"Esta es la primera vez que expongo en Jódar, en mi municipio"

La pintora Rosi Navarrete Vargas muestra, hasta el próximo 30 de septiembre, una colección de obras datadas en la época de sus comienzos creativos. Pintura figurativa de una artista que no olvida sus raíces. 

—¿Qué lleva a una pintora afincada en tierras levantinas a exponer nada más y nada menos que a casi quinientos kilómetros de su casa?

—Muy fácil: yo soy nacida en Jódar, mis padres vinieron aquí, a Valencia, y aquí me he criado. Lo que ocurre es que sigo teniendo toda mi familia en Jódar y yo misma he estado yendo allí los tres meses de verano hasta que ha pasado la feria, durante muchos años. Al tener allí a la familia y a gente que conozco, que le gusta cómo pinto y me va conociendo, ha surgido la ocasión y lo hemos hecho. 

—En Valencia, ¿por qué, Rosi?

—Mis padres se vinieron aquí a trabajar, y a mí me trajeron con días de vida. Llegamos a Manises, concretamente; luego me casé y me vine a vivir a Paterna. 

—Y allí, en la patria chica del actor Antonio Ferrandis, ha hecho usted toda su vida...

—Correcto, pero de los seis a los dieciséis años (que se dice muy pronto) me he tirado los tres meses de verano en Jódar, en la calle Fátima y en la calle Jaén, creo recordar. 

—Pero nunca olvidó sus raíces.

—Por supuesto: yo bailo flamenco (por capricho, no de forma profesional). Eso, la tierra, no se olvida. Allí, en Jódar, me considerarán forastera y aquí, en Paterna, igual.

—El acento, Rosi, el acento.

—En el momento que vuelvo se me engancha enseguida.

—La pintura: ¿llevaba esa vocación cuando marchó a Valencia, o los paisajes sorollescos fueron los que alumbraron?

—Es algo que llevaba dentro, siempre estaba pintando y dibujando a mi aire hasta que me formé con un maestro. No llegué a hacer Bellas Artes, pero he tenido buenos maestros. 

—¿Una vocación tan fuerte como para hacer de ella su profesión?

—No, es más un hobby, pero un hobby constante. Llevo muchos años haciéndolo. 

—¿Nada que ver con su trabajo, ni la más mínima relación?

—Nada. Últimamente soy ama de casa, pero mientras pintaba estuve también de dependienta, veintinueve años; bueno, también he impartido clases de pintura a amas de casa y jubilados.

—¿Es la primera vez que expone en Jódar, o por aquí ya conocen su obra?

—Es la primera vez, sí. He expuesto mucho en Castellón, Valencia..., lo que tengo más cerca. 

—¿No la habían invitado antes de ahora a mostrar su producción artística en su tierra natal?

—La verdad es que no se ha dado la ocasión; en este caso lo ha propiciado mi prima Manuela López Vargas, que tiene pinturas mías, de mis comienzos, me lo comentó y dado que en estos momentos no me podía desplazar, decidimos exponer las piezas que ellas tiene. Si más adelante se plantea una nueva exposición, llevaría obras más recientes.

—¿Qué comentarios le llegan?

—Tengo que reconocer que muy buenos, incluso aquí en Paterna me ha felicitado, gente que me conoce de vista, se ha enterado de que estoy exponiendo en Jódar y se ha interesado. 

—Satisfecha, entonces. Lo mismo ha pensado usted en por qué no lo ha hecho antes.

—Pues sí, era algo que ni se me había ocurrido, pero que después de toda una vida fuera de Jódar me reconozcan, es muy interesante. 

—Ahora toca entrar de lleno en su estilo, en su técnica, Rosi. ¿Qué pinta usted?

—Soy una pintura figurativa, no me atrae la abstracción. En cuanto a temáticas, lo que más hago son paisajes.

—Alguien entra al museo de Jódar, disfruta de la exposición y piensa cuánto le gustaría tener un 'Rosi Navarrete' en su casa. ¿Es posible?

—Esta muestra es solo expositiva, pero si a alguien le interesa tener una obra mía podemos hablar.