'La nieta cotilla y los nutricionistas' de Ines Viñas

La nutricionista y psicóloga publica su segunda novela, que narra la rocambolesca aventura de una periodista adicta al azúcar en el Parador de Jaén

Inés Viñas es una nutricionista y psicóloga 25% jiennense que sueña con ser escritora, igual que la protagonista de su segunda novela, La nieta cotilla y los nutricionistas. En ella, la autora narra la rocambolesca aventura de una periodista adicta al azúcar barcelonesa que acude a un congreso de nutrición en el Parador de Jaén (con fantasma incluido).

La trama funde la peculiar biografía real de su abuelo materno —nacido en un cortijo aceitunero a las afueras de Marmolejo en 1910 y unido en matrimonio con una poderosa familia egabrense poco antes de la Guerra Civil— con el primer viaje de su nieta ya cuarentona a las tierras andaluzas que él tanto amó. La protagonista, Natalia, pretende investigar las antiguas andanzas de su abuelo para reflejarlas en la primera novela que logre hacerse un hueco en las librerías. Pero la nieta cotilla verá truncados sus planes al darse de bruces contra el insólito y peligrosísimo mundo de los nutricionistas famosos.

Viñas aprovecha en el libro el aireo de trapos sucios familiares para sacarle al lector más de una sonrisa —y alguna lagrimilla— mientras le recuerda que no conviene creer a pies juntillas todo lo que diga un influencer nutricionista y que, pese a todo, el simple hecho de estar vivos y poder comer... ya califica como magia. 

"Una obra muy entretenida que combina humor y reflexión, con el tema de la autoaceptación ahí presente. He disfrutado mucho leyéndola. Su narrativa me ha resultado ágil y entretenida, y me ha mantenido enganchada a la trama desde el principio hasta el final. Me ha sorprendido gratamente su conocimiento sobre el Parador: los números de las habitaciones, los salones, los pueblos de los alrededores... La ambientación en el Parador de Jaén le añade ese toque de encanto y autenticidad a la historia. La protagonista, Natalia, es un personaje entrañable con el que resulta muy fácil identificarse y su final te deja una bonita sensación", afirma Carmen Méndez, directora del Parador de Jaén.