Batas y gorros desde el corazón solidario de Guarromán
Doce personas confeccionan elementos de protección para hospitales y residencias, en un gesto voluntario de ayuda para la lucha contra el coronavirus
"Esto no es a ver quién se apunta el tanto, sino que estas mujeres tienen ganas y disposición y el Ayuntamiento se ha echado para adelante". Son palabras de Alberto Rubio, alcalde de Guarromán, a cuenta de la labor solidaria que un grupo de guarromanenses desarrolla desde el corazón del municipio con destino allí donde más se necesita. "Hemos comprado agujas, hilo y rollos de tela específica para fabricar batas quirúrgicas", aclara el regidor mientras celebra la unión de fuerzas en su pueblo. Una postura común que deja de lado la carrera política a la hora de luchar contra la pandemia: "Todos los partidos están colaborando", apostilla el alcalde.
En este trabajo, la aportación de un grupo de personas voluntarias de este histórico punto de las Nuevas Poblaciones resulta crucial, encomiable: "Nosotras estábamos haciendo mascarillas voluntariamente para la gente que lo necesitaba; por lo visto, una residencia de ancianos le pidió ayuda al alcalde, y nosotras nos ofrecimos a ayudar", manifiesta Manuela Martín, "una más" (en sus propias palabras) entre quienes trabajan cada día para colocar la bandera guarromanense en la cima de la solidaridad.
Martín, que preside la asociación femenina Cristina Mallerín, tiró de compañeras del colectivo y, también, de personas ajenas a su entidad; estas, a su vez, 'reclutaron' a almas filantrópicas con ganas de aportar su grano de arena y, así, han conformado un grupo de once féminas y un hombre que se baten el cobre desde sus casas con un único pensamiento: ayudar, ayudar, ayudar... Son la propia Martín, Antonia, Mari Loli, Juani, Bernabela, Ana Mari, Isabel, Carmen, Eugenia, Ángel, Lucy y Anabel: doce varales de un palio altruista que se mece al compás de los mejores sentimientos, "un grupo muy bonico que se ha formado", apostilla Martín.
Trabajan sin desfallecer, conscientes de las necesidades que esta emergencia sanitaria genera entre quienes están en la primera línea, expuestos al contagio: "Le dedicamos horas interminables, con tanto tiempo que tenemos ahora; estamos organizadas. Yo y otra mujer cortamos los rollos de tela, que son grandísimos, de quinientos metros; luego, cuando las batas y los gorros están terminados, viene el alcalde, recoge las piezas y las lleva a otras mujeres para que las monten, y así hasta que se acaben los rollos", asegura Martín.
Residencias de mayores, el Hospital de San Agustín de Linares... Allí donde vienen bien, prestan el mejor de los servicios los EPI de Guarromán: "Es muy gratificante, porque vemos que la situación que tenemos es dura, falta de todo y si podemos poner un grano de arena, vamos sumando, a ver si podemos salir de esta", concluye la guarromanense en nombre del grupo.
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