"Los que han hecho daño a esta ciudad no merecen estar en política"
Manuel Palomo Montoro (Jaén, 1964) llega a la emisora perfectamente trajeado y con su inconfundible sombrero, que deposita cuidadosamente en la desordenada mesa de su despacho. El director de Radio Jaén Cadena Ser no nos esperaba, pero se somete al 'tercer grado' de lacontradejaen.com con "mucho gusto". Es uno de las pocos responsables de los medios de comunicación que no mide sus palabras a la hora de responder. Rebelde, rockero, granuja y destila sinceridad. Toda su aparente tranquilidad no quiere decir que su discurso haya cambiado: Manuel Palomo ha hecho de la honestidad una marca de la casa. "Aquí, haciendo amigos" es una de sus coletillas. Tipo de barrio, de realismo sucio y lecturas apasionadas, Manuel Palomo no nació para andarse con sutilezas. Lo sabe y no le preocupa. Fue el concejal más joven en ocupar un sillón en el salón de plenos del Ayuntamiento, allá por principios la década de los 80. Era el Jaén que venía del blanco y negro, pero que, a su juicio, sigue instalado en el gris.
—Es el director de la radio más escuchada de la provincia. ¿Cómo lo lleva?
—Pues trabajando intensamente. El día a día es muy complicado, con muchas horas trabajando. Mi labor es más de cara al exterior. Todos nos coordinamos para desarrollar perfectamente cada función. Radio Jaén es un equipo, en el que cada uno expresa su punto de vista y luego se coordina. Bien es cierto que esta emisora es un poco atípica, en el sentido de que en el accionariado, ademas de la Cadena Ser, están los trabajadores, en un porcentaje mínimo, pero ahí estamos. Conviene recordar que no es solo Radio Jaén, que también están Los 40, Cadena Dial, Radio Olé y en Santisteban del Puerto Los 40 Norte.
—¿Y duerme bien por las noches con tanta emisora funcionando?
—Como un bebé de tres meses. Es como todos los trabajos, con momentos buenos y menos buenos. Nuestra trabajo en redacción, por ejemplo, es el mismo de cualquier periodista, estar pendiente de la actualidad, buscar temas e intentar que la gente los compre.
—La radio también se ha adaptado a los nuevos tiempos y se ha convertido en un medio multimedia.
—Uno de los problemas de las radios provinciales es que no tenemos tiempo. Cada empresa, según sus criterios, apuesta por sus grandes estrellas y esto va en detrimento de los tiempos locales. La gente nos demanda más cosas, más allá de Onda Media o Frecuencia Modulada. Nos pide información que nosotros canalizamos a través de las redes sociales y de la página web, que estamos potenciando mucho. También estamos haciendo contenidos en papel, con revistas propias, y realizamos servicios integrales de comunicación para empresas, porque Radio Jaén es comunicación en todos los sentidos. De hecho, ya le puede avanzar que, a primeros de año, lanzaremos nuevos productos radiofónicos que se están puliendo y dando brillo en estos momentos.
—Durante décadas, la radio siempre ha estado amenazada, pero siempre ha salido airosa y ha sabido reinventarse, a diferencia de otros medios de comunicación, como los impresos, que, cada día, pierden lectores.
—La radio será el último medio de comunicación en desaparecer. Es el más cercano, el que permite hacer varias cosas a la vez mientras la escuchas. Pero también se va modernizando y adaptando a los nuevos tiempos en otros soportes, como la web o los postcast, que es la radio a la carta. Uno no puede estar viendo la tele o leyendo un periódico mientras conduce, pero sí puede escuchar la radio. A pocos conozco que hagan zapping con ella. Ponen una emisora y la escuchan. Además, ofrece más calidad e imparcialidad que la mayoría de televisiones, que son más bien 'telecutres'.
—La radio es, además, compañía para muchas personas. Se sienten acompañadas mientras la escuchan.
—Si fuera gobernante, estudiaría la labor social que hace el programa 'Hablar por hablar', por ejemplo. Es la radio de la esperanza. Creo que este tipo de programas se deberían hacer en las teles públicas que para eso están. La gente necesita hablar, desahogarse, que se el escuche. Nos ahorraríamos mucho dinero en medicinas.
—La pena es que, como ha dicho antes, las emisoras locales han perdido minutos en beneficio de la programación nacional. ¿Echa de menos más tiempo para lo cercano, lo local?
—Por supuesto. Toda la reivindicación de un director, y en mi caso es así, es pelear tiempo local porque es lo que te acerca más al ciudadano. Bien es cierto que hemos sabido adaptarnos para hacer las cosas mejor. Por ejemplo, nos hemos enganchado a los bloques regionales, que tampoco existían antes, para que Jaén esté más presente en las ondas. Todo no pasa en Sevilla o en Málaga. Me siento orgulloso cuando Jaén abre la portada ya sea en informativos o en deportes. Eso quiere decir que Jaén cuenta.
—La EGM (Estudio General de Medios) avala el trabajo de Radio Jaén.
—Por ahora sí. Pero me gustaría, en este punto, hacer una crítica a las autoridades competentes que tanto piden legalidad por un lado y por el otro hay instituciones que avalan a radios piratas en detrimento del resto que están legalmente establecidas. Es una competencia desleal a gente que no paga sus impuestos. Hablamos de radios piratas sin concesión administrativa a las que estamos denunciando.
—¿Eso no eran cosas del pasado, de otros tiempos?
—Está pasando en nuestros días. Emisoras que no tienen concesión administrativa, pero venden publicidad y tienen respaldo institucional, que es lo más grave. Sin ir más lejos, hace poco el Ayuntamiento de Jaén respaldó una fiesta, que fue un fracaso de gente, por otro lado, de una emisora que no tiene concesión administrativa, y que, además, publica datos falsos. Me duele porque hay gente en ese sitio que es ajena y no sabe si está legalizada o no. Lo que más preocupa es que una institución pública participe en ese juego.
—Y ahora que es director, ¿no se muerde más la lengua?
—No. Lo único que he hecho ha sido reeducarla, pero el pensamiento es el mismo. Sigo siendo el azote para muchos de aquí. Tengo la sensación que cumplo los años al revés: cuanto más viejo, más pellejo.
—¿Le cae mucha gente mal de esta ciudad?
—A mí no me cae nadie mal, exceptuando aquellos que me han querido hacer daño. Pero, en eso, tengo una teoría: Soy un poco como Edmond Dantès, en 'El conde de Montecristo', dejo pasar el tiempo para cobrarme después la factura. En cualquier caso, no me levanto pensando en hacer el mal a nadie, más bien todo lo contrario.
—Pero sí se ha ganado enemigos.
—Ellos conmigo. Pero si decir lo que uno piensa supone ganar enemigos, pues supongo que tendré más de uno, como un secretario de Estado. Ese es su problema. Yo sigo paseándome por Jaén y tomándome unas cervezas, otros no.
—¿Y qué ve cuando pasea por las calles de la ciudad?
—Me da mucha pena. Empezando por el conformismo de los jiennenses, en el que nos metemos todos. Hemos trasladado a nuestras generaciones ese hermetismo de la posguerra, de no salir de casa, de no decir nada, de tener miedo a gritar... Aquí no se moviliza nadie y nadie dice nada.
*Esta entrevista se realizó antes de que Jaén Merece Más convocara la manifestación del 17 de diciembre.
—Hace unos días, hubo una foto histórica en la Catedral, donde acudieron los cinco portavoces del Parlamento andaluz a la llamada de 'Jaén Merece Más'.
—¿Para qué? Espero que sirva para algo, pero solo se comprometieron a estudiar y deberían saber de antemano los problemas que tiene Jaén. Lo que tendrían que haber dicho es vamos a ver cómo lo hacemos. Entiendo que hay medidas que no se pueden tomar en un momento, pero sí exponer las líneas maestras para ejecutar cosas. Luego hay mucha demagogia que se utiliza como arma política. Yo personalmente no la hubiera hecho porque son los políticos los que debían convocarla, no la plataforma. Aplaudo lo que han hecho, pero no son representativos de las urnas.
—El problema es que ha tenido que ser la ciudadanía la que dé el paso al frente ante la pasividad de los políticos.
—El abandono de Jaén no es de ahora. Pero insisto la soberanía popular reside en las instituciones y en nuestros políticos, y son ellos los que deben promover las reuniones para solucionar los problemas de la gente. Y, sobre todo, que ejecuten los proyectos comprometidos. 'Jaén Merece Más' me recuerda a la 'Mesa por Jaén', que se creó cuando yo ni siquiera tenía hipotecas, era un indocumentado y un tipo feliz. Hay que tener memoria histórica y recordar que aquella iniciativa, en la que participó, a última hora, hasta el obispo, perseguía muchas cosas con las que coincide ahora la plataforma. Con el tiempo, vino el 'Activa Jaén', que desapareció del mapa y aquí nadie dijo nada. El fútbol y, posiblemente, el botellón han movido siempre a más gente que cualquier necesidad o reivindicación.
Otro de los matices que alimentan el inconformismo es el alto grado de funcionariado que hay en Jaén, donde se vive muy cómodo cuando tienes unos ingresos fijos. Fuera de ese paraguas, la cosa se complica.
—A mí lo que me cansa es tanto plan. Desde tiempos inmemoriales, no sé cuántos planes ha habido para salvar Jaén.
—El problema es el tipo de planes que han venido aquí. Lo que tenemos qué analizar es qué es lo que nos hace falta realmente. Por ejemplo, aquí se han hecho auténticas locuras, desde un zoológico hasta un recinto ferial que costó un ojo de la cara para utilizarlo una vez al año. También tenemos un tranvía que es el aeropuerto de Castellón. Aquí llegó un señor que dijo que no se pone en funcionamiento y no pasa nada. Se inventó unos datos y nadie lo ha corrido a gorrazos.
—¿Y por qué aquí todo el mundo se va de rositas?
—No todo el mundo. Le pongo como ejemplo el exalcalde de Huesa. En cambio, hay señores que intervienen el Ayuntamiento de Madrid y aquí en Jaén hay 550 millones de euros de deuda, más los que quedan por salir, y no solo se van de rositas, sino que, además, la hacemos secretario de Estado de Hacienda. Esa gente que ha hecho daño a esta ciudad, unos a caso hecho y otros con desconocimiento, no merecen estar en política. Tenemos políticos que no están ni para jugar en Preferente.
—¿Cuál es su visión de la clase política?
—Es el fiel reflejo de la sociedad. Los políticos los hemos puesto nosotros. En Jaén, hay como en todos los sitios, excepciones muy honrosas, gente que curra, otros más mediáticos y también los que no dan un palo al agua. Luego nos encontramos los que están solo a disposición del partido y no de la sociedad. Hace 25 ó 30 años, había debates ideológicos en los partidos, ahora pocos o ninguno.
—¿Por qué están tan alineados los políticos? ¿Qué miedo hay en debatir?
—Más que miedo, desconocimiento. Estamos formando muy buenos políticos en materias concretas, que pueden saber mucho de campo, pero no tienen ni idea de la lucha de clases o la socialdemocracia, por poner un caso. Son buenos técnicos en la Administración, pero le falta visión política. Los tecnócratas nunca han sido buenos para este país.
Otras de las cosas que percibo es que hace mucho tiempo que aquí los partidos no plantean revoluciones ideológicas porque la gente no tiene ideología ni formación para ello. No es extraño que te comenten qué hace un alcalde en un partido cuando podía estar en otro, total no es de izquierdas ni de derechas. Pero se equivoca, porque existen hechos diferenciadores. Recuerdo, por ejemplo, que la gente que se quería divorciar era maldita, al igual que los que lucharon por la ley de los matrimonios homosexuales. Ahí esta una de las diferencias.
—¿Jaén ha salido del armario en determinadas cuestiones?
—No, y le iba a costar mucho trabajo porque Jaén tiene retazos del franquismo en comportamientos sociales.
—¿Todavía ve a esta ciudad en blanco y negro?
—En algunas cosas la veo en blanco y negro. No veo a los grises, pero sé que hay en las esquinas. Como podemos pedir mandatos de ochos años, cuando algunos llevan más de veinte en el cargo. Algunos están explotando mucho la democracia y no se han bajado del coche oficial. El problema es que no sabemos ni qué han hecho.
—¿Hace falta una revolución social para cambiar ese panorama?
—La hacemos todos los días, lo que pasa es que, a lo mejor, no llega a todo el mundo. Tenemos a nuestra disposición las redes sociales, pero no sirven porque se pierde el contacto con las personas y así difícilmente puedes emprender una revolución, amen de que existe mucho analfabetismo digital, del que no podemos culpar a las administraciones.
—¿Hay sacar a Jaén de la zona de confort?
—Sí, pero antes hay que perder el miedo. Es necesario dar un 'varazo' para que se espabile y pierda ese miedo. Es necesario replantearnos muchas cosas. Por ejemplo, cuánto dinero negro hay en esta provincia, porque hay parámetros que no me cuadran. Dónde están también los bancos privados, qué aportan a este territorio. Otra de las cosas que me preocupan es del Banco de Alimentos. Destaco su labor, pero esa función la debería realizar el Estado, quien tiene la obligación de mantener las mínimas condiciones a las personas y si esto supone un aumento de impuestos, pues que se haga, para que nadie tenga que ir mendigando. Es de vergüenza ver las colas a las puertas del comedor de San Roque y aquí no pasa nada. Es más hay gente que se siente orgullosa de ayudar en esa labor. Oiga, los tiempos de la beneficencia ya pasaron. En un país moderno y democrático nadie debe pasar ni hambre ni frío. Y en educación todos debemos partir con las mismas posibilidades, luego cada uno llegará hasta dónde pueda.
—Pues no se ha mordido la lengua, ¿o sí?
—Sí, muchas veces me quedo con las ganas de llamar imbécil a más de un imbécil. Es una metáfora, pero quién no tiene un gilipollas en su vida. Lo único que quiero es que la gente viva en unas condiciones mínimas y dignas.
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