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"Mi libro es un viaje del antiguo señorío de Vizcaya al Santo Reino"

Por Javier Cano - Enero 06, 2024
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"Mi libro es un viaje del antiguo señorío de Vizcaya al Santo Reino"
El autor del libro, en una imagen reciente. Foto cedida por Víctor Villar-Aragón.

La jornada laboral de Víctor Villar-Aragón y Berzosa (Úbeda, 1981) se desarrolla entre ganchos, electroestimuladores musculares y martillos neuropercutores, pero en cuanto cuelga las ropas de fisioterapeuta se pone al ordenador, accede a los viejos legajos de los archivos y, en lugar de cuerpos maltrechos, reconstruye la historia y la genealogía de significativos linajes, su otra gran pasión. 

Comendador de la Orden del Santo Sepulcro, investigador y escritor, acaba de publicar La Casa de Corcuera (De la reconquista y las guerras en Europa y en ultramar a la política, el mecenazgo y el emprendimiento). Todo un nobiliario acerca del conocido como héroe de Mindanao, cuya línea sucesoria tiene en el Santo Reino su principal escenario. 

—De la bata blanca al hábito de caballero y la pluma. ¿Qué hace un reparador de lesiones en medio de dinastías, nobles, escudos...?

—Todos tenemos aficiones que muchas veces no tienen nada que ver con nuestra profesión, y la historia es algo que siempre me ha llamado mucho la atención, me ha gustado muchísimo. Al final, de los más de veinte años que llevo ejerciendo desde que terminé Fisioterapia, paralelamente he ido haciendo mis pinitos hasta llegar a este libro, que ya es algo más serio. 

—Sin embargo no es el primer libro que publica usted dentro del ámbito genealógico, ¿no?

—Es el segundo. El primero fue Una Pasquau vuelve al Valle de Ossau trescientos años después, y ahora La casa de Corcuera

—¿Qué lo llevó a escribir esta nueva obra?

—Surge de la necesidad de organizar un poco lo que hablaba con amigos, con parientes de mi mujer [María Eugenia Pasquau y Fuentes, del linaje del que se ocupa el libro], ver el parentesco de unos y otros; empecé a tirar del hilo hasta que, sin darme cuenta, escribí este libro de más de cuatrocientas páginas. Y no solo lo que es un libro frío de genealogía, sino que lo acompaño también de la historia de sus personajes y se hace más ameno, no es una novela histórica, porque todo lo que cuento es realidad, pero se acompaña de cierta narrativa. 

—¿Sus apellidos, compuestos, remiten a viejos archivos familiares de palacio que le han facilitado esta labor de investigación?

—En mi caso no, mis apellidos compuestos son más jóvenes que todos los linajes que trato en el libro. Por supuesto tiene su historia, que la explico en sus páginas, pero yo me remonto a mil años atrás. Este libro es un viaje desde el antiguo señorío de Vizcaya hasta el Santo Reino de Jaén. 

—La casa de Corcuera. ¿Por qué esta y no otra? ¿Es que guarda usted algún parentesco con esta baronía?

—Sí, así es. En el libro lo explico con detalle: en el Santo reino de Jaén se desarrolla, además de la línea principal de
la sucesión de la Casa, los linajes a los que pertenece la Casa de Corcuera así y varias de las casas que han ido incorporándose a lo largo de su historia, íntimamente ligadas a las ciudades de Úbeda y Baeza.

 

Profusa en fotografías a todo color, se trata de una cuidada edición avalada por el sello editorial de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Para cualquier consulta sobre el libro, su autor pone a disposición de los lectores el correo electrónico victorvillararagon@gmail.com

 

—No ha tenido que tirar de autoedición, señor Villar-Aragón. Que esta publicación cuente con el respaldo de la Ramhg le supondrá una gran garantía, ¿verdad?

—Claro, prestigia muchísimo la obra. En España es la institución más importante sobre esta materia. Así que el hecho de que lleve su sello, al lector le da la confianza de que se trata de un trabajo de investigación muy documentado. Es un gran aval, sí. 

—Hablaba, líneas arriba, de cierta narrativa en esta obra, de un lejano parentesco con la novela histórica. ¿Cree que es accesible para cualquier tipo de lector, o por el contrario requiere unos conocimientos mínimos en la materia para superar las primeras páginas y no aparcarlo en el cajón de los libros no leídos?

—Es para el historiador, porque va a descubrir muchas cosas incluso para sus propias investigaciones, y también para el lector de a pie, que puede disfrutar con esta historia. Así lo he enfocado. 

—Se lo preguntaba al hilo de otra cuestión: como delegado de la Orden del Santo Sepulcro en la provincia, ¿cree que la gente (el común de los mortales) conoce y comprende la existencia y el trabajo de este tipo de instituciones y sus miembros, o por el contrario constataría una distancia entre la sociedad y la labor de entidades como la que usted representa en Jaén?

—Hay que superar complejos y prejuicios. La Orden del Santo Sepulcro tiene una misión encomendada con Tierra Santa, no es un un mundo de fantasía, sino todo lo contrario. Somos herederos de una tradición milenaria que cumple con esa misión generación tras generación. Cuando se nos ve con las capas o esos rituales tan antiguos que tenemos a día de hoy, choca, pero esa es también una manera de llamar la atención. Al final, lo que queremos es que el mundo sepa que en Tierra Santa hay cristinanos perseguidos y que estamos ahí para apoyarlos. 

—Quiere decir que detrás de esas mucetas, birretes e insignias hay mucho más, una cotidianidad a ras de suelo, incluso en estos tiempos de guerra en la zona. 

—Claro, ya sea con hospitales, templos, seminarios... Todo eso lo cubre la Orden del Santo Sepulcro en Tierra Santa. Cuando vamos, los cristianos que viven allí nos piden que no los dejemos, que estemos pendientes de ellos. Si una institución como esta no los respaldara, desaparecían. Y aquello es la cuna del cristianismo. 

—ONG, voluntarios y entidades de apoyo en el Próximo oriente aparecen a diario en los medios de comunicación. Ustedes no tanto, por no decir nada en absoluto. 

—Es que, aunque nos vean con las capas y demás, no damos publicidad de esa vanagloria. Nosotros sabemos cuál es nuestra misión y la cumplimos extrictamente, no le damos publicidad a eso. Pero si vas a Tierra Santa, verás el escudo de la Orden del Santo Sepulcro en todo, en cualquier institución, como benefactora. Somos los más antiguos allí, pero no es nuestra batalla eso de darnos publicidad. 

 Portada del libro.
Portada del libro.

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