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Las funerarias responden al adiós más difícil

Por Fran Cano - Abril 06, 2020
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Las funerarias responden al adiós más difícil
Cementerio de San Fernando de Jaén.

Duelos exprés y con protocolos con el máximo afecto y rigor; así afrontan la pandemia las funerarias de la provincia

"Llevo más de treinta años en este sector. Le prometo que yo no me creía que esto iba a pasar". El testimonio proviene de la gerencia de Funeraria La Paz de Jaén, revelador del impacto del coronavirus en el negocio que necesita a la muerte, pero que ahora lidia en un contexto inédito: duelos exprés, velatorios reducidos a la mínima expresión legal —tres personas— y respaldo emocional a una familia que apenas puede despedirse del ser querido.

"Lo estamos pasando muy mal. Si ya es dura una pérdida, un fallecido con coronavirus es aún más doloroso", reconoce. La decisión de la familia sobre los restos mortales del fallecido debe ser inmediata: entierro o incineración. "Tienen que decidirlo enseguida, y nosotros como funeraria debemos aplicar las normas del Estado de alarma", añade.

En los pueblos, los sacerdotes hacen el responso en el cementerio y sólo pueden estar un máximo de tres personas. Igual ocurre en las capillas, donde los familiares ven a la distancia el ataúd con la identificación. "Ahora más que nunca damos todo el cariño del mundo", explica una trabajadora de otra funeraria de la provincia. "Lo estamos pasando mal", coinciden las profesionales, que niegan que el servicio esté colapsado en la provincia.

El ministro de Consumo, Alberto Garzón, fue cuestionado en la comparecencia del pasado 1 de abril por presuntas especulaciones en el precio de los servicios de las funerarias. "Algunas han aprovechado el dolor para elevar los precios hasta los 1.000 euros de adición", contestó a una de las preguntas de los medios. No es el caso de las dos funerarias consultadas por este periódico. La cuestión les incomoda. No la conciben. "Algunas estarán abusando, pero nosotros mantenemos todo como siempre. ¿No tiene la familia ya bastante con el dolor?", pregunta retóricamente la empresaria, que apela a la ética.

"Es muy duro que en las residencias haya hijos que no se puedan despedir de los padres que mueren", lamenta la gerente de La Paz, quien pasa pánico cuando ve por televisión la cantidad de ataúdes acumulados. Ella está acostumbrada a que los féretros reposen vacíos en las naves del negocio. "A veces es muy complicado decirle a la familia que no puede velar al fallecido y que sólo pueden estar juntas tres personas", confiesa. Son las normas. Y nunca había sido más complicado decir adiós. La empresaria da ahora un consejo, quizá con más aplomo que antes del Covid-19: "Hay que recordar a las personas cuando están vivas".

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