Historia y presente de un nadador constante
Fernando Moya Espinosa reivindica la constancia y el esfuerzo como las claves para triunfar en natación adaptada
“La clave es la constancia”. Lo dice Fernando Moya padre y lo reafirma su hijo, Fernando Moya Espinosa, mengibareño de 18 años. El joven acaba de colgarse tres medallas en el Campeonato Nacional de Natación Adaptada por Comunidades. Nada ocurre por capricho, vienen a decir los dos.
El agua llamó al de Mengíbar en un momento difícil. Hace cuatro años el chico, que tiene espina bífida, tuvo que ser operado. “Me recomendaron que hiciese natación”, recuerda en declaraciones a este periódico. “Y me enganché”, añade. Fue el origen de un vínculo que ahora marca su vida.
Las horas de entrenamiento han dado resultado positivos en todos los ámbitos, tanto en la salud como en las parcelas humana y deportiva. Moya Espinosa milita en el ‘Fidias’, uno de los clubes con más solera de Córdoba. Cuenta el padre que ingresar en el colectivo llevó su tiempo. “Al principio solo podía entrenar con ellos. Desde este año ya compite”, señala el progenitor.
DE LA SELECCIÓN ANDALUZA A LA ÉLITE NACIONAL
Tanto ha progresado en cuatro años que ya hace un curso de su debut con la Federación Andaluza. Así ha demostrado sus capacidades en la élite nacional de natación adaptada.
Los logros no nublan la rutina, incondicional como el empuje en los estudios. “Todo es organizarse”, dice. Entrena seis horas a la semana. Es un asiduo de la piscina de Las Fuentezuelas, en Jaén capital.
“Nunca se pierde un entrenamiento”, valora el padre. “A alguien que empiece en natación le digo que siempre hay que entrenar. No vale pararse”, apunta el joven, admirador de Teresa Perales y Martínez Tajuelo. No parar, dice, aun cuando se ha sobrepasado la meta.
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