Felipe Erena: "'Retratos' es una exposición muy jaenera"

Hace justo dos años que Felipe Erena Damas (Torredonjimeno, 1960) colgó en La Económica su Danza del Zodiaco. Ahora los astros lo han llevado algo más arriba, a la mismísima plazoleta de los Caños, en cuyo baño del Naranjo expone sus Retratos hasta el próximo 26 de enero. Pintura de Jaén, Jaén para regalar por Navidad.
—¿Todavía con la resaca de la inauguración de su nueva muestra, señor Erena?
—Fue muy bien, pero que muy bien, ha tenido una acogida fenomenal y estoy muy contento. Hubo mucha gente que conocía mi obra a través de las redes sociales, pero al verlos allí, en la exposición, me comentaron que estaban gratamente sorprendidos. Incluso alguien me dijo algo que jamás me habían dicho sobre mi trabajo.
—Compártalo con los lectores de Lacontradejaén, por favor.
—En la exposición hay un retrato de San Manuel González, que fue el fundador de las hermanas nazarenas; cuando lo pinté era beato, y ya es santo. Ese cuadro está permanentemente en la capilla de esas religiosas. A la inauguración fue una de las hermanas, que me confesó que le gusta mucho la pintura e incluso que le gusta pintar, y me dijo: "Me atrapan tus cuadros, voy mirando detalles, capto la luz, la mirada...". Me encantó que me dijera eso, jamás me lo habían dicho.
—Expone usted en un espacio muy jaenero, a la vera de la fuente de los Caños: quizás el mejor marco para una colección de pintura tan jaenera como estos Retratos...
—La verdad es que es una exposición muy jaenera, sí. Son personajes más o menos famosos de Jaén, de distintos ámbitos, desde el mundo de la judicatura hasta el del periodismo, el gastronómico, el empresarial o el cofrade, junto a gente "más normal", como el retrato de esa chica con su bebé o algunos encargos de clientes.
—¿Veinticinco piezas expresamente creadas para la ocasión, Felipe, o rescata obras anteriores?
—Hay un poco de todo, cuadros que se han trabajado hace tiempo (diez o quince años) y otros más recientes.
—Quien se acerque al baño del Naranjo podrá comprobar, entonces, su evolución, ¿verdad? Diez o quince años no son cuatro días, y han debido de dejar rastro en su estilo.
—Efectivamente, hay una evolución a la hora de desarrollar el color; incluso me he permitido incluir cuadros que no son retratos como tales, sino pinturas figurativas, y han gustado muchísimo. Son figuras femeninas que representan a cada continente.
—Y Su futuro está en nuestras manos, seleccionado en la última edición del Concurso Internacional de Pintura Cerezo Moreno...
—Ese cuadro no podía faltar, y ha coincidido que justo cuando terminaba la exposición en su museo de Villatorres, empezaba la mía en Jaén.
—¿Qué ha supuesto para usted ser finalista de un certamen tan arraigado en el panorama artístico actual?
—Una experiencia magnífica, desde el propio acto de entrega de premios hasta la exposición donde se ha mostrado, estoy muy satisfecho. Se trata de uno de los concursos de pintura más importantes que hay y quiero destacar la organización del concurso, hecho con tanta delicadeza.
—Hablando de delicadeza: si alguien la tiene hacia usted y quiere tener en casa un Erena, ¿puede hacerlo en esta exposición?
—Prácticamente no hay nada a la venta, son cuadros que ya pertenecen al cliente que lo encargó; de hecho hay quien se interesa por ellos, ¡pero es que ya no son míos! Esta exposición permite a la gente ver mi forma de pintar, y si quieren hacerme un encargo, fenomenal. Es más, ya tengo más de un encargo.
—Pero Felipe, sin ambages, claramente: ¿por qué debe acercarse el personal al baño del Naranjo estos días?
—Para ver una exposición que transmite y, de paso, tener conocimiento de causa para juzgar mi trabajo, apreciar si realmente merecen la pena. Y yo creo que sí, que merecen la pena.
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