"La muchacha no es fea"

Hay comensales en First Dates que no son conscientes de que la exposición en la tele trasciende a la apariencia física

Él llega al restaurante de First Dates y todos anuncian que es un chico de buen porte: galduriense, figura moldeada en el gimnasio, tupé travoltiano. Cristian, míster Jaén convencido en que ser míster España es posible. En las expresiones iniciales, parece un tipo normal, agradable.

En la barra esperaba ella, Alicia, de Granada, extrovertida, directa y con ganas de echar un rato estupendo. Los dos se ponen a la mesa, y ella parece encantada con la cita que ya dejó de ser a ciegas. En la comida, los intercambios primeros: él comprueba que ella no tiene problema en ser ella por más que acaben de conocerse.
—¿Vives sola o con tus padres? —pregunta Cristian, independiente.
—A veces con ellos, a veces con mi pareja.

La respuesta sorprende al de Jódar, quien no entiende que si Alicia apenas ha tenido relaciones formales se vaya a vivir con sus novios. Ella deja claro que es así. Y no pierde la sonrisa. Es lo que hay, le viene a decir al chico.

Abrumado por tanta honestidad, Cristian va al baño. Llama a una amiga y valora:
—No es fea la muchacha —dice por teléfono, y aclara a su confidente que la cita no es su tipo en lo físico.

A la hora de deliberar, después de que Alicia sepa que él ha llamado por teléfono, ella le pregunta a Cristian si repetiría. Lo hace antes de que lo haga el programa. Cuando pregunta la voz en off, Alicia dice que por ella no hay problema. Él en cambio deja el asunto en ese limbo entre la sinceridad y la corrección política. Finalmente, dice que podrían ser amigos.
—Me ha faltado chispa —argumenta.

Sí, era eso. Chispa, mecha, electricidad. Tendrá que encontrarla. Él en él, claro.