¿Estáis en la Rambla?
—Hola, ¿estáis en la Rambla?
Cinco minutos y aparece el doble check. Le ha llegado. Todavía no se ha puesto azul. A ver en el otro teléfono.
—Hola, ¿estáis en la Rambla?
Quince minutos después:
—No. Estamos tomando el sol (el mensaje se acompaña de una foto).
—Pon La Sexta, ha habido un atentado en Barcelona.
Pasan unos minutos, sigue sin contestar.
—Ostias, ostias, ostias. Espe, la que se ha liado. Ostias.
Le sucede una cascada de sentimientos y de mensajes. Ellos están más informados. Me dan el parte de novedades media hora antes de verlo por televisión. Mientras tanto, mi dedo actualiza el Twitter de los Mossos d'Esquadra. Al nudo en el estómago tras pasar los quince minutos más amargos de mi vida, le siguen las lágrimas. Hace apenas unas semanas estaba con ellos, mi hermano y mi cuñada, en Andújar, tomando una cerveza. Entre conversación y conversación salió el terrorismo y se habló de lo que ahora ha pasado. Ostias, ostias, ostias. No me lo puedo creer. Hoy todavía no lo puedo creer. Vuelvo a llorar.
—Buenos días, ¿cómo estáis?
—Acojonados.
La noche ha sido intensa. Lo ocurrido en Cambrils nos ha dejado más tocados todavía. ¿Cuántos hay? ¿Dónde están? ¿Pero qué es esto? Nuestra conversación se limita a interrogantes. Casi lo consiguen. Los responsables de esta barbarie casi logran lo que buscan. Pero a las doce, Barcelona, Cataluña y España gritan: no tinc por. Las lágrimas son, ahora, de orgullo.
—Absolutamente todos los pueblos os mandan fuerza.
El mensaje va acompañado de un enlace con la noticia de la oleada de solidaridad despertada en Jaén, lo mismo que en cada rincón del país. Me devuelve un beso.
Cuando escribo estas líneas es viernes, son las seis menos veinte y sigo con La Sexta puesta. Rosa María Sardá está en la Rambla, junto a Javier Sardá. Vuelvo a llorar. Lo hago por esas calles que me han visto crecer como persona y como periodista. Junto al Liceo me formé en esta profesión que se ha convertido en una manera de entender la vida. En ese trabajo que era el orgullo de mi padre. Hoy me acuerdo de él. Le debo haber nacido en Cataluña. Haberlo hecho en Santa Coloma de Gramenet, un municipio de acogida por excelencia. La pequeña Andalucía le llamaban cuando era pequeña, cuando la Feria de Abril se celebraba en Can Zam. Lo mismo que Barcelona, una ciudad universal, abierta al mundo y con la multiculturalidad en sus venas.
Hoy, ambas siguen siendo tierra de acogida pero con una inmigración diferente en su procedencia, idéntica en su trasfondo. Llegan en busca de un futuro. Muchos huyen de los que hoy odiamos por lo que nos han hecho. No generalicemos, no fomentemos el odio, no nos dejemos llevar por sentimientos de violencia, por el ojo por ojo, no peleemos entre nosotros. No caigamos en la trampa, no les demos la razón. Todos estamos unidos frente al mismo enemigo, el mismo que ha matado en Niza, en París, en Londres, en Kabul, en Siria... Lloremos, gritemos, saquemos la rabia fuera, pero no caigamos en la trampa. No tengamos miedo.
No tinc por.
T'estimo Barcelona.
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