Ganadores trágicos, perdedores eufóricos
Vivimos tiempos electorales extraños. Antaño, cuando se repartían el mercado del voto PP Y PSOE, en los tiempos de la bonita alternancia, ganaban los partidos cuando ganaban y perdían cuando perdían, tranquilos porque todo era una cuestión de tiempo y de que se engolfaran quienes mandaban.
Desde un tiempo a esta parte, como novedad, pierden ganando y triunfan fracasando. He visto candidatos a la Junta dejarse una tercera parte de los votos haciendo la V de victoria con la mejor de sus sonrisas y todas sus manos, tentándose el traje con jeta de no dar crédito, descojonados de la risa, su estrepitoso fracaso convertido, gracias a los pactos, en éxito mayúsculo. Me ponía en su piel y era como suspender medio curso y que te compren un Ferrari. Cómo para no tener esa cara triunfal.
Le ponemos el champán y los polvorones a la noche electoral y visualizamos el sorteo de navidad, tan similares ambas escenas en sus euforias desmedidas, piripis. Quizá guarden menos similitudes en los semblantes derrotados. Sufren más los políticos malqueridos que la población no agraciada por el gordo. Es normal, optan a un premio mayor, al número completo, al poder.
He contemplado a ganadores trágicos, o con mal perder, tra tra, sacando pecho diciendo que han ganado las elecciones, pero que los pactos postelectorales o la gente perezosa que se ha quedado en su casa impiden que gobiernen. Por cierto que llamar perezosos a los que no te votan y presumir que son de los tuyos no invita precisamente a que te voten sino más bien a hacerte una peineta en tu careto electoralista. Qué malo es el orgullo. Casi tanto como la estupidez.
En líneas generales el PP pierde una importante cantidad de votos y sin embargo todo indica que mantendrá gobiernos de peso en plazas importantes gracias al tripartito de derechas. Ciudadanos, que ha estado en reivindicaciones, plataformas, etc en destacada primera fila contra la gestión pepera, tiene ahora claro, al parecer, que suman y que van a gobernar con el PP y con algún partido marginal, de cuyo nombre no quieren acordarse más allá de la Plaza de Colón, al que suponían un papel de mero acompañamiento, de palmero o corista o aguador, y que va a acabar llevando la voz cantante y sonante del conjunto. O casi. Aunque a última hora parece que las líneas rojas comienzan a borrarse, según convenga. Será que los caminos de la regeneración democrática son inextricables. Vamos.
En muchas plazas el resultado se ha decidido por diferencias muy pequeñas. Véase Alcalá la Real, donde el PSOE va a perder previsiblemente el gobierno por catorce votos, si he leído bien. Por los mismos que los van a ganar PP y Ciu, salvo pacto contracorriente. Decía el tango que veinte años no son nada. Sobre catorce votos hacía mutis.
En Úbeda, en cambio, los resultados han sido claros. La gestión del equipo de Gobierno comandado por Toni Olivares ha obtenido una victoria amplia. Al parecer, existe una mayoría de la población satisfecha con la gestión municipal, convencida de que el estado general de la ciudad y las múltiples actividades culturales de primerísimo nivel que han convertido a Úbeda en un referente escénico a nivel internacional merecen su apoyo a la gestión actual. No me extraña la contundencia de la victoria. Úbeda da gusto.
Pero si la noche ha dejado una ganadora trágica esta es Manuela Carmena. Amada por unos, odiada sin medida por otros, vino a la política para demostrarnos que se puede ejercer el cargo público con sentido común, con inteligencia y decencia, respetando al contrario, haciendo uso de la razón y del diálogo. Y gestionando muy bien, hasta el punto de recortar el déficit a la mitad en cuatro años. Con un treinta y uno por ciento de los votos se despide -siendo la más votada- con una sonrisa un pelín amarga. Creo que más amarga por los madrileños que por ella misma. Se va con mucha dignidad. Parafraseando a Sabina, quién supiera ganar como pierde Manuela.
Mi enhorabuena especial para Díaz Ayuso. La candidata del PP a la Comunidad de Madrid se ha distinguido por realizar comentarios entre lo confuso y lo delirante, con incursiones en el humor absurdo. Aquello de “no es cierto que en los colegios madrileños se promueva la zoofilia” en respuesta a un comentario de una representante de la ultraderecha que insinuaba que a los niños se les enseñaba en la escuela (sic) “fetichismo con los pies” quedará para los anales del humor patrio. Se ha convertido en noticia permanente por sus meteduras de pata, en carne de meme. Será presidenta de la Comunidad de Madrid.
Si en mes y poco ha formado la que ha formado, no alcanzo a imaginarme lo que puede lograr esta señora en términos dialécticos con veinte micrófonos de radio y otras tantas cámaras de televisión a su disposición doce horas al día durante mil quinientos y pico días. Gestionar, gestionar, no sé, pero las risas no han de faltarnos en los tiempos venideros, aunque la mayor parte, me temo, sean risas nerviosas.
Debemos felicitarnos todos por la democracia. El pueblo libre ha decidido en las urnas. Desde aquí manifiesto todo mi respeto a la decisión del pueblo soberano de España en general y de Jaén capital, ciudad a la que dedico este omeprazol, en particular. Pues de eso va la noche electoral, al fin y al cabo. De descorchar champán del caro, unos, y omeprazol genérico, otros. De tragedia y euforia.
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