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Juan Antonio Montes: "El venenillo de la música no muere nunca"

Por Javier Cano - Noviembre 09, 2024
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Juan Antonio Montes: "El venenillo de la música no muere nunca"
El cantante e instrumentista, en plena actuación. Foto cedida por Juan Antonio Montes.

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Nacido en Solera (Huelma) en 1952 pero afincado en Bélmez de la Moraleda desde hace casi medio siglo, continúa llevando música allí donde lo reclaman. Formó parte de la conocida orquesta Nueva Ilusión, con la que recorrió Andalucía, cantó en televisión y amenizó la vida de mucha gente. Y ahí sigue, sobrado de facultades, al pie del micro y el teclado. 

—Nueva Ilusión... Aquella orquesta hizo ruido, Juan Antonio.

—Eso fue una orquesta que montamos en los años 70 y con la que estuvimos también en los 80 y parte de los 90. Íbamos tres hermanos, y contratábamos a un batería y un guitarra. Estuvimos en televisión y todo, recorrimos buena parte de Andalucía.

—Usted siempre al teclado y la voz, ¿verdad?

—Sí, yo siempre en eso. 

—¿De dónde le viene la vocación musical? 

—Yo vengo de músicos; mi abuelo por parte de padre fue músico siempre, y mi padre tuvo también su propia orquesta. Nada más que de verlos a ellos, y a mis hermanos, nos hicimos músicos. 

—¿Ha podido vivir usted de la música o ha sido más bien una afición, una pasión?

—Al principio lo teníamos prácticamente como medio de vida, pero yo vengo también de una familia de albañiles, mi padre era contratista. Hacíamos las dos cosas, pero cuando había música, dejaba la obra y me iba a la música.

—Casi cuatro décadas en Nueva Ilusión, ¿por qué no siguieron más tiempo con la orquesta, Juan Antonio? Parece que todo soplaba a su favor. 

—Un día, al venir de una actuación en una feria de un pueblo de Badajoz, vi que mi mujer ya estaba un poco harta de que en cuanto había un día de fiesta, me fuera. Así que les dije a mis hermanos que lo dejaba una temporada, hasta que me enganchara otra vez. Pero ya no volví. 

—¿Echa de menos aquellos tiempos, aquella brega?

—Eso es un venenillo que tenemos los músicos. De hecho, cuando dejé la orquesta y monté un taller de confección en Bélmez, como había otros músicos que también lo habían dejado, dijimos de montar algo, aunque fuera para nosotros, e hicimos un grupo a estilo rumbero, Los de Mágina.

—Haciendo patria.

—Sí, claro. Estuvimos dos o tres años y decidí tirar por mi cuenta, yo solo. De eso hace catorce años. 

 El artista (primero por la izquierda), junto a sus hermanos y compañeros de la recordada orquesta Nueva Ilusión. Foto cedida por Juan Antonio Montes.
El artista (primero por la izquierda), junto a sus hermanos y compañeros de la recordada orquesta Nueva Ilusión. Foto cedida por Juan Antonio Montes.

—En esta nueva trayectoria, ¿qué hace Juan Antonio, dónde canta?

—Hago de todo, comuniones, bautizos, bodas, le canto también a la asociación de baile.

—¡Vamos, que el venenillo lo mata usted bien matado, porque su pasión requiere ensayo, estar al tanto de las novedades, preparar las actuaciones...  

—Yo tengo mi estudio y como me gusta tanto, disfruto con ello. 

—¿Y qué canta, qué estilo caracteriza su repertorio, con qué saca al personal a mover el esqueleto (perdone la expresión, más carroza que un bisoñé)?

—Canto de todo, hago todos los estilos, igual un rock and roll que un bolero. 

—Usted se lo guisa y usted se lo come (con permiso de su voz y su teclado).

—Mi mujer es la que me acompaña, la que viaja conmigo. 

—¿Ella canta también, participa en el show?

—No, no, ella me acompaña, viene conmigo y ya está. 

—Seguro que no es poco, porque ya se sabe que los artistas tienen sus rarezas, sus manías. Mire hacia atrás, señor Montes: ¿se siente satisfecho con su trayectoria artística o le hubiera gustado subir un peldaño más, triunfar en el mundo de la música?

—La verdad es que me lo tenía que haber tomado más en serio, pero de joven no me lo tomé tanto. Creo que si lo hubiera pensado mejor, podría haber hecho bastante más, pero bueno, hay que conformarse con lo que hay. 

—En cualquier caso, sigue usted vinculado a la música, actúa, no para...

—Sí, sí, y siempre hay alegría en mi casa. Hay que ensayar, montar canciones y todo eso. 

—Y el público, ¿cómo sale de sus actuaciones, qué impresión cree que se lleva?

—Yo creo que buena, ¡cuando tanta gente me llama y quieren que cante, será por algo! 

—Jubilado ya de la construcción pero en plena actividad musical, ¿cuál es su horizonte a partir de ahora, qué planes tiene para el futuro inmediato?

—Dejar el tema este, ya mismo y, como tengo mis aparatos, tocar cuando se me presente. Dejarlo no lo voy a dejar, eso lo tengo claro, ni voy a vender los aparatos. 

—Lo mismo esos aparatos los hereda algún Montes de las nuevas generaciones. ¿Tiene usted continuadores en la familia?

—Tengo ya una nieta que está en el conservatorio, esa ya es artista y va a ser buena. La pequeña también toca el piano, y el chiquitillo, con tres años, me ve tocando y quiere cantar conmigo, es un fenómeno. 

—Lo dicho, una vieja ilusión que siempre es nueva, como el nombre de aquella inolvidable orquesta. 

 El artista (primero por la izquierda), junto a sus hermanos y compañeros de la recordada orquesta Nueva Ilusión. Foto cedida por Juan Antonio Montes.
 El artista (primero por la izquierda), junto a sus hermanos y compañeros de la recordada orquesta Nueva Ilusión. Foto cedida por Juan Antonio Montes.

 Foto cedida por Juan Antonio Montes.
Foto cedida por Juan Antonio Montes.

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