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"En la vida, ante todo, hay que ser buena persona"

Por Javier Esturillo - Noviembre 04, 2018

Rosa Cárdenas Ortiz vive sus últimos meses en el Ayuntamiento de Jaén. Ha decidido no seguir y regresar a un mundo que le apasiona, la Universidad. Pondrá, de este modo, fin a doce años en la vida municipal, de los que ocho los ha pasado en el equipo de Gobierno y en cargos de enorme responsabilidad. Quiere marcharse sin hacer ruido, de la misma forma que llegó, a pesar de estar inmersa en un proceso judicial peliagudo por posible corrupción, del que dice, por otro lado, tener la conciencia muy tranquila por su inocencia. 

Es una de las personas de confianza del alcalde, Javier Márquez, quien no ha podido convencerla para que continúe a su lado. Nadie puede negar que Rosa Cárdenas es una mujer comprometida, con alta cualificación y devota del trabajo. Doctora en Derecho por la Universidad de Jaén y profesora titular adscrita al área de Derecho Financiero y Tributario, destila bondad y generosidad. No alza la voz y la conversación con ella es fluida y amena. Con el paso del tiempo, ha ganado en tablas y se ha soltado algo más la melena. No se parece a aquella joven timorata que llegó a la Corporación Municipal en 2008. A lo largo de toda la entrevista no deja de reírse, de observar y de transmitir una arrolladora pasión por lo que hace mientras tratamos de seguir el hilo de sus reflexiones. Ese entusiasmo contagioso tiene un nombre: Jaén.

¿Cómo se encuentra?

—La verdad es que muy bien, trabajando mucho. Llevo áreas de mucha responsabilidad, en las que siempre hay bastante trabajo por hacer, pero con ganas de sacar proyectos adelante por esta ciudad.  

Siempre ha estado al frente de departamentos de enorme responsabilidad, lo que me lleva a pensar que es una mujer de confianza.

—José Enrique Fernández de Moya, que era compañero mío en la Universidad, pensó que debíamos estar en áreas afines a nuestros conocimientos y, por eso, me encomendó Hacienda, tanto en la oposición como, posteriormente, en el equipo de Gobierno. En esos dos primeros mandatos, trabajaba para el Ayuntamiento pero no estaba liberada. Esos ochos años, mantenía mi sueldo de la Universidad.

¿Se siente política?

—Depende de cómo entendamos la definición. Soy una persona normal que desempeña una labor política, pero simplemente para aportar mis conocimientos y mi trabajo a la ciudad de Jaén. Nunca he tenido aspiraciones políticas, a pesar de que he tenido ofrecimientos. Sin embargo, siempre he tenido claro que soy profesora de la Universidad de Jaén y de que aquí estoy de paso. Mi objetivo, como le he dicho, es trabajar para hacer de Jaén una ciudad mejor. Evidentemente el cargo que tengo requiere política, pero ante todo me siento una ciudadana más.  

Llegó a la Corporación Municipal prácticamente hecha una niña. ¿Cómo ha sido su evolución en la vida pública?

—Ha sido una experiencia muy buena. Estar en el Ayuntamiento te da una amplitud de miras impresionante y la posibilidad de conocer a mucha gente. He tenido la oportunidad de vivir Jaén desde otra perspectiva que me permite tener contacto directo con los vecinos, las asociaciones, los barrios. En definitiva, conocer la ciudad desde dentro. Supone una satisfacción y una experiencia difícil del olvidar por la cantidad de gente que conoces. Reconozco que la vida del Ayuntamiento y la gestión municipal me gusta mucho.

Cuando echa la vista atrás, ¿qué piensa?

—Que no me equivoqué al aceptar la propuesta. Soy una persona trabajadora y eso es lo que he hecho en el Ayuntamiento, trabajar por mi ciudad. Si echo la vista atrás y veo las áreas en las que he estado, creo que se ha hecho un buen trabajo. Pero nada hubiera sido posible sin el equipo de profesionales y técnicos que tengo a mi lado. Hablamos de personas magníficas que están al pie del cañón por su ciudad. En este Ayuntamiento hay gente muy buena que no se ve y que merece todo mi reconocimiento. He tenido la suerte de trabajar con algunos de los mejores. Le puedo decir que cuando entramos en Somuvisa solo en un mandato hicimos casi 120 viviendas. En ese mandato, también desde Somuvisa, ayudamos al Patronato de Asuntos Sociales para microproyectos de inserción sociolaboral. Por lo tanto, estoy mi satisfecha de ese primer mandato, y eso que las cosas en Somuvisa no estaban fáciles. No había nada en la cuenta y solo una promoción en el Bulevar a medio hacer.

Lo mismo digo de mi etapa en el Imefe. Cuando concluya este mandato, la póliza que tenía el Instituto Municipal de Empleo y Formación Empresarial se quedará a cero, y será el único en el que se han llevado a cabo cursos con recursos propios de este organismo. Ahí está el trabajo, al igual que en Patrimonio, donde tengo un equipo de gente maravilloso que trabaja sin descanso y con mucho cariño para sacar adelante temas muy complejos, como el APA III o el palacio de deportes, entre otros.

Habla demasiado en un tiempo pasado y eso me lleva a pensar que este será su último mandato.

—No continuaré en el Ayuntamiento. Siempre tuve claro que hay un momento de entrada y otro de salida. Es necesario renovar porque soy de la opinión de que dos mandatos en el Gobierno es un tiempo más que suficiente y razonable. Es el momento de dejar paso a otras personas. 

La familia tira también.

—Tira mucho, pero para mí lo difícil fue al principio, cuando mis hijos eran pequeños. Ahora la niña tiene 13 años y su hermano 18, y sus necesidades son diferentes. Evidentemente quiero dedicarles más tiempo a ellos, a mi marido y a mis aficiones. Pero, sobre todo, me apetece retomar la Universidad que es mi verdadera vocación.

Su última etapa, sin embargo, está siendo dura por el 'caso Matinsreg', en el que está inmersa.

—Bueno más que dura, desagradable. En este caso no me he equivocado en nada porque he trabajado de manera honesta. Me he encontrado con algo que no esperaba por el simple hecho de desarrollar funciones de manera accidental. Tengo plena confianza en que todo se aclarará, aunque esto no quita que me sienta dolida y perjudicada.

¿Quién lo ha pasado peor, usted o la familia?

—Somos uno e intento que esté tranquila porque todo, como le he dicho, se va a aclarar. La verdad solo tiene un camino y al final saldrá pero, en la medida que esto termina, el camino se hace duro.

El alcalde la defiende a capa y espada, pero aquel día que fue a declarar solo estaba acompañada por su marido y Juan Carlos Ruiz -concejal de Seguridad Ciudadana y Tráfico. 

—En primer lugar quiero decir que he recibido el apoyo y el cariño de todos mis compañeros del equipo de Gobierno. El hecho de que estén en la foto no quiere decir que no estén a mi lado. A Juan Carlos se lo agradeceré siempre, pero también le digo que el alcalde quiso venir. Yo le dije que no era necesario porque sé que confía en mí y que me apoya, como no podía ser de otra manera. En cuanto al partido, cada uno sabe lo que tiene que hacer.

Mis compañeros y mi familia están conmigo y una persona a la que le tengo especial cariño como es el gerente de Somuvisa, José Luis Toribio. Me conoce desde el primer mandato y ha sido un apoyo fundamental. Solo tengo palabras de agradecimiento hacia él.

¿Cree que han sido especialmente duros con usted en este proceso judicial?

—No tiene sentido que esté en ese procedimiento porque a la vista están las pruebas y los escritos del Fiscal en el que pide mi sobreseimiento y otro en el que se adhiere al recurso de apelación. El propio Ministerio Público ha defendido la objetividad en mi caso. Le insisto no tiene sentido que en un procedimiento donde nadie acusa, pues siga ahí. En cualquier caso, estoy segura de que terminará y de que todo saldrá bien. 

El PSOE ha endurecido mucho el discurso hacia usted.

—Está en campaña electoral. Lo curioso es que este procedimiento empieza con una denuncia del PSOE en la que no estoy. Es más le digo que, a lo largo de este proceso, me ha llamado gente del PSOE lamentando verme involucrada en todo esto. Hasta su propio abogado me ha dicho que tenía clarísimo que esto no iba conmigo. Pero, conforme se acerca la campaña electoral, han recibido instrucciones en ese sentido y es lo que tenemos.

¿Cree que, además de intereses electorales, hay cierta maldad?

—Maldad hay en el momento que saben que no tengo nada que ver en este asunto y siguen insistiendo. Es juego sucio que no beneficia a nadie, principalmente a ellos. En política todo no vale y estamos viendo su faceta más oscura. Por temas de campaña electoral son capaces de desprestigiar a una persona que ellos saben a ciencia cierta que no tiene nada que ver en el asunto. Han vertido mentiras sobre mí y en las últimas semanas hemos asistido a más de una, como he podido demostrar.

¿Le ha llamado José Enrique Fernández de Moya para darle ánimos?

—Sí me ha llamado. Somos compañeros de Universidad. Él se ha incorporado hace poco y yo ya he comunicado a mis compañeros que quiero volver. Hemos estado hablando hace poco por este motivo y me ha transmitido su apoyo.

Sin embargo, el día de su declaración el exalcalde llegó arropado por parte de la dirección del partido, mientras que usted no.

—Mire, yo soy más de agradecer el respaldo que se me da que de quejarme de los apoyos que no tengo. Cuando llega un momento en la vida como este, que no voy a negar que es desagradable, cada uno sabe lo que tiene que hacer. Insisto, no quiero quejarme de nadie. Lo que sí tengo claro es que las personas más cercanas a mí y las que han tenido que estar, lo han hecho.

Por lo tanto, ¿no se siente defraudada por los que no han estado?

—Es que le reitero que soy más de agradecer que hablar de quién me ha podido o no defraudar. Evidentemente agradezco todo el apoyo que me han dado, que podría haber sido mayor, pues también, pero lo que realmente valoro es el calor y el cariño de los míos. Y ese apoyo no me ha faltado.

¿Cuántas veces le ha insistido el alcalde para que no se vaya?

—Muchísimas veces. No revelo nada nuevo si digo que el alcalde y yo tenemos una relación de amistad y de cariño muy grande. Siempre ha valorado y ha confiado en mi trabajo, y todas esas cosas se las agradezco mucho. Quiere contar conmigo, pero también debe entender mi decisión que no es de ahora, sino que viene de hace tiempo. Lo que pasa es que él creía que iba a cambiar de opinión conforme pasaran los meses, pero no ha sido así porque, como le he dicho anteriormente, dos legislaturas es un tiempo más que suficiente para desarrollar tu trabajo y dejar paso a gente nueva. 

Lo cierto es que tengo la suerte de contar con Cuqui (apelativo con el que se le conoce al alcalde), un amigo que me quiere muchísimo, que valora mucho mi trabajo y que ha contado y cuenta conmigo para todo.  

¿Se deja muchas cosas en el tintero?

—Me voy con la satisfacción de muchas cosas hechas y de mucho trabajo realizado, aunque luego no se vea. Detrás de cada proyecto, hay mucho trabajo y esfuerzo, pero no mío, sino de todo un equipo. En una ciudad siempre hay mucho por hacer, pero creo que me voy a ir con bastantes proyectos ejecutados y con otros que verán la luz muy pronto.

¿Cuál es su visión del nivel político de esta Corporación?

—De todo hay en botica. Por lo que respecta a mis compañeros de partido, más que categoría política, que la hay y mucha, por lo que destaca es por la calidad humana y personal. Para mí y para muchos ciudadanos eso es lo que realmente vale, porque ante todo hay que ser una buena persona. Si no eres bueno para la familia y la gente que te rodea, difícilmente lo vas a ser en tu vida profesional. Lo primero que se debe ser es buena persona. Y de buena gente está lleno el equipo de Gobierno y las personas que trabajan conmigo. Son un ejemplo porque la situación que tiene el Ayuntamiento es lo suficientemente complicada como para venir todos los días con una sonrisa y con ilusión, como lo hacen mis compañeros.

El alcalde ha dicho en más de una ocasión que Jaén no está tan mal, que la imagen que se proyecta catastrofista no es real. ¿Coincide con él?

—Jaén es una ciudad que siempre ha estado a la cola porque ha recibido muy pocas ayudas de otras administraciones, independientemente del color político. No se por qué siempre hemos sido los grandes olvidados, pero, al final, se nota. No es lo mismo disponer de una serie de subvenciones que te permitan invertir en infraestructuras que no tenerlas. También es verdad que no podemos ser catastrofistas y sacar imágenes como las del pleno, cuando criticaban la situación del centro de la ciudad en un día de lluvia y después de unos días tan buenos de feria. Que un sábado concreto, en una calle y en un día desapacible, decir que Jaén está muerto, pienso que es pasarse y tirarse piedras sobre nuestro propio tejado.

Que quedan muchas cosas por hacer, por supuesto, pero Jaén es una ciudad preciosa a la que llega mucha gente que se marcha muy satisfecha de su visita. Les encanta la ciudad. No ha prosperado más porque se nos han negado ayudas que a otras ciudades sí se les han dado. Aquí tenemos como norma general la queja, se hagan o no las cosas. Que arreglamos las calles o las plazas, malo; que traemos un centro comercial, malo. Esa sensación catastrófica la vende nada más que la oposición y que no se ajusta nada a la realidad.

¿Le duelen las críticas?

—Para nada. Forman parte de este trabajo y de la vida en general. Lo que me gustaría es que fueran algo más constructivas y que esa crítica viniera acompañada de una solución. Porque quejarse sin aportar nada a cambio es muy fácil. Quizá sea eso lo que más he echado en falta en la oposición durante todo este tiempo. Dice no a todo, a pesar de que sea bueno para la ciudad. Por ejemplo, qué sentido tiene votar que no a un programa como el Erasmus Plus que gestiona el Imefe, que cuenta con una subvención de 200.000 euros y por el que permitimos que entre 70 y 100 jóvenes se vayan a países de la Unión Europea a hacer prácticas en empresas y les sirva de experiencia. Este año los alumnos se han ido con una beca de entre 3.700 y 4.100 euros para tres meses. El único dinero que se ha quedado el Imefe para gestionar los cursos de inmersión lingüística. Se ha gestionado bien y ha sobrado dinero. Llevamos al pleno una modificación de crédito con el fin de repartir ese dinero sobrante entre los becados y el PSOE también se abstiene. No sé a qué va a votar que sí el PSOE. Nada le parece bien, ni lo que está bien hecho.

¿Cuántos marrones se ha comido?

—(Sonríe) Unos cuantos. Tenga en cuenta que hablamos de áreas de responsabilidad bastante complejas. Baste como ejemplo el tema de las canteras. Ahí, hiciera lo que hiciera era malo. Si cerraba las canteras, que era lo que los técnicos nos recomendaban porque se trata de un ataque medioambiental, pues sus propietarios nos critican, pero si es al contrario ocurre lo mismo. Al final, si no te denuncian unos, lo hacen los otros, o los dos a la vez. Hay temas que son sensibles y muy complicados de llevar. En cualquier caso, el político lo único que hace es seguir las pautas que dictan los técnicos.

¿Usted se subirá en el tranvía?

—(Risas) Claro que me subiré.

Sin embargo, fue una de las que negó el sistema tranviario, como el resto de su partido. 

—Yo nunca me negué. Es necesario matizar las cosas. En primer lugar a mí el partido nunca me ha impuesto nada. Aunque milito en el PP, soy una persona libre. Mi partido nunca negó el tranvía, lo que dijimos y sigo diciendo es que el tranvía no era para nada una prioridad ni una necesidad de la ciudad. Esa subvención pudo dedicarse perfectamente a otro medio de transporte. Creo que, como a muchos otros ciudadanos, nos dio pena ver cómo se destrozó el Paseo de la Estación después de una remodelación para mejorar el tráfico en la ciudad.

Dicho esto, y una vez que está la infraestructura hecha, el tranvía sigue parado. No era una prioridad, pero está hecho y debemos darle salida y rentabilizarlo porque, además, estamos pagando un convenio en el que se vinculaba la Patrica (Participación en los Ingresos de la Comunidad Autónoma) al pago del leasing del tranvía. Esto quiere decir que lo usemos o uno, todos los meses nos están descontando el dinero de los vagones. Como ciudadana, considero que no es lógico. Lo que está claro es que hay que ponerlo en marcha.

¿Con qué alcalde se ha llevado mejor, con José Enrique Fernández de Moya o con Javier Márquez?

—Son personas distintas y los dos son mis amigos. A los dos los quiero muchísimo, lo que sí es cierto es que con Cuqui tengo una relación más cercana que la que tenía con José Enrique. También es cierto que en esa etapa no estaba liberada y seguía en la Universidad. Solo subía al Ayuntamiento para Somuvisa, por lo que no había un trato diario como el que tengo con Cuqui. Mi relación con ambos es muy buena.

¿Cómo ve el panorama en las próximas municipales?

—Lo veré desde la barrera, pero ayudando para lo que necesiten. Seré una más. En cuanto al panorama, lo veo complicado. Lo que se avecina no parece mejor. Aquí, como en otras ciudades pequeñas, se vota más que a unas siglas a la persona. Espero que la gente sea lo suficientemente inteligente y vea el trabajo y el enorme esfuerzo que se ha hecho por este Ayuntamiento. Confío también en que el Partido Popular obtenga la mayoría suficiente para trabajar con mayor libertad porque de esta manera es muy difícil debido a la inestabilidad. La ciudad necesita un Gobierno fuerte y espero y deseo que sea el de mi querido Cuqui.

¿Ser mujer en la política requiere un esfuerzo extra?

—Requiere de un doble y un triple esfuerzo. No solo por ser mujer, sino también por ser madre, todo es más complicado pero creo que somos lo suficientemente fuertes para llevarlo todo por delante. En mi caso, siempre he estado rodeada de hombres, tanto en la Universidad, donde doy Derecho Financiero y Tributario, como en la asesoría de mi padre, y me he tenido que esforzar el doble para conseguir la mitad que muchas personas.

Vídeo y fotos: Esperanza Calzado y Javier Esturillo

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