Manolita Gárate, o cómo un año "se pasa de momento"
La begijense acaba de dejar el cetro de hermana mayor de San José Obrero, una fiesta y una devoción que en su casa se viven con especial arraigo
"Al otro día de San José estaba aplomada, cansada, ¡pero la verdad es que este año se ha pasado de momento!". Este es el balance que realiza una más que contenta Manolita Gárate Martínez (Begíjar, 1953) de un 2024 que para ella ha sido intenso no: lo siguiente.
Como un puñado de espuma se le han disuelto entre las manos los doce meses que ha vivido como hermana mayor de San José Obrero, un grandísimo honor si se atiende a la devoción antigua que le corre por las venas, como ella misma explica a Lacontradejaén:
"Mi padre fue hermano mayor, y mis hermanos también; desde pequeña me ha gustado, de toda la vida". Hermana es ella desde hace la tira de tiempo, lo fue su esposo (ya fallecido) y lo es prácticamente toda la familia, aunque eso de llevar el cetro de plata ("que pesa un montón", afirma) y la banda que la acredita como máxima autoridad de la hermandad, es harina de otro costal.
Mucho más si se tiene en cuenta que, durante décadas, los cargos de las fiestas del padre de Jesús en Begíjar estaban reservados exclusivamente a los hombres: "Desde hace algunos años ya hemos entrado las mujeres", celebra Manolita, que no tiene el récord de haber sido la primera fémina en 'mandar' pero que se ha esmerado durante su mandato para que todo saliese a la perfección.
"He tenido que representar a la hermandad en las otras procesiones de Semana Santa, la Virgen de la Cabeza, la Virgen de Fátima y todos los santos del pueblo, que aquí nos gustan mucho", detalla. Eso... y más cosas, porque el trabajo incluye también algunos sudores, preocupaciones, celo.
Este año di una chocolatada con dulces y anís y vino dulce a la banda de música venida de Baeza; como llovía, los tuve que meter a todos en mi casa, en un portal muy grande que tengo, ¡y venga a tocar!". No le vino largo, en absoluto, ni mucho menos: de hecho, su marido, Juan Lucas, era también músico. Así que a su casa venían, como aquel que dice.
Pero vaya si supone un esfuerzo más allá de llevar la vara de mando y lucir perfecta para las fotos: "No ha sido solo hacer todo el recorrido de las procesiones, sino también el ajetreo el mismo día de la fiesta, preparar una olla grande de chocolate, que no les falte de nada; poner las mesas, estrenar ropa para cada ocasión...", apostilla Juani Lucas Gárate, hija de la protagonista de este reportaje, y sentencia:
"Todo eso, y siendo como es una persona relativamente mayor, no podría haberlo hecho sola, hemos estado ahí con ella, la familia tiene que echar un cable".
Pero Manolita lo tiene claro: "Ha sido una gran ilusión para mí, no quería ponerme mala (para poder ir representando con mi cetro, mi banda, mi vestido nuevo); ha sido una ilusión muy grande". Y una vida sin ilusiones (lo dijo Albert Camus desde su vecina Francia natal) es una vida estéril.
Únete a nuestro boletín