Las 'Escenas y costumbres' de Ortega Sagrista, costumbrismo eterno
Treinta años después de la publicación del segundo volumen, los artículos del historiador jiennense 'cotizan al alza' dentro del género que más cultivó
Una "gavilla" de artículos reunidos para formar un libro, pero que nunca pensó publicar como tal su propio autor. Así definía Rafael Ortega Sagrista (en la introducción a la primera parte) sus personalísimas Escenas y costumbres de Jaén.
Una suerte de miscelánea costumbrista de "trabajos solicitados para periódicos locales, con motivo de ciertas festividades: Navidad, Semana Santa, ferias" u "otros que surgieron por propia iniciativa, por el deseo de reflejar alguna tradición popular" (en palabras del inolvidable historiador jiennense), alumbrados hacia un protagonista principal: Jaén. "El Jaén vivido desde que nací y que he procurado comprender conociéndolo a fondo".
Un primer volumen, publicado por el IEG en 1977 (y reeditado en 1994 por Riquelme y Vargas) precede al alumbrado, otra vez por el Instituto de Estudios Giennenses, en 1988 (el mismo año de la muerte de don Rafael).
"Cada uno de estos artículos se constituye en un retazo de vida jaenera, prodigiosamente respetada en su entidad y ofrecida en su sencillez como estímulo a nuestro amor. Y ahí está también el impagable mérito de Rafael: haberse constituido, sin pretenderlo, en el más alto cicerone de nuestra propia alma", escribió el desaparecido Manuel Caballero Venzalá a propósito de esta obra de su amigo y compañero del IEG.
JAÉN EN 500 PÁGINAS
Sencillamente estructurado, Escenas y costumbres de Jaén I se divide en tres capítulos, que abarcan las cuatro estaciones y la Cuaresma (tan vivida por el escritor) a través de estampas inequívocamente de aquí como la matanza, el brasero, las rosquillas de San Blas, los ensayos de los romanos o las alcaparras: "Rajados los alcaparrones, se han echado en un frasco de cristal relleno de vinagre. Serán una rica promesa para picar, mientras se come el cocido con cardillos, o las patatas guisadas, o un buen potaje de alubias o garbanzos", describe.
La segunda entrega, que prácticamente repite estructura salvo en la coda De cualquier tiempo, refrenda el magisterio del autor cuando escribe sobre los aceituneros, las navidades pobres, la cocina de antaño, el aire de Jaén, la conserva de tomate o la sala estrado: "Los que hemos conocido el tiempo encanytador de las salitas, de las salas estrado, las añoramos, como añoramos su peculiar perfume antiguo de estuche cerrado, de maderas nobles, de sedas pasadas, de abanicos de lujo...".
Literatura costumbrista de primer orden y con la capital del Santo Reino como inspiración: una lectura de lo más recomendable para estos días de mesa camilla.
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