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Gabriel Fernández Cuesta, un escañolero con manos de oro

Por Javier Cano - Noviembre 11, 2023
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Gabriel Fernández Cuesta, un escañolero con manos de oro
Gabriel Fernández, ante una de sus maquetas. Foto cedida por Gabriel Fernández.

Tras toda una vida dedicado a la construcción, hace 12 años encontró en la realización de maquetas el mejor modo de dar rienda suelta a su creatividad

Que Escañuela exhala arte no es ninguna novedad. Ahí está su condición de patria chica del gran Serrano Cuesta o la sencilla hermosura que Palma Burgos firmó para el camarín del Nazareno. ¡Hasta en su apellido la lleva un joven y afamado pintor allende los mares, en tierras brasileñas!

Más cerca, en una casa del pueblo, otro escañolero de manos de oro libera su creatividad a través de unas entrañables maquetas que se han convertido en su idioma artístico. Se llama Gabriel Fernández Cuesta, tiene setenta y tres años y nada le gusta tanto como resumir a escala la belleza de su municipio:

"Esto de las maquetas es que me ha gustado a mí de siempre, pero no he podido hacerlo hasta que me jubilé", comenta a Lacontradejaén.

Sí, fue convertirse en pensionista y, tras toda una vida (cuarenta y cinco años) dedicado a la construcción, cambió el rudimento de paletas y piochas por la delicadeza con la que hace estas pequeñas grandes obras, casi siempre inspiradas en el patrimonio escañolero.

Vamos, que fue albañil antes que 'arquitecto', como Palladio, que se dedicó a picar la piedra cuando faltaban años todavía para que sus característicos diseños se hicieran realidad. 

"Un hermano mío, mayor que yo seis años, hizo la mezquita de Córdoba y me llamó la atención, entonces me dio el gusanillo y empecé". Corría el año 2011 y, ya más que granado, Gabriel iniciaba así una nueva andadura que no hace más que darle satisfacciones:

"Yo soy una persona muy sentimental y de momento me pongo a llorar, con los comentarios", dice en relación a la inacabable catarata de elogios que le llueve desde las redes sociales o, directamente, desde los boquiabiertos labios de quienes contemplan sus piezas, cuyo destino tiene más que claro.

"Ayer hizo tres años que puse en mi testamento al Ayuntamiento como heredero de mis maquetas, por si luego quieren hacer un museo", explica. 

Maravillas mínimas que le ocupan "entre cuatro y seis meses" y en las que vuelca no solo su habilidad, sino también su preocupación por el entorno y la preservación del medio ambiente:

"Todo lo que uso son materiales reciclados, cuando alguien va a tirar muebles me preocupo yo de recogerlos, y el resto es madera y cartón; tengo una tienda al lado, y los cartones y todo eso me lo facilitan".  

De ahí han salido maquetas como las de la parroquia, el grupo escolar o el cortijo de la Torre, entre otras muchas, que escañoleros y visitantes pueden admirar. Hoy, mañana y para los restos. 

 Los edificios del municipio son la principal fuente de inspiración de Gabriel. Foto cedida por Gabriel Fernández.
Los edificios del municipio son la principal fuente de inspiración de Gabriel. Foto cedida por Gabriel Fernández.

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