. Es una decisión personal, madurada durante el verano. Cree que su sitio ahora está al lado de su mujer y sus dos hijos. El portavoz de Jaén en Común se marcha con un sabor agridulce. Piensa que podría haber hecho más, pero que, por un motivo u otro, no ha sido así. Sin embargo, se ha ganado el respeto no solo de los suyos, sino también de muchos de sus adversarios que ahora respiran aliviados con su adiós.
Es un hombre pragmático y con las ideas ciertamente claras. Su visión de la capital no es nada halagüeña si no se produce una verdadera catarsis en la vida municipal, en la que, a su juicio, hay demasiados intereses que poco o nada tienen que ver con los problemas reales de la calle. Iba para médico y, a última hora, cambió de carrera y se hizo fisioterapeuta, profesión que retomará a partir del próximo lunes, una vez que se haga oficial su renuncia en el pleno. Él no lo ve, pero a Manuel Montejo le sobrevuela un halo de afecto nada impostado. Es cercano y sencillo y eso quizá sea lo que más valora la gente que lo conoce.
—¿Se ha quitado un peso de encima?
—Aunque ha sido una decisión difícil, no me he quitado ningún peso de encima. Siento que mi responsabilidad es estar con la gente que quiere sumarse a este proyecto para cambiar Jaén. Lo que ocurre es que, en mi caso, tenía que elegir y decidir qué es lo que prima más en mi vida. Mi familia me necesita y, por lo tanto, he optado por marcharme.
—¿Por qué no ha aguantado hasta el final del mandato quedando tan poco?
—Me tomo muy en serio la labor que desempeñamos en el Ayuntamiento y quizás una de las razones por las que he decidido marcharme es que no podía estar al cien por cien. En este momento, por mi situación personal y familiar, siento que no puedo darlo todo como a mí me gustaría. Por eso, hay que ser honesto y si no puedo dar lo que la ciudad necesita es mejor dar un paso atrás y que sea otra persona la que realice esta labor. Lo que tenía claro es que no me iba a quedar hasta mayo con esa sensación de que no estaba dando el cien por cien. Lo mejor es irse y debería ser algo lógico y natural.
—¿Regresa a su puesto de trabajo?
—Así es. Soy fisioterapeuta y autónomo y, a partir del 29 de octubre, cuando se haga oficial en el pleno mi renuncia al acta de concejal, me daré de nuevo de alta para proseguir con mi carrera profesional.
—¿Se va con el deber cumplido?
—Me siento orgulloso del trabajo que hemos hecho, pero considero que se necesita mucho más porque esta ciudad requiere de un cambio y, desde ese punto de vista, no puedo decir que me marche con el deber cumplido.
—¿Necesitará un periodo de adaptación en su nueva vida?
—Es algo que todo el mundo me comenta y no sé si lo necesitaré o no. Ahora me encuentro bien y tengo ganas de volver a mi trabajo, de recuperar una etapa.
—A pie de calle es uno de los políticos más apreciados del Consistorio. Quizás el nuevo proyecto político de confluencia pierde un valor seguro.
—No sé si soy uno de los políticos más valorados. Lo único que hecho ha sido lo que creía que era mi obligación, ni nada más ni nada menos. No he hecho nada excepcional, solo hacer mi trabajo de la mejor manera posible. Tampoco voy a dejar de participar en política, como lo he hecho desde prácticamente toda mi vida. La cuestión es que ahora paso a un segundo plano. Seré uno más de los que ayuden.
En cuanto a la posible confluencia, no es otra cosa que la necesidad de crear un proyecto al que se sume mucha gente y que pongan encima de la mesa una alternativa para esta ciudad. Y eso no pierde activos porque yo me vaya. De lo que se trata es de que participe el mayor número de gente posible y que todos pongan por delante los intereses de Jaén. Si eso se consigue, da igual que esté yo como que esté cualquier otro. Hay personas más que capacitadas para realizar una buena labor.
—Hay gente que no se cree que su decisión sea solo y exclusivamente personal, sino que existe un componente político.
—No hay componente político alguno. Esa es la realidad. Bien es cierto que sí tenía pensado participar de manera activa en el proceso de confluencia, pero una vez que lo reflexioné, este verano, con la familia, tomamos la decisión de que lo dejara y de que fuera ya. A partir de ahí, se lo comuniqué a la gente más cercana. Fue una sorpresa, pero sin ese componente político del que habla. No ha pasado nada ni ha habido enfrentamiento alguno, ha sido, como le he dicho antes, una determinación personal. Entiendo, no obstante, que cause esa extrañeza porque quizá lo habitual es lo otro, que me marchara con la excusa de la familia, pero en este caso no ha habido nada.
—¿Cuál será su papel en el proceso de confluencia?
—Como uno más. Tener un cargo de representación no quiere decir nada. Estoy aquí porque me eligieron y decidieron que fuera el número uno de la lista. En este caso, participaré en la medida que los compañeros consideren que puedo aportar o en la labor que crean que puedo ser útil.
—¿El nombre de la marca será importante?
—Entiendo que no. Lo importante es el proyecto. No hablamos de publicidad ni de marketing, aunque en la política esté cada vez más presente. Me da exactamente igual la marca. Cualquier partido o colectivo no es más que un instrumento para intentar cambiar la sociedad. Lo que me preocupa es qué tipo de proyecto y para qué va a servir: si va a defender a esa gente que de verdad necesita que la defiendan en esta ciudad y que den la cara por ellos o para defender los intereses de los de siempre. Para eso no hace falta ni marca ni nada. Ese tipo de cuestiones son las que me preocupan. La marca será una cuestión secundaria, igual, incluso, que los propios candidatos. Eso no importa si detrás no hay un proyecto que vaya en una determinada dirección y que marque qué tipo de gobiernos se deben apoyar. Todo ello con la participación abierta de la gente. Si eso no se debate, no se discute y no está abierto a la opinión de todos qué más da quien esté en la lista, el nombre o qué forma jurídica se utiliza. Es que eso es lo de menos porque en ese momento este instrumento dejará de ser útil.
—¿Sara Martínez sería una buena candidata a la Alcaldía?
—Personalmente, pienso que sí.
—¿Deja muchos amigos en el Ayuntamiento, al margen de su grupo político?
—Más que amigos, gente con la que he podido trabajar más o menos bien durante estos años. Con otros, pues no ha sido tanto porque tienen una visión diferente de las cosas. He encontrado a gente muy válida dentro de la plantilla de trabajadores municipales. Personas que me han apoyado para entender el funcionamiento del Ayuntamiento. A pesar de lo que se pueda pensar la calle, en esta Administración hay profesionales que saben hacer muy bien su trabajo, que curran mucho durante todo el día y que, gracias a ellos, la ciudad está un poco mejor de lo que está porque lo que falla es la dirección política.
—¿Se va decepcionado con alguien?
—En lo personal, no. Me decepciona que lo que se dice públicamente es muy diferente a lo que te dicen en privado. Es algo que me decepciona porque no debería ser así. No puedes decir una cosa en el pleno y luego salir por la puerta y decir otra. Es cuando me pregunto a qué tipo de intereses se responde en la política municipal, a los personales, a los particulares, a los de partido o a los de las personas que se benefician de los trozos más grandes del pastel, que todos conocemos y que podemos señalar por la calle. Me decepciona también esa gente que se calla o que no dice lo que piensa por orden del partido, ya que de lo contrario su carrera política es corta. Sin embargo, se olvidan de que están aquí, cobrando un sueldo para cumplir con un trabajo, para decir lo que piensas y para hacer las cosas que debes y no las que te impone el partido.
—¿Hay concejales que están solo por el sueldo?
—Creo que sí.
—¿Y no decepciona que uno se convierta en servidor público solo por dinero?
—Pues claro, pero es algo que todos sabemos. En un Ayuntamiento, somos menos y se ve quién trabaja más y quién trabaja menos. En un Parlamento o en una Diputación, si preguntas si realmente hay gente que está solo por rellenar y para cumplir lo que dice el de arriba, independientemente de los intereses. En ese sentido, mi opinión personal es que debería haber otro sistema de elección, que no dependa de un partido, sino de la circunscripción, como ocurre en Inglaterra, donde te elige un barrio y tienes que estar todos los meses dando explicaciones de lo que haces por los vecinos. Sabes que en las siguientes elecciones no te va a votar nadie si no cumples, independientemente de lo que quiera tu partido. Ese tipo de cosas favorecen que haya una democracia más representativa de lo que es la gente y no de los partidos políticos o a los grupos de poder.
—¿Está Jaén peor que cuando llegó al Ayuntamiento en 2015?
—Creo que sí, en el fondo todos lo vemos. No es que haya pasado nada grave, pero todos los problemas que teníamos en 2015 se han acentuado. No se ha producido cambio alguno, sino que todo ha ido a peor, por lo que de manera paulatina la ciudad va empeorando. El problema del paro y todo lo derivado de la crisis ha hecho mella aquí. Además, ha empeorado el comercio, en una ciudad que basa buena parte de su economía en ello. Los barrios están muchísimo peor que hace tres años. Solo se han puesto parches en algunos casos. Los servicios municipales tampoco han mejorado, más bien todo lo contrario. Sinceramente, la ciudad está peor.
—Diga aquí lo que se ha guardado en sede municipal.
—Realmente no me he callado mucho. Hay cuestiones de las que no he podido hablar, básicamente, porque están pendientes de un proceso judicial, y hasta que no hay sentencias firmes o está ratificado por un juez pues por precaución no puedes decir nada. Es, quizás, en lo que tienes más cautela.
—¿En el pleno, por lo tanto, ha dicho todo lo que piensa?
—Sí, claramente.
—Se prevé una nueva Corporación prácticamente renovada por completo. ¿Qué espera de ella?
—El problema que veo fundamental es si van a ser conscientes de la situación real del Ayuntamiento y de la ciudad, o se va a seguir como hasta ahora, como si no pasara nada. Más que nada lo digo porque de seguir así nos van a dejar sin futuro no solo a nosotros, sino también a nuestros hijos. Igual toman las riendas y asumen la situación que tiene la ciudad y qué cosas hay que hacer para cambiarla. No es cuestión de discursos ni de promesas, sino de afrontar los problemas reales de verdad para darle una solución, y enfrentarse con quien haga falta. Si entra una Corporación con esa predisposición, pues mejor que mejor porque se pueden encontrar un Ayuntamiento en una situación catastrófica.
—Si le digo que hay más de un político que se ha visto aliviado con su marcha, ¿qué piensa?
—Me lo creo, pero me parece triste porque es reducir la política al marketing, a una carrera. En vez de estar pensando en cómo arañar un puñado de votos o de una foto diaria en la prensa, deberían pensar si tienen soluciones a los problemas reales de la ciudad. Porque lo que me temo, en base a lo que he visto, es que la mayoría ni tienen respuesta y lo que es peor, les da igual. Y eso sí que es triste y da mucha pena. Vemos que les da igual en los debates eternos que tenemos por cuestiones que nadie le da solución. Utilizan esos temas como armas de enfrentamiento pero los problemas siguen estancados.
—¿Ha sentido vergüenza ajena en algún pleno?
—En alguno sí, sobre todo cuando veo el nivel de respuesta o de explicaciones a la gente que no se lo cree ni él. Es directamente falso lo que dice o si lo hace para aparentar lo que demuestra es que le da exactamente igual lo que pase. No tiene interés alguno en solucionar un problema y eso me genera vergüenza.
—¿Esperaba más de Javier Márquez?
—En el plano personal, tengo una buena relación, tanto antes como desde que es alcalde. Hemos hablado bastante e, incluso, compartimos muchas cosas. Lo que no vemos de la misma manera es el diagnóstico de la ciudad y el tratamiento. No compartimos las soluciones. Hemos intentado llegar a algún tipo de acuerdo pero ha sido difícil porque partimos de concepciones totalmente diferentes de la ciudad. Como alcalde, creo que esperaba conseguir muchas más cosas. Por un motivo o por otro, sabe que no podrá hacer muchas de las cosas que se ha planteado. Ha tenido que resignarse. Creo que tenía que haber dado un paso para adelante y decir las cosas como son, como que determinadas administraciones no me dejan, que determinados grupos o personas con poder en esta ciudad no permiten hacer esto. La gente se merece esa explicación.
—¿Qué opinión le merece lo que está pasando con el tranvía?
—Es un enorme paripé porque es un problema que tiene una fácil solución si ambos -Ayuntamiento y Junta de Andalucía- quisieran, pero ni el PP ni el PSOE han tenido interés real para que se solucione. En momentos determinados, han pensado que es mejor que no funcione y en otros la manera de colgarse la medalla para derrotar al rival. Nunca se pondrán de acuerdo porque siguen enfrentados y buscando obtener más rédito. Siguen intentando engañar a la gente, pero esta ya no se lo cree.
—¿Cree que el tranvía fue una equivocación?
—Podemos valorar si el tranvía es bueno o malo para Jaén una vez que tengamos en esta ciudad un transporte público que verdaderamente sea de calidad y conecte todos los barrios en el menor tiempo posible. Cuando tienes eso, que, por otro lado, nunca se ha tenido, te puedes plantear si necesitas otro sistema alternativo para complementar los autobuses urbanos. Como sistema complementario no funciona porque, en primer lugar, los autobuses no cumplen su función y, en segundo lugar, porque ese diseño es erróneo. No es el mejor tal cual está configurada la ciudad. Creo que otro diseño hubiera funcionado mejor. Pero, insisto, lo primero es mejorar los autobuses. Ahora bien, una vez que te has gastado 120 millones de euros tiene que ponerse en marcha porque lo que sí es de vergüenza es que las vías sirvan de aparcamiento.
—¿No cree que aquí se ha disparado demasiado con pólvora del Rey?
—Básicamente, por una percepción cortoplacista de las cosas y por intereses personales. Quieren que se les recuerde, que nadie olvide que hizo esto o aquello, pero sin tener en cuenta las consecuencias que puede tener para la ciudad. Pocas veces valoran su utilidad. Al final no se atienden los problemas reales del ciudadano. Nadie le ha metido de verdad mano a unos problemas que siguen ahí. Y meto a todo el mundo.
—La verdad es que la mayoría de los proyectos o intervenciones de esta ciudad acumulan un retraso importante.
—Creo que todas esas cosas no se hacen pensando en los ciudadanos sino en el rédito político que se obtendrá. Se van dejando y entran en ese juego del "y tú más" y del enfrentamiento político. Lo que yo quiero es que vean de una vez por todas los problemas reales de esta ciudad y se gasten el dinero en solucionarlos. El problema es quién va a poner dinero para solucionar el tema de los autobuses urbanos. Le aseguro que con 120 millones se podría haber mejorado toda la flota de autobuses, sin tener en cuenta si esa empresa que tiene el concurso o el concierto debe seguir prestando el servicio. ¿Alguien de verdad se ha parado a analizar la recogida de basura y la limpieza viaria? El dinero se pone para otras cosas que luego no sirven porque no se piensa en su utilidad. Si Jaén tuviera unos buenos servicios municipales y te sobra dinero, gástalelo en lo que quieras, en un parque acuático, en un tranvía, pero cuando no tienes para qué gastas el dinero que no tienes. No puedes tener una casa que se cae o los hijos con carencias e ir por ahí con un deportivo. Ese es el problema de Jaén.
—¿Jaén representa el fracaso del bipartidismo?
—Es uno de esos lugares en las que se ve más claro ese fracaso porque cuando han gobernado aquí y en otras administraciones no han conseguido sacar adelante la ciudad. Incluso en proyectos en los que deben trabajar juntas, como el PGOU, han fracasado de manera estrepitosa. Han sido incapaces de hacer un plan que sirva y que cumpla la ley. Eso es un fracaso absoluto. No han hecho viable el estado económico y financiero del Ayuntamiento porque creo que, en el fondo, Jaén ha sido utilizada para otro tipo de intereses. Han dejado la ciudad en manos de un grupito de gente que son los mismos de siempre, que son los que obtienen beneficios y se pueden contar con los dedos de una mano. Llevan décadas controlando lo que se hace aquí, sostenidos por los dos grandes partidos.
—¿Qué le parece el papel de los medios de comunicación de esta ciudad?
—Creo que los medios de comunicación en cierta manera consolidan ese sistema. Y no hablo de los periodistas. Creo que favorecen para que nada eso salga a la luz. Lo hacen de múltiples formas, no solo ocultando noticias, sino también la manera de contarlas, la versión que ofrecem o a quién se le da voz. Existe poco grado de análisis o de opinión. No creo que exista una teoría de la conspiración, simplemente hay gente que trata de obtener el mayor beneficio de las cosas, que sean sus proyectos los que siempre salgan porque tienen los contactos y el poder económico suficiente para que lo suyo sea lo que funcione bien. Lo común siempre queda aparcado.
—¿Cree que dependen demasiado del poder?
—Cuando los medios se autodenominan el cuarto poder es porque se consideran un poder y cuando formas parte de él tienes una relación diferente al resto de gente. Desde ese punto de vista, formas parte de ese sistema. Eres tú el que decides si eres un poder independiente o dependiente. No es cuestión de este país, sino en general. Lo vemos con la concentración de medios de comunicación a nivel internacional en manos de muy pocos. Lo que han decidido es formar parte del poder. Pasa en esta ciudad y en otros lugares del mundo. Y una cosa son los trabajadores y otra bien distinta las empresas y a quién responden sus intereses.
—¿Cree que Jaén sigue siendo cortijera?
—Me siento muy orgulloso de mi ciudad. Cuando me fui a estudiar fuera era porque Jaén se me quedaba pequeña y quería ver otras cosas, pero cuando llevaba un año lejos de casa estaba deseando volver. Voy a seguir viviendo aquí, pero Jaén es un pueblo grande. Es así. Esa mentalidad y ese sentimiento de la gente lo considero positivo, siempre y cuando seas consciente de lo que eres y de las fortalezas que tienes que vas a utilizar en beneficio de tú gente. Pero cuando esa percepción de pueblo grande lo utilizas solo para lamentarte, sin poner remedio a ello para que la gente viva mejor, pues directamente caes en la resignación, en la que colaboran unos y otros, según les interese.
—¿Su mujer ha ganado un marido y sus hijos un padre?
—Siempre han tenido esa figura en la familia, pero sí es cierto que la responsabilidad del Ayuntamiento disminuye ese papel. Sinceramente, en muchos momentos, he sentido que no lo he hecho bien, que no he cumplido como debería. Por eso he decidido que no vuelva a pasar.
—¿Se marcha con más dinero que cuando entró?
—Nosotros tenemos un sueldo limitado porque así lo acordó en su momento Jaén en Común. Cobramos 1.900 euros al mes, que es un sueldo más que suficiente para vivir en comparación con el nivel de salarios que hay en esta ciudad. Mucha gente se daría con un canto en los dientes con 1.900 euros. También es cierto que antes de entrar, aunque no tenía un sueldo fijo en la actividad privada, había meses que ganaba más que en el Ayuntamiento.
Fotos y vídeo: Esperanza Calzado y Javier Esturillo
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COMENTARIOS
Ramón Díaz Casado Octubre 24, 2018
No soy de Jaén, no conozco a ésta persona, pero por lo que ha dicho en la entrevista, el Consistorio de Jaén pierde una persona honrada y trabajadora.
responderMercedes Medina Diciembre 20, 2018
Yo también lamento que Manuel deje su acta de concejal. Por desgracia, el sistema acaba con la gente honesta y perpetúa a los de siempre, para que no cambie nada y todo siga igual. Es decir, empeorando. Pero lo entiendo, porque la honestidad es tan escasa en política que debe ser muy frustrante sentirse asediado por tanta mediocridad, egoismo e irresponsabilidad.
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