El Museo Nacional de Escultura se rinde al maestro Ydáñez
El artista de Puente de Génave protagoniza una singular exposición en Valladolid, una suerte de diálogo entre su propia obra y la de clásicos de siglos anteriores
"Tengo que parar un poco, porque tengo un ajetreo... Tengo azogue, madre mía. Pero bueno, como dicen en mi pueblo, cuando hay aire hay que aventar. La verdad es que disfruto trabajando".
Así, con la misma sencillez que trabajaban los escultores cicládicos, se expresa el creador puenteño Santiago Ydáñez cuando Lacontradejaén le llama la atención sobre su agenda, tan plena (o más) que la de un candidato a las municipales estos días.
No para, su nombre copa carteles aquí y allá, salas y espacios expositivos se dan tortas por acoger su obra en territorio nacional o más allá de las fronteras españolas. Algo tendrá el agua cuando la bendicen, reza un refrán.
Hace nada y menos, por poner solo un ejemplo, que inauguró Intersectio Ydáñez/Bussy en el Museo Nacional de Escultura, con sede en Valladolid. Una muestra que permanecerá abierta hasta el próximo 16 de julio y que es, a su vez, una suerte de diálogo entre este jiennense del siglo XXI y la producción de clásicos como Nicoas Bussy, el gran maestro del XVII:
"Estoy contento de que se vea otra parte de mi trabajo, como es la escultura. Son doce piezas pero creo que tiene más relevancia la escultura que la pintura, o casi a la par", aclara Ydáñez, y apostilla:
"Piezas grandes, como el Cristo La Fuente, una talla en madera a tamaño natural que es mi versión del Cristo de la Sangre de Bussy que está en la iglesia del Carmen de Murcia, y una Dolorosa que pinté en 2009 y que también se utilizó para la ópera Tosca, que por cierto se reestrena en el teatro de la Maestranza de Sevilla el mes que viene; hay también esculturas más pequeñas, pinturas de 2014...", enumera.
Encantado de la vida de exponer en un espacio que considera "el mejor que hay en España, sin ninguna duda, tanto el propio edificio como las obras maestras que hay dentro", confiesa que esto de adaptarse al idioma de las obras de clásicos del arte es un proceso "natural" para él. De ahí, quizá, que la peculiaridad de su propuesta escultórica produzca en los visitantes de todo menos rechazo:
"La primera vez que se expuso el Cristo fue precisamente en su cofradía, es decir, que pasó el filtro; había gente que se podía molestar, porque el Cristo es peculiar, pero no, precisamente fue todo lo contrario para sorpresa de todos. Me alegra que sea así, porque yo esa pieza la he hecho por amor a la otra, a la que versiono", explica.
Unas sensaciones que experimenta, igualmente, entre el público pucelano: "N busco la polémica ni la irreverencia, y la gente me ha acogido con muchísimo cariño; el director del museo, según me dijo, está encantadísimo con la aceptación tan buena que está teniendo Intersectio", celebra Ydáñez.
¿Y en Andalucía? ¿Qué reacción provocaría en los visitantes la visión de una imagen como la que aparece junto a su autor en la fotografía que abre este reportaje?
"Me gustaría que se viera, es una talla muy bonita, cuando la ves respiras paz. En la rueda de prensa en Valladolid, yo iba hablando de sala en sala de cada pieza, y todo el mundo hablaba. Cuando llegué a la sala grande, donde está el Cristo, había silencio; transmite serenidad".
Con la procesión diocesana de rogativas junto a la imagen de Nuestro Padre Jesús del pasado lunes en Jaén capital, este periódico se atreve a preguntar al artista de Puente de Génave si, ya puestos, será posible que, algún día, una talla salida de su gubia procesione en Semana Santa. El escultor y pintor responde, sin dudarlo:
"No, nunca lo había pensado; aunque trabajo mucho con la historia del arte y la revisión, suelo humanizar mi obra, quitarle las connotaciones religiosas. Podría hacer una, ¿por qué no...? Pero nunca se me ha pasado por la cabeza. Aunque todo es posible".
Mientras sí mientras no, y ya que contemplar su propuesta cristífera no será viable en tierras andaluzas por ahora, los jiennenses que anden por la patria chica de Delibes de aquí al verano tienen la oportunidad de disfrutar de la última propuesta expositiva de un Santiago Ydáñez que no deja de moldear la mirada del espectador con sus obras, que a cada paso que da genera una nueva (y poética) conversación con la parte más sensible de uno mismo.
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