"Mi carrera se mueve en una falta absoluta de certezas"
Nos citamos con Rafa Álvarez (Alcalá la Real, 1985) en la terraza de un café cercano a su lugar de trabajo. Está considerado como uno de los jóvenes cantautores más interesantes del panorama provincial y sus temas son capaces de erigir universos propios, en los que desnuda su alma, ya sea para hablar del amor, el desamor o simplemente de lo que le preocupa. No se deja manipular por nadie, ni debe obediencia ciega a nada. Por eso, ha dado un giro a su carrera. Quiere explorar nuevos territorios de la mano de otros músicos, pero siempre fiel a unos principios. Cogió su primera guitarra a los diez años y, desde entonces, no ha parado de tocar. Lo podrán ver en directo, junto con Paz Ortega, el próximo 25 de agosto, en las Fiestas de Puente Jontoya.
—¿Cómo se define Rafa Álvarez?
—Como un artista, aunque dentro del género de cantautor. Compongo y canto mis propias canciones, unas veces solo y ahora, por ejemplo, con otros músicos.
—¿Por qué ese giro en su carrera?
—Ha sido un proceso muy natural, en el que me empiezo a encontrar a músicos en el camino, que vienen a mis conciertos, suben al escenario y tocamos juntos algunas canciones. Son colaboraciones pequeñas que están funcionando muy bien. Hay determinadas líneas de mis canciones, con más fuerza o más ritmo, que, aunque tengan un carácter intimista, se potencian mucho con este tipo de colaboraciones.
—¿Esta nueva línea supone una metamorfosis en el Rafa Álvarez que conocemos hasta ahora?
—Más que una metamorfosis, una evolución. Sigo haciendo las mismas canciones, aunque algo más vestidas.
—¿Y a qué o a quién le canta?
—En un principio, le cantaba mucho al amor. En estos momentos, soy una persona más estable emocionalmente y compongo desde un punto de vista más existencial. Por ejemplo, de cómo el tiempo pasa, de lo que me preocupa... En definitiva, un poco más de filosofía de vida que casi temas concretos.
—Siempre me he preguntado por qué se le canta tanto al amor o al desamor cuando hay otras muchas cosas interesantes en la vida de una persona.
—Porque existe un legado tan grande de canciones de amor que al final uno, cuando compone, bebe de esa fuente. También por mi interés por el bolero y otros estilos que están muy marcados por el romanticismo. Intentas plasmar en tus canciones lo que has escuchado o, simplemente, son experiencias personales. Cuando una pasa por un momento en la vida en el que hay amor o desamor, es más fácil sentirse inspirado. Te atrapa de tal manera que prácticamente las letras te salen solas.
—¿Se siente más maduro como artista?
—Si le soy sincero, estoy en un momento en el que tengo una falta absoluta de certezas, lleno de incertidumbres.
—Quizá tanta duda sea, incluso, hasta bueno para usted.
—Efectivamente. Ando por un camino de ciegos, en el que estoy constantemente preguntándome cosas, como si lo que hago le gustará al público. Antes, le hubiera dado una clase teórica sobre mi música, pero ahora realmente no lo sé. Lo único que tengo claro es que quiero disfrutar de todo este proceso, de cada ensayo, que, para mí, es un acto de creación. El hecho de que no tenga una gira extensa permite que cada concierto sea una pieza única, y todo esto hace muy interesante este momento.
—¿Dónde más cómodo se siente es en el directo?
—Por lo menos hasta que tenga mucho dinero para producir un disco. Me gustaría probar esa sensación de estar con más músicos, de trabajar durante horas las canciones, de saber si realmente el tema es bueno. El directo es una recreación continua de tu obra, pero que mejora, en muchas ocasiones, las grabaciones, como ocurrió en Alcaudete.
—¿Se ha visto al mejor Rafa Álvarez?
—Depende de los gustos. Habrá gente que piense que sí, otros que no y algunos que ni siquiera lo verán.
—¿Qué encuentra el público en sus directos?
—Una canción de autor ligera, que responde al tipo de armonía y de voz de este estilo. Son conciertos para disfrutar, con canciones alegres, que se pueden, incluso, hasta bailar, pero también temas más íntimos.
—Lo que veo es que no es un cantautor al uso, de canción protesta.
—No, no soy de reivindicación política. Pero sí de otras cosas mucho más positivas en la vida.
—¿Cuáles son sus fuentes musicales?
—Curiosamente, en un principio, era un apasionado de ese tipo de cantautores, como Silvio Rodríguez, Pedro Guerra o el propio Joaquín Sabina, pero luego también me gustaba mucho Alejandro Sanz o la música latina, como el bolero, las rancheras o la bossa nova. Hay una mezcla de todo.
—Sin embargo, la mayoría de los artistas trata de definirse en un momento dado de su carrera para no recordar o parecerse a otros.
—No me preocupa. Lo que tenga que surgir que salga de un proceso natural. No pienso forzar las cosas para ser diferente. Si suena distinto porque forma parte de ese momento vital, pues bien, pero lo que no entendería es que fuera artificial. No me supone problema alguno que me comparen con otros. Además, todos los artistas beben de muchas fuentes, por lo que al final, aunque quieras diferenciarte, no lo consigues del todo.
—Cuando compone una canción, ¿piensa en usted o en que le guste público?
—Lo importante es que me guste a mí y que sean canciones que me permitan disfrutar, emocionarme y vivirlas encima del escenario. Hacer algo ajeno a mí por el simple hecho de que le guste al público, pues no, no lo he hecho. Si yo disfruto de mis canciones es porque hay alguien que hace lo propio entre el público. Para qué buscar cosas extrañas.
—No tiene que ser fácil dedicarse a la música en los tiempos que corren.
—Siempre está ese dilema, si dedicarte de lleno, es decir profesionalmente, o compaginarlo con otro trabajo. En mi caso, tener un empleo me permite ser muy independiente, hacer lo que yo quiera. Bien es cierto que hay gente que apuesta y lo consigue. También porque son buenos. Creo que es una combinación de factores, pero, sobre todo, de mucho curro.
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—De momento, no ha perdido la ilusión.
—No, ni mucho menos. Al no vivir de la música, lo mucho o poco que haga, me satisface y lo disfruto intensamente, como ocurre en cada concierto, que lo cuido al máximo.
—¿No echa de menos una red de salas en la provincia, en la que se pueda actuar durante todo el año?
—Más que eso, lo que echo de menos es al público. Tanto la iniciativa privada como la pública, a lo que tienen miedo es que no vaya la gente a los conciertos. Al final, van a verte tus amigos, familiares y poco más. La gente tira mucho de lo conocido, prefiere ir a lo seguro. Y luego influye mucho la suerte, que la canción que ha visto tuya en Youtube le guste. También están los que van a verte por casualidad y salen encantados del concierto. Pero es muy difícil atrapar a la gente. Si hubiera público, creo que se apostaría por esa red de salas o por más conciertos en la provincia. De lo contrario, difícilmente, un empresario va a arriesgar su dinero.
Puede ver más vídeos del concierto de Rafa Álvarez en Alcaudete en el canal del cantautor en Youtube.
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