¿A dónde llevará esa escalera de la Senda de los Huertos?

Trece inquietantes peldaños adosados a uno de los muros laterales del Seminario Diocesano, a la altura de la glorieta de doña Lola Torres, despiertan la curiosidad de los viandantes

"Tal vez una escalera que no lleva a ninguna parte sea una señal de Dios diciendo que esos caminos están escalonados con los peldaños de nuestra imaginación pero que eso, no, eso nunca nos puede ocurrir a nosotros. O, tal vez, sí", escribe el crítico de cine César Bardés a propósito de una recordada escena de La tentación vive arriba. 

Unos escalones sin destino dentro de un confortable salón que a una pletórica Marilyn Monroe le resultan de lo más elegantes y que, en piedra y al raso, tienen su propia correspondencia urbana en la capital del Santo Reino, aquí, a casi seis mil kilómetros de la Gran Manzana.

Ahí está, en plena Senda de los Huertos, prácticamente a la altura de la glorieta de doña Lola Torres (paisaje y toponimias cien por cien jaeneros).

Trece gradas cuyo sentido, seguro, se han preguntado muchos, extrañados ante una infraestructura tan elaborada como a todas luces absurdas, si se tiene en cuenta que quien se aventura a ascenderla se topa, inevitablemente, con los muros del Seminario Diocesano. 

Se trata de una de esas singularidades de las que Jaén puede presumir pero que requieren mucha imaginación a la hora de descifrarlas. Eso, o preguntar directamente por el asunto a quien puede tener respuesta. ¿No dicen que preguntando se llega a Roma desde mucho antes de que se inventara el GPS? Pues eso. 

"En los años 90 [del pasado siglo] se hizo una gran obra de renovación en el Seminario, en tiempos del obispo don Santiago García Aracil; yo fui a vivir allí, en 1995, y esa escalera ya estaba", explica el deán de la Catedral jiennense, Francisco Juan Martínez Rojas, a Lacontradejaén. Hacía aproximadamente un lustro de la urbanización de la vieja senda que tantas veces pintó el maestro Cerezo Moreno. 

"Se hizo para no perder el derecho de acceso a la avenida de los Escuderos, así me lo comentó el administrador de entonces" apostilla el sacerdote vilcheño, estudiante (primero) en este complejo académico de la Iglesia y luego profesor del mismo y conocedor, al dedillo, del edificio, su historia e intrahistoria.

Efectivamente, y según se lee en la lápida conmemorativa colocada junto a la puerta de la residencia sacerdotal, del año 1995 data la inauguración del fruto de aquellas obras que lejos de olvidar las servidumbres de paso, tuvieron muy en cuenta las históricas lindes del edificio de finales del XIX y principios del XX.

Y que, de paso, generaron una escalera tan curiosa como inquietante, tan rastreable en la iconografía surrealista, por más que los motivos de su construcción chafen las divagaciones gnósticas de quienes ven en ella algo más. Mucho más.