Manuela Torrijos: "No me creo lo que me está pasando"
La actriz y docente de Huelma (1977) combina ambas vocaciones con la naturalidad de quien ve en sus alumnos al mejor de los públicos. Vecina y maestra en Granada desde 2003, ha vuelto a la farándula a lo grande tras un largo parón 'impuesto', con una agenda copada de papeles cinematográficos que la tienen en una nube.
—Decía Shakespeare que nunca hay pecado en seguir la vocación, y la suya (la interpretación) está claro que es de las auténticas, de las que no pueden enterrarse y olvidarse.
—De siempre, desde muy pequeñita, siempre he sido muy teatrera (me lo decían mis padres). Imitaba cualquier cosa que salía en televisión, pero antes los padres te frenaban, no te dejaban que fueras artista, por decirlo así. Con dieciséis años me empeñé, empecé a hacer teatro en el pueblo con la Escuela de Adultos y con dieciocho me fui a estudiar a Jaén. Conocí una empresa, una compañía, y estuve con ellos dos años por las plazas de todos los pueblos, más bien en teatro de calle y sala.
—Así empezó todo...
—Luego volví a Huelma y monté un grupo de actores al que enseñé a montar en zancos, a interpretar... Y con treinta y tres años formé una familia y lo dejé todo. Me olvidé de la interpretación.
—Se olvidó pero no para siempre pero con la boca chica, que ha vuelto usted ¡y de qué forma!
—Lo dejé todo, pero he vuelto a lo grande, sí. La verdad es que siempre lo he llevado conmigo, en el colegio he organizado siempre todo con los niños, les transmitía mis ganas de actuar y siempre formaba los espectáculos en los coles.
—Vamos, que tiene a los peques encantados de la vida.
—La seño molona me llaman.
—Volvamos a la farándula. Dice usted que ha vuelto "a lo grande". ¿Por qué, Manuela?
—El verano pasado recibí una propuesta para empezar un rodaje en marzo de 2022, con un director de Jaén, Luisje Moyano. La película está todavía en posproducción. Es una comedia muy disparatada, está a la espera de que se estrene, posiblemente a primeros de 2023.
—Y hace nada y menos ha presentado en su tierra, en Huelma, otra cinta.
—Aguas rojas. La presentamos hace un par de fines de semana, y el pasado fin de semana en Granada.
—Un trabajo rodado en su pueblo, además.
—Sí, en Huelma. Han sido unos diez días de rodaje, tres de ellos allí. Muy bonito.
—¿Ha tenido algo que ver que Manuela Torrijos sea huelmense para que este trabajo del director granadino Juanfran López se haya localizado en el municipio, o es solo una maravillosa casualidad?
—No, no, ha sido todo por "interés". Cuando el director me propuso rodarlo, le dije: "Yo tengo mi pueblo, que es lo más maravilloso que hay en Jaén, con una iglesia patrimonial preciosa, del siglo XVI, un castillo, unas calles...". El apoyo municipal ha sido maravilloso, el concejal de Cultura, Juan Luis Guzmán, nos lo ha facilitado todo, la gente nos ha acogido muy bien.
—Y usted encantada de la vida, claro. Porque su relación con Huelma, pese a vivir fuera, no se ha enfriado, ¿verdad?
—Encantada, claro que sí. Voy muchísimo, allí están mi padre, mis hermanos, mis amigos. El verano entero estoy en Sierra Mágina. De hecho, muchas escenas de la película se han grabado en nuestro cortijo.
—Con razón decía usted que había vuelto a lo grande, no para.
—¡Si es que he grabado otro corto más, Pestiños, también con Luisje Moyano! Un relato de Luis Miguel Sánchez Tostado, divertidísimo, que hemos rodado en Arjona. Ha sido precioso.
—¿Abrumada? ¿Cómo lleva esto de regresar y besar el santo?
—No me creo lo que me está pasando: fotógrafos que se ponen en contacto conmigo para hacerme reportajes ("tienes muy bien perfil, das muy bien en cámara" me dicen); dos películas...
—¿Dos películas más? ¿Puede adelantar algo al respecto para los lectores de Lacontradejaén?
—Si todo va bien, una de ellas será con una directora manchega, que la está escribiendo: seré la protagonista. Y otra, Cincuenta metros de oscuridad, del director y guionista Antonio Gamarra. Además, Aguas rojas tiene también proyecto de película, lo que hemos presentado ahora ha sido un 'teaser', un cortometraje.
—¿Y la docencia? ¿Se ha planteado abandonar las aulas para dedicarse por completo al cine?
—Por ahora no me queda más remedio que compaginar docencia e interpretación. De todas formas, la docencia es vocacional, a mí me encanta la enseñanza. Al final es interpretación también, comunicarles a los niños de la mejor manera, captar su atención, ser divertida y creativa con ellos. Eso les gusta, y a mí también me divierte ser una seño así.
—Objetivos, Manuela: sueños, metas... ¿Se plantea hasta dónde quiere llegar?
—Ilusión tenemos todos de hacer muchas cosas, de que te den el papel de tu vida, pero sé que todavía tengo muchísimo que aprender, mi ilusión es seguir aprendiendo de las personas que me rodean, ¡estoy conociendo a gente tan interesante, que sabe tanto del mundo del cine! Yo me dejo llevar por ellos, aprendiendo mucho. Todavía me queda mucho por aprender, acabo de empezar en el mundo del audiovisual.
—¿Le gusta este formato o añora el teatro, sus comienzos?
—Cada uno te da una cosa. Es cierto que el teatro es más puro, se siente más, se prepara muchísimo más... Para el cine también hay que prepararse los personajes, pero es muy diferente. La verdad es que me quedo con los dos, con el teatro y con el cine.
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