Los hermanos enamorados de la montaña
Miguel y Antonio Mudarra, atletas de Alcalá, recuerdan el origen de la selección andaluza de carreras por montaña y la relación que mantienen con la naturaleza
No dejarán de correr. Al menos mientras haya sierras y parajes naturales que (re)descubrir. Miguel y Antonio Mudarra son conocidos en el atletismo jiennense como Los Incombustibles Hermanos Mudarra, presentes en el inicio de la selección andaluza de carreras por montaña, todavía en idilio con la naturaleza.
José Francisco, Antonio, Miguel y Jesús Alberto aprendieron a orientarse campo a través cuando el padre los soltaba en la montaña durante horas, según recuerda Antonio, de 51 años, residente en Santa Ana (Alcalá). "Somos los Dalton", bromea en conversación con este periódico. El espíritu por la competición siempre ha estado en un segundo lugar y proviene de una casualidad: José Francisco Mudarra, el mayor, contactó con deportistas del atletismo de asfalto en Barcelona y difundió la afición en la familia. De ahí el salto que dieron Miguel y Antonio.
Miguel Mudarra tiene 50 años y reside en Tíjola (Almería), donde trabaja en una imprenta. "No hemos sido atletas al uso. Lo nuestro siempre fue inquietud por la naturaleza", expresa en entrevista con este medio. Ambos se asomaron a la competición en montaña cuando sobrepasaban la veintena. La aventura como montañeros les llevó a hacer alpinismo en las cordilleras del Atlas y en el Kilimanjaro.
Cuenta Miguel Mudarra que en 2006 hubo un punto de inflexión en cómo él y su hermano entendían el deporte. Básicamente, pasan de una mentalidad más popular a los circuitos competitivos. "Coincide con el nacimiento de la selección andaluza de carreras por montaña. Formamos parte del combinado hasta 2016", recuerda.
El primer gran hito de los Mudarra fue precisamente en 2009, cuando ganaron la primera medalla de plata en Castellón. Los andaluces no entraban en las quinielas de los primeros puestos, pero finalmente lo consiguieron. Más tarde, en 2012, el Club de Hockey de Alcalá patrocinó a Miguel Mudarra para que compitiese en la Copa del Mundo. Aquel duodécimo puesto no se le olvida aún. Y un año después, en 2013, se proclama subcampeón de España en Ultra. La prueba supuso 113 kilómetros desde Castellón hasta el límite con Teruel.
"Yo he sido siempre un segundón, detrás de mi hermano, que está a otro nivel", reconoce sin complejos Antonio Mudarra. Dice que sólo le ganó dos veces: "Sí, una vez que no vino y otra que se perdió", remata. El santanero concibe el deporte desde el prisma de la familia: "Ganar o no me da igual. Yo he disfrutado y disfruto de correr con mis hermanos", dice.
"Somos uña y carne, muy amigos. Él ha tenido mucho tesón. Nuestra formación de atletas ha sido a base de constancia", valora Miguel Mudarra, quien pasa el confinamiento en una casita pequeña con un gran ventanal, acompañado de su mujer, Encarni Martínez. Tienen vistas al campo, y dice que se sienten como los árboles: viajan sin moverse, ven los pájaros volar con prismáticos. Privilegiados.
Antonio Mudarra aprovecha el pasillo y está pendiente de sus hijas, que practican gimnasia acrobática. Cuenta los días para volver a correr bajo el sol. La rutina pasa por dejar el coche en Cueva La Yedra, en Valdepeñas, y luego perderse durante horas a partir de Los Llanos del Ángel. "La Sierra Sur es aún muy desconocida. Los fines de semana corro al menos diez horas y no me encuentro a nadie", revela. Los Mudarra han vuelto a los inicios: el deporte está subordinado al encanto de la naturaleza.
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