Los Marchante, unos 'chicos para todo' en Jamilena
Juan y Manuel Rafael Liébana Cruz ejercen un profundo compromiso con su tierra natal a través de su colaboración desinteresada donde son requeridos
Se parecen tanto pero tanto que, como asegura el 50 por ciento de este fraterno par, hay gente que cree que son gemelos o mellizos.
Comparten un montón de cosas, de inquietudes, de aptitudes y actitudes, pero sobre un compromiso claro y militante con su tierra, que ponen de manifiesto allá donde son requeridos y a través de las múltiples actividades en las que toman parte. Mejor, que lo expliquen ellos mismos:
"Estamos bastante implicados con las cofradías, y con la banda", aclara Juan Liébana Cruz (nacido en 1999), que junto con su hermano Manuel Rafael (2001) lo mismo da el do de pecho con el clarinete en la Asociación Artístico Musical Miguel Ángel Colmenero de su Jamilena natal que se baten el cobre en algunas de sus más significativas cofradías. "Cuando dos hermanos trabajan juntos, las montañas se convierten en oro", reza un proverbio chino.
Sí, los Marchante (apodo popular por el que es conocida toda su familia a cuenta de su antigua dedicación profesional con el ganado y apodo que defienden "a mucha honra") se puede decir que son unos 'chicos para todo' que igual encienden las velas de los altares que los montan y desmontan, salen en procesión, participan en las iniciativas de caridad de sus hermandades, organizan cabalgatas... Y siempre de forma inseparable:
"Tenemos gustos comunes, lo compartimos casi todo, nos hemos criado juntos, hemos hecho todo juntos, nos entendemos muy bien y a veces, con mirarnos solo, ya sabemos lo que necesita el otro", explica el hermano mayor (de la familia, porque aunque forman parte de las directivas de sus colectivos cofrades, la Natividad y la Virgen de la Cabeza, por ahora no han llegado al puesto de máxima responsabilidad; por ahora...).
Y es que lo que mueve a los hijos de Juan y Josefa es el amor a su patria chica, el apego a sus tradiciones; a su empuje se debe, por ejemplo, la recuperación del cuerpo de abanderados de La Morenita en la capital jienense del ajo, o que el pueblo luzca como luce durante las fiestas de agosto:
"Nada de esto lo hacemos nosotros solos; la tradición de los abanderados se recuperó con otro grupo de gente, y el montaje y desmontaje de cultos para la procesión la hace el grupo joven", se quita importancia Juan.
QUERIDOS EN SU PUEBLO
Si se pregunta en el pueblo por los Marchante, la respuesta es contundente. Ahí está Julio Flores, presidente de la cofradía patronal, que se deshace en elogios hacia ellos:
"Juan y Manuel Rafael, desde pequeños están muy involucrados con el mundo cofrade, sobre todo con las cofradías marianas; les gusta mucho el entorno de la Virgen a la hora de cambiarla de ropa, de hacerle altares..., ya tienen mucho gusto cofrade y aman y quieren a la Natividad desde que son chicos. Yo ahora soy el presidente de la cofradía, pero los llevo viendo desde niños a los dos. Están pendientes de Ella, de encenderle sus velas para la sabatina, hacen lo que pueden siempre por y para Ella".
Casi en los mismos términos que lo hace Pedro José Checa Garrido, presidente de la Hermandad de la Virgen de la Cabeza, que dice de Juan:
"Su sabiduría en temas cofrades sirve en nuestro pueblo para ayudar a ensalzar y glorificar, si cabe, más aún a Nuestra Madre, y a su Hijo Jesucristo. Sería necesario que muchos jóvenes de nuestras localidades actuaran como él para intentar mantener la tradición".
Sus voces son habituales en las lecturas de la eucaristía, no hay propuesta solidaria cofrade en la que no se impliquen, y eso que no es todo el monte es orégano: "Mi hermano Manuel Rafael estudia Ingeniería Informática y yo, Ingeniería Mecánica (una de nuestras pocas diferencias), pero siempre digo que cuando no hagamos las cosas ahora que somos jóvenes, luego de mayores no las vamos a hacer. ¡Se quita tiempo a otras cosas, se duerme menos y ya está!
Agradecidos, reconocen a sus padres como inoculadores de la religiosidad que preside sus vidas y les descargan de la culpa de que se hayan convertido en unos verdaderos capillitas, vaya que sí:
"El santisimo es una devoción muy de casa, desde pequeños. Hemos mamado desde eso, que es lo más importante de la religiosidad, pero al ir creciendo nos hemos ido involucrando con las cofradías; incluso, mis padres han sido recelosos en eso, querían que nos centráramos más en los estudios, por ejemplo; pero cuando una cosa te gusta...". Pues eso, que gusta y no hay quien pueda con la vocación, y menos si es de servicio.
Y todo esto, ¿para qué? ¿Qué obtienen Juan y Manuel Rafael a cambio de su disponibilidad, de su afán por meter el hombro cuando hay que levantar cualquier idea, sacar adelante un proyecto, hacer algo que redunde en el bien de Jamilena?
"Por la satisfacción de estar tranquilos con nosotros mismos, ¡como lo vivimos con tanta pasión! El día a día que nos da.Y ves que montas un altar y queda tan bien, que a la gente le gusta, recibimos tanto bueno de todo lo que hacemos! La misma gente te anima a seguir. Yo sé que todo el mundo no está dispuesto a sacrificar su tiempo para dedicárselo a un compromiso, pero cuando ves que las cosas salen bien, que estás haciendo que tu pueblo esté al nivel de otros, o incluso sin compararnos con otros... Eso, al final, te hace seguir", confiesa, satisfecho, Juan Liébana Cruz.
¡Ayyy como les toque dejar su tierra una vez que concluyan los estudios y encuentren el pan lejos de su cuna! "Curiosamente los dos realizamos un Erasmus el año pasado durante la pandemia, y echamos mucho de menos nuestro pueblo, y eso que con la pandemia casi no había nada; aun así, nos acordábamos mucho de nuestro pueblo, nuestra gente, nuestras rutinas. Nos faltaba esa vida, ese ajetreo del día a día...!".
Vamos, que no les gustaría cambiar la tranquilidad jamilenuda por la gran ciudad: "Yo, si me voy será para volver, o para intentarlo al menos", concluye Juan.
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