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"La reforma' plantea qué podemos hacer para mejorar el mundo"

Por Javier Cano - Abril 06, 2024
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"La reforma' plantea qué podemos hacer para mejorar el mundo"
La escritora villargordeña Patricia González Osorio. Foto: Lacontradejaén.

Según se mire, La reforma es el segundo libro de Patricia González Osorio (Villargordo, 2002). Según se mire, sí, porque aunque es verdad que supone el segundo título de su bibliografía particular, no es menos cierto que esta novela la tenía escrita antes de publicar su ópera prima en 2022, El hogar de la cordura. Un salto de géneros (de la poesía a la prosa) con el que pretende mover conciencias. 

—En plena carrera de Estudios Ingleses, ¿de dónde le viene este amor suyo a las palabras? ¿Es usted la primera escritora de su casa?

—La verdad es que en mi familia no hay nadie que tenga esa pasión por escribir, pero desde pequeña mis padres me han inculcado la lectura y siempre he estado rodeada de libros. Eso me llevó a decir: "¡Y si yo escribiera yo, y si yo pudiera crear también una de esas obras!". Fue así, más bien por mi amor a la lectura que por herencia familiar.  

—Aclare a los lectores, por favor, eso de que primero fue esta novela y después su libro de poesía, teniendo en cuenta que el poemario fue su publicación inicial y ahora ve la luz su prosa.

—Sí, escribí primero esta novela, aunque publicara antes el libro de poemas.

—¿Por qué, Patricia, por qué?

—Fue, un poco, por el destino. 

—Acaba de empezar esta entrevista y ya tiene usted a más de un lector en ascuas...

—Escribí primero la novela, pero luego sentí la necesidad de escribir esos poemas; ordené el poemario y un amigo mío me mandó las bases de un premio de poesía que había visto, lo envié, quedé finalista y más tarde me ofrecieron la oportunidad de publicarlo. 

—Aclarado queda. ¿Cómo es que no ha perseverado en el verso? ¿Se siente más cómoda llegando al final del renglón?

—Me siento cómoda en ambos, aunque son muy distintos a la hora de escribir, y una experiencia muy diferente. Pero en este momento, creo que me muevo mejor en la prosa; esa creatividad sé focalizarla más con personajes, con giros...

La reforma... Un título inquietante, sobre todo así, visto de sopetón. ¿Cuándo lo escribió, y qué la animó a hacerlo?

—Durante la pandemia, empecé a escribirlo cuando estábamos en casa sin poder salir; tenía muchas ideas en la cabeza, pero quizá por falta de tiempo no me había planteado sentarme a escribirla. Ahí surgió. 

—Según la nota hecha pública por la editorial Círculo Rojo su nueva obra está copada de matices, pero todos confluyen en una invitación a rescatar valores perdidos. ¿Qué peso tuvo en la gestación de este libro la situación generada por el coronavirus (si es que se hace presente, de alguna manera, en sus páginas)?

—Sí se hace presente, me influyó. Había ideas que estaban ahí antes, pero es verdad que la situación que estábamos viviendo fue una influencia enorme, que me hizo abrir los ojos y coger mucha inspiración. La reforma plantea qué podemos hacer para mejorar el mundo, para mejorar como sociedad. 

—No es cuestión de destripar la novela (usted que estudia inglés preferirá decir spoiler), pero un vistazo a su sinopsis evidencia que el ambiente en el que se desarrolla la historia no está muy alejado de su cotidianidad universitaria. Lo que no está tan claro es el motivo que la impulsa a esa reivindicación de valores. Muchas voces aseguran que a los 'millennials' no los caracteriza, precisamente, su empatía. ¿Es Patricia González Osorio una rara avis?

—Creo que soy una persona muy concienciada socialmente (a veces me he llegado a plantear que quizá demasiado). Cuando era más joven creía que podía cambiar el mundo, que un proyecto como el que inspira La reforma podría cambiar el mundo. Quizás inconscientemente siempre me habría gustado escribir sobre ello, de ahí que al final esté en la novela. 

—Sobre el papel, La reforma es un proyecto que aúna a treinta jóvenes de diferentes partes del mundo  para participar en un experimento social que les cambiará la vida para siempre y que pretende deshacerse de todo lo que corrompe a la sociedad, de las injusticias, los crímenes y la violencia. ¿Lo ve viable? ¿Cree que realmente sería posible?

—Quizá sí sería viable, de una manera u otra, a lo mejor no igual que se cuenta en el libro. Quienes lo lean entenderán por qué lo digo pero, en definitiva, si concienciamos a los más jóvenes para que hagan las cosas bien, de aquí a unos años todo será perfecto y el mundo habrá cambiado: esa es la idea idílica de la que parte el proyecto. En cierta medida, creo que sí sería viable. 

—Eso suena revolucionario. Tan revolucionario como lo que García Márquez aseguraba que debía ser el hecho de escribir bien. Hablando de revoluciones, ¿su compromiso es solo intelectual, o milita en las filas de organizaciones que luchen por hacer realidad lo que parece utópico?

—Siempre que puedo, sí. Llevo una vida tan ajetreada que no tengo tiempo ni para plantearme muchas cosas, y aún menos para hacerlas. Pero es verdad que cuando puedo, sí lo hago. Ahora tengo menos tiempo, aunque antes (a nivel local) sí que he estado involucrada en política, por ejemplo, a través de la cual hacía todo lo que podía para contribuir a ciertas causas. 

—Es decir, que la política le parece un camino directo a la mejora de la sociedad... También hay muchas voces que afirman que su generación (la de usted, Patricia) se siente de todo menos atraída por el arte de gobernar (dicho sea aristotélicamente). No es su caso, parece.

—No es mi caso, pero sí veo que a la gente joven le cuesta creer que la política puede llevar a cabo los cambios. Yo sí lo creo, sinceramente: es la forma de hacerlo, y se puede conseguir, o al menos intentarlo. 

—Y su camino particular, su aventura vital y profesional, ¿hacia dónde va? ¿Se ve como profesora de Inglés, firmando un superventas literario, sentada en un escaño del Congreso de los Diputados...?

—En principio me veo como docente, la lengua inglesa me gusta mucho, me apasiona poder enseñarla: es mi vocación. Pero es verdad que también me gustaría tener la creación literaria siempre ahí, aunque no pudiera vivir de ello (que es muy difícil). No me veo en el Congreso de los Diputados, pero tampoco me gusta cerrarme puertas. Cualquiera sabe. 

—¿Y en Villargordo, o lo de poner tierra de por medio tampoco le preocupa demasiado? 

—Cuesta trabajo tener que irte de tu pueblo, pero no descarto una temporada (no para siempre), probar otros sitios. No sabes quién eres si no sales fuera de tu casa, de tu zona de confort. En otros lugares, en otros países pero siempre volviendo a Villatorres. 

—A sus paisanos y a quienes no lo son: ¿por qué deben leer La reforma?

—Deben darle una oportunidad porque creo que es una mezcla acertada de reflexión y diversión. La historia es divertida, con giros que entretienen y seis personajes muy distintos entre ellos, con los que sentirse identificados. Es un libro para pasarlo bien y, si se lee entre líneas, para preguntarse en qué mundo vivimos y qué estamos dispuestos a hacer para cambiarlo. Esa mezcla hace de La reforma un libro interesante. 

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