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"Si alguien quisiera aprender conmigo sería como si me tocara la lotería"

Por Javier Cano - Marzo 08, 2025
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"Si alguien quisiera aprender conmigo sería como si me tocara la lotería"

Parece que el destino ha puesto a Manuela Martín una pasarela hacia el éxito en el mundo de la moda flamenca, donde esta bañusca de 1978 brilla con luz propia desde que decidió volcar su creatividad en vestir a la gente para que deslumbre en ferias y fiestas.

Con un libro de encargos a rebosar tras su paso por las citas más importantes en su campo, la diseñadora de Baños de la Encina saca hueco, hoy, para acercarse a los lectores de Lacontradejaén. 

—Ha hecho ruido el desfile del 28 de febrero en Baños, señora Martín, en el que su firma ha sido la organizadora de la cita, además una de las cuatro protagonistas, y la única local.

—Sí, sí, ha tenido mucho éxito. 

—¿Por qué la moda flamenca por encima de otras opciones, de dónde le viene ese gusto por los faralaes?

—Esto surgió cuando yo tenía nueve años, me crie con una abuela mía, viuda, y siempre estaba empeñada en que yo estudiara, que no tuviera que depender nunca de un hombre. En aquel entonces a las niñas nos apuntaban a corte, vi cómo mis amigas lo dejaban y a mí me encantaba, era mi pasión. Fui creciendo, me saqué mi título de Corte y Confección y jamás he dejado de hacerlo, hasta que ya me casé y encontré otros trabajos. 

—Pero nunca lo dejó del todo...

—Tenía esa espinita, me gustaba la moda flamenca pero nunca era el momento para estudiar esa especialidad, hasta que mis hijos fueron grandes y me di cuenta de que era el momento. Me apunté a una escuela de Sevilla, estudié, llevé una prueba práctica y una de mis profesoras me dijo que mis manos valían para mucho más que lo que yo les había contado. Me animaron a que me apuntara a Simof [Semana Internacional de la Moda Flamenca], pero yo eso lo veía muy lejos. 

—No se apuntó al final, ¿no?

—Llegó el último día para apuntarme, me apunté y me cogieron. A raíz de ahí me vine arriba. 

—Así empezó su historia, hace cuatro días como quien dice, porque su primera participación en la feria fue el año pasado, ¿verdad?

—A partir de ahí eché para un montón de pasarelas, que me iban diciendo mis profesoras, y me cogieron para un montón, el año pasado. 

—O sea, que en este último año le ha cambiado a usted la vida. 

—Muchísimo me ha cambiado, sí.

—Ha roto usted las fronteras locales y ha entrado por la puerta grande. ¿Cómo vive esta nueva situación?

—Con mucha intensidad; el Ayuntamiento me ofreció un local para montar mi taller y decidí quedarme, prácticamente vivo en el local, de tanto trabajo como tengo, porque además de flamenca también coso ropa de madrina y de fiesta. Tengo la agenda cubierta hasta septiembre. 

—¿Quién le ayuda? ¿Ha tenido que contratar ayudantes?

—Estoy sola, aunque me ayuda mi madre cuando necesito ayuda, o mi cuñada, y me echan una mano. Pero ya sí estoy pensando en que alguien me ayude seriamente, no puedo ya con tanto trabajo. 

 La creadora de Baños de la Encina, junto a sus padres, que disfrutan el éxito de su hija. Foto cedida por Manuela Martín.
La creadora de Baños de la Encina, junto a sus padres, que disfrutan el éxito de su hija. Foto cedida por Manuela Martín.

—Porque lo de marcharse de Baños, ampliar horizontes, crecer empresarialmente en una ciudad flamenca...

—No, no, eso lo tengo muy claro, clarísimo: de Baños de la Encina no me voy, me fui cuando me casé, volví y ya no me voy hasta que me muera. 

—Pero, ¿qué tiene su pueblo para que se aferre a él como la castañuela al dedo?

—En mi pueblo me siento muy querida, vivo superbién, muy a gusto, y no me falta trabajo. ¿Para qué más?

—¿Qué la inspira, Manuela, a la hora de concebir sus diseños?

—Los diseños tienen la inspiración que una tenga; cuando yo empecé a estudiar estaba pasando unos momentos difíciles y la inspiración se me fue a eso. Este año, sin embargo, mi colección se titula Renacer en libertad, que es lo que me ha pasado, así que esta y la anterior coleccion, Armonía, son mi mundo personal. ¿Me inspirará otra cosa en otro momento? No lo sé. A veces el diseño nace después de un paseo, o de un sueño. 

—¿Tiene ya discípulas, continuará alguien su trabajo?

—Me da pena, con la necesidad que tengo de encontrar a alguien para que me ayude, no veo a la gente interesada en ello. Les gusta lo que hago, sí, pero no tienen interés en aprender. Yo he estudiado en Sevilla y allí sí hay mucho movimiento, pero eso no lo estoy viviendo en mi pueblo, no sé si es que a las niñas de aquí no les gusta esto. 

—Por falta de salidas profesionales en el oficio no será, no hay más que verla a usted, sus agujas no tienen vacaciones desde hace la tira de tiempo.  

—Pues veo que no hay interés, lo mismo me sorprende y alguna niña viene ahora y quiere aprender. Eso es lo que me gustaría, tener a alguien que quiera ayudarme y aprenda a la vez, sería como si me tocara la lotería. 

 Con su esposo y sus hijos. Foto cedida por Manuela Martín.
Con su esposo y sus hijos. Foto cedida por Manuela Martín.

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