"No me cabe duda de que en abril tendremos una romería casi normal"
Manuel Vázquez Prieto (Andújar, 1966) sale triunfador de las últimas elecciones de la Real Cofradía Matriz de la Virgen de la Cabeza, secundado por un buen montón de pañuelos (o papeletas) de color blanco que vuelven a ponerlo al frente de esta representativa hermandad que encauza la devoción universal hacia La Morenita. En la culminación de uno de los años de mayores contrastes de toda su vida, el abogado y flamante presidente del colectivo iliturgitano se sincera para los lectores de Lacontradejaén.
—Perdone la pregunta, señor Vázquez, pero ¿a usted le llaman Manolo?
—Me llaman Manolo, Manolo Vázquez, sí.
—Es que tiene usted nombre de torero de arte, de matador de estatua.
—Sí, eso es, de artista [ríe].
—Se lo decía porque eso de salir reelegido presidente de la Real Cofradía Matriz de la Virgen de la Cabeza debe de ser, para un hijo de Andújar, algo muy parecido a lo que siente una figura del toreo al repetir salida por la puerta del Príncipe de la Maestranza.
—Igual, igual, esto es histórico.
—Un adjetivo, este de histórico, que raro es el día que no está en boca de los cofrades. De verdad, verdad, señor Vázquez, ¿es que antes que usted nadie ha repetido en el cargo de forma consecutiva?
—No, antes no había pasado. Democráticamente, la junta de gobierno empezó a elegirse en el 96. En todo este periodo, nunca ha pasado. Yo he tenido la gran suerte de tener tres elecciones en esta cofradía y las tres las he ganado; la primera en 2014, para hermano mayor; la segunda en 2018 para presidente, y este sábado la tercera, también para presidente].*
*Advertidos por una cofrade de la inexactitud de algunos de los datos contenidos en esta respuesta, y puestos en contacto con el entrevistado, este reconoce que en su respuesta a esta pregunta omitió indicar, de forma involuntaria, que el resultado de las últimas elecciones había sido 'histórico' por haber sido de forma consecutiva como presidente "con tan alta participación de cofrades", no por otro motivo.
—Parece que cuando tiene usted a la Virgen como causa, no hay nada que se le resista...
—Parece que quiere la Virgen que esté a su lado, sí.
—Un hermoso refrán aventura que algo tendrá el agua cuando la bendicen.
—Eso decía mi padre, el pobre, que en paz descanse, y me acordé mucho de él el día 6. Hacía nueve meses que había fallecido y siempre decía eso, que algo tiene el agua cuando la bendicen.
—Triunfo en las urnas cofrades, pérdida de su padre, el Covid... Un año largo de contrastes, ¿no?
—La verdad es que sí, con sabor agridulce, de espinas y rosas.
—Y un año complicado para el mundo entero. Ahora que parece que empieza a escampar, ¿cómo afronta este mandato con vistas a la recuperación de la normalidad?
—Con mucha ilusión e incertidumbre, me explico: espero y deseo que el año que viene tengamos por fin la romería, y visto lo que vi el sábado en los medios de comunicación, con lo que pasó en Sevilla con el Gran Poder, no me cabe la menor duda de que salvo catástrofe de última hora (que ni espero ni deseo), evidentemente en abril tendremos romería de manera casi normal. La situación parece que está mejorando y, aunque se habla ya de una nueva ola, una vez que estemos todos vacunados entiendo que será complicado que no haya romería.
—Ese 'casi' que le antepone usted a la palabra 'normalidad', ¿hacia dónde apunta? ¿Quizá a posibles limitaciones en el grupo de anderos, por poner un ejemplo?
—No, en absoluto. Entiendo que una romería no se puede comprender ni entender sin todos los colectivos que forman parte de la misma. Me refiero en concreto a que las autoridades sanitarias, después de Navidad, después de Semana Santa, adopten algún tipo de medida restrictiva porque cambiemos de nivel, pero si no es así es que la situación será de absoluta normalidad. ¿Que tengamos que ir con mascarillas? Bueno, la verdad es que no lo espero, pero aunque así fuera no pasaría absolutamente nada.
—Usted tiene que estar enterado, seguro... Toda la prudencia y todo el cuidado del mundo, pero la gente se muere de ganas de romería, ¿verdad?
—Estamos muriendo de ganas de verla en la calle, y más después de dos años sin hacerlo. Creo que solo ocurrió una vez en la historia, por una peste. Pero en condiciones normales nunca, ni por agua ni por frío ni por lluvia ni por nieve, nada ha impedido nunca que la Virgen salga.
—Y hablando de año nuevo, nueva normalidad y ganas renovadas, Manuel, también obispo nuevo en la Diócesis de Jaén.
—Fíjate qué casualidad, nosotros juraremos con el nuevo obispo casi con toda seguridad. Tuve la suerte de tomar posesión con el obispo don Amadeo cuando llegó a la diócesis, y cuatro años después espero y deseo tener la suerte de tomar posesión con el nuevo obispo.
—Vamos, que cuando el Vaticano mueve ficha sobre el mapa de la Iglesia de Jaén, se pone usted a temblar lo mismo que un cardenal ante un cónclave.
—Jajajaja, algo así. Ten en cuenta que la Virgen es también la patrona de la diócesis, ademas de patrona de Andújar.
—Y Rosa de Oro...
—La única de España.
—Si la pregunta llevaba toda la intención, Manuel, no era casual.
—Te he visto venir, sí.
—¿Tras este año largo de parón le ha dado tiempo a pensar, con vistas al futuro, en nuevos proyectos ante su posible reelección?
— Vienen tiempos importantes, pero básicamente será lo que en nuestro programa hemos abordado. Hay cuestiones que tocar con carácter urgente y es lo que, cuando tomemos posesión (que supongo que será en diciembre), empezaremos ya a afrontar: la preparación de la romería.
—Que no es poco reto, por cierto.
—No. La romería de 2020 se quedó en puertas, se quedó preparada, y en eso al menos tenemos suerte de que podemos retomarla, no va a haber muchos cambios, porque ya los hubo en su momento. En ese sentido no habrá problemas, lo único es que habrá que adaptarse a la situación que haya en ese momento, que espero que no sea muy complicada. Luego, a abordar las cosas que no se han podido hacer: en Andújar habrá un pórtico de romería, habrá un pregón, ofrenda de flores... Espero que como todo será normal, podremos poner de manifiesto, de manera normal también, lo que la cofradía hace en la calle.
—Hablando de normalidad. El proceso electoral, la 'campaña', la 'jornada de reflexión', el escrutinio... ¿Todo normal, sin sobresaltos?
—No, nada. Somos personas (primero) adultas, maduras, honestas, que queremos a nuestra cofradía, y la institución está por encima de cualquier candidato. Bajo esa premisa, bueno, los típicos comentarios desafortunados de personas que se esconden detrás de perfiles falsos en las redes sociales, que quizá sí han creado un poco de crispación, pero no entre las candidaturas. En general todo ha transcurrido con normalidad, dentro de lo que ha marcado la comisión electoral, que se dejaba guiar por lo que la Delegación de Cofradías y Hermandades de la diócesis ha dicho.
—¿Y con su contricante y, a la par, hermano?
—Ningún problema, al contrario. Con Ángel [Soto] me une una buena relación y espero y deseo que esto no la enturbie, que se siga manteniendo. Todos estamos aquí por la misma causa.
—Un discurso conciliador que no sé si alcanza también a su junta de gobierno. ¿Muchas caras nuevas en el nuevo equipo, Manuel?
—Sí, sí hay cambios, hay muchos compañeros que todavía están en funciones que por motivos personales no desean seguir y hemos modificado esas vocalías, un 50 o un 60 por ciento cambian. Siempre es bueno tener caras nuevas en las juntas de gobierno.
—Al principio de esta entrevista (que ya va de recogida) hablaba usted de su padre. ¿Ha notado mucho su ausencia estos días de trajín cofrade?
—Te voy a decir una cosa: el día 6, que como te he dicho hacía nueve meses de su fallecimiento (además por Covid, más traumático aún), a las cuatro y cuarto de la tarde, cuando se abrió el colegio electoral, yo tenía una deuda pendiente con mi padre y fui a saldarla.
—¿Precisamente ese día? Debía de ser una deuda importante, sí. ¿Qué hizo, cómo la saldó?
—Ese día me bajé al cementerio, estuve con él un rato y él me dio apoyo moral y apoyo sentimental. Yo creo que está siempre conmigo, siempre lo ha estado. En mis asistencias a detenidos (llevo veinticuatro años en el Turno de Oficio), él era siempre mi escudero, mi guardaespaldas como yo le decía; venía conmigo a todos sitios.
—¿Él le inculcó la devoción mariana?
—Sí, él fue. Y fíjate que era de Huelva, pero llevaba mucho en Andújar, desde que tenía veinte años; se tiró sesenta años aquí. A mí y a mis hermanos nos inculcó ese sentimiento, esa devoción por la Virgen, la tenía todos los momentos del día en la boca y en el bolsillo, siempre llevaba su estampa. Por eso te digo que me sentí muy protegido por él el día de las elecciones.
—Sintió su presencia protectora, paternal, lo tiene usted clarísimo.
—Fíjate qué cosa más curiosa: el día de las elecciones, cuando estaba leyendo el acta, a las once de la noche, mi hija se puso detrás de mí, me abrazó (eso es inenarrable). Sentí a mi hija, tenía a mi lado a mi mujer y a mi otra hija pero sentí también a mi padre a mi lado, estuvo toda la jornada electoral conmigo.
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