Carmen Anguita, una 'joven' villariega de 93 años

Derrocha ganas de vivir, una memoria prodigiosa y se vale por sí misma pese a que su familia está atenta a ella. Una historia de esas que ponen los dientes largos

Con una vitalidad a prueba de bombas y una lucidez y una memoria que parecen recién estrenadas, en cuanto la villariega Carmen Anguita Hernández empieza a hablar queda claro que a quienes tienen el privilegio de acompañarla en la aventura de vivir les puede pasar de todo, menos aburrirse: 

"Cuando era chiquitilla, en la guerra, pasaban los republicanos, y aunque mi madre no me dejaba yo tiraba detrás de ellos cantando "banderas rojas / las que triunfarán, / que viva el comunismo / y la libertad", cuenta (¡y canta, así, a capela y en directo!) a Lacontradejaén. 

Nada extraordinario en aquellos tiempos, si no fuera porque al rato venían los nacionales y Carmen, ni corta ni perezosa, hacía lo mismo que con los otros, solo que entonando a voz en grito "Franco, Franco, Franco, / el que España lideró, / Franco, Franco, Franco, / el caudillo salvador...". "Mi madre me decía: ¡te van a meter en la cárcel!".

Ni mucho menos, que jamás cubrió su sombra otro techo que el de su hogar de Los Villares o su casa de verano de Riofrío, lo más lejos que asegura haberse alejado de su pueblo esta mujer que a sus noventa y tres años de existeencia derrocha ganas de estar en el mundo:

"Es una persona muy agradable, muy alegre, ¡más alegre que sus dos hijos!", afirma Mari Carmen Higueras, su nuera. 

"Me encuentro muy bien, tengo muchos años pero achaques no tengo, no me puedo quejar", apostilla la protagonista de este reportaje, villariega, hija, esposa y madre de villariegos:

"Estoy contenta de haber llegado a esta edad, porque gracias a Dios estoy muy bien, duermo bien, como bien, ¿qué más puedo pedirle al Señor? Vivo sola, mi hija y mi nuera vienen y me averiguan las cosas. Mi hijo también viene todos los días, me ponen la comida...", explica, y sentencia: Lo que hago es darle briega a mis hijos, ¡como ya estoy vieja! No dicen lo mismo ellos. Por algo será. 

Única niña en una familia de seis hermanos, llegó al mundo en un hogar de gente del campo concienciada de que, por lo menos, debía aprender lo básico para defenderse en la vida: 

"Fui a la escuela con doña Pilar Crespo, que era mi maestra. Me enseñó a leer y escribir, que es lo que yo sé". Años duros de posguerra, en los que tocaba arrimar el hombro en esa casa de hombres: "He trabajado mucho, todos eran varones y mi madre estaba enferma, había mucho trabajo en la casa, había que lavar la ropa en el río y coger el agua en el pilar para las casas. Luego cambiamos, a mejor". Optimismo a espuertas el de Carmen. 

En su patria chica de su alma se casó con su paisano Miguel Muñoz y tuvo a sus dos criaturas, nene y nena, las guindas de un pastel que a ella le sabe a gloria: "Estoy muy contenta con la vida que he tenido, gracias a Dios no me duele nada, tengo mis hijos que acuden a mí para que no me pase nada (yo me acuesto sola, pero vienen a acostarme). Mi hija, mi hijo, mi yerno y mi nuera..., todos me aprecian! 

Abuela de cinco nietos y bisabuela de dos bisnietos, disfruta de lo lindo rodeada de chaveas; casi tanto como charlando con sus vecinas, en la puerta de su casa: "Mi pueblo para mi es muy bueno, mis vecinas muy buenas, me llevo bien con todo el mundo. No hay quien esté en contra mía, ni yo en contra suya. Eso es lo mejor que hay", proclama, rotunda. 

Eso..., y los días de campo, que según su nuera es de lo que más le gusta disfrutar: "Cuando mejor se lo pasa es cuando nos vamos de campo, vienen unos matrimonios que son familia, llevan la guitarra y cantan". Y en eso de cantar (ha quedado claro al principio de estas líneas), a ver quién le gana a Carmen:

"Canto mucho, me gusta mucho cantar". ¿No escribió Tagore que cuando el hombre (o la mujer) cantan, Dios los ama? Pues eso. Y happy birthday, Carmen.