Un blues en la calle San Clemente
Guillermo Alan es un joven guitarrista de 18 años que toca en la calle para ganarse unos euros con los que pagar el equipo y sus estudios en Madrid
A la vuelta de la esquina, uno puede darse de bruces con emociones tan sorprendentes como encontrarse con un músico cuyo sonido lo envuelve todo. Suena blues en la calle San Clemente. Nadie presta atención. La gente pasa por delante de Guillermo Alan sin mirarlo, ni escuchar la preciosa melodía que sale de su guitarra. Él tampoco hace caso. Está absorto, como poseído por el espíritu de Gary Moore. No deja de tocar. Sobre una base compone sus propias canciones, principalmente de blues y jazz. Tiene 18 años, es de la ciudad y estudia Trabajo Social en la Universidad de Jaén, pero el año que viene deja la carrera y se traslada a Madrid, donde quiere empezar guitarra eléctrica en el Conservatorio Profesional Arturo Soria, uno de los pocos centros en España que imparten esta especialidad. Eso cuesta dinero, al igual que el equipo con el que cada mañana se recorre el centro de la capital para ganarse unos euros. Se lo pagó su padre con la condición de que, poco a poco, se lo fuera devolviendo a modo de préstamo. Empujado por esa necesidad y por su propio progenitor, Guillermo se lanzó a la aventura de tocar en la calle. "A principio te da mucho corte y lo pasas bastante mal, pero con el tiempo pierdes la vergüenza y disfrutas con lo que haces", asegura mientras afina el instrumento. Los viandantes siguen pasando de largo. Su sala de conciertos son los soportales de la Plaza Deán Maza, donde toca con un amigo, y la calle San Clemente. Es un joven sencillo. Lleva con una guitarra en las manos desde los ocho años. Se ha formado en el Conservatorio de Jaén y en la Universidad Popular y, en la actualidad, aprende de uno de los mejores de la provincia, Pedro Peinado. A su edad no existen los egos, sino las ganas inmensas de sentirse músico por unas horas. Reconoce las dificultades con las que se encuentra un músico callejero, pero coincide con el gran aprendizaje que supone pisar el cemento. Por suerte, no ha tenido problemas con la Policía Local. Le dejan interpretar sus temas con libertad. Aunque existe una norma que regula la música en la calle, la capital jiennense es permisiva con esta forma de cultura tan extendida y popular en otras zonas del país y de Europa. "Es una pena que aquí no tengamos esa percepción de la cultura callejera. Le daría mucha más vida al centro", asegura. Guillermo Alan recuerda al cantante y guitarrista irlandés Glen Hansard, que interpretaba a un músico callejero en Once, la película que le llevó a ganar un Oscar a la mejor canción por Falling Slowly. Ninguno de los dos toca para comer. Lo suyo es pasión. Además de actuar en el centro de la ciudad, este joven con el pelo algo alborotado y anárquico está en dos grupos. Uno es de "música alternativa" que fusiona el Metal con otros estilos, mientras que al otro acaba de llegar como acompañante de un guitarrista que necesitaba músicos. La calle también le ha dado la oportunidad de tocar en otros escenarios. Le han salido bolos en un pub, donde actúa de vez en cuando. Desde Bruce Springsteen hasta Tom Jones, pasando por Neil Young o The Charlatans, empezaron como Guillermo Alan a pie de calle, antes de convertirse en estrellas.
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