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Un año ya dándole nombre al centro de salud de Escañuela

Por Javier Cano - Abril 28, 2024
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Un año ya dándole nombre al centro de salud de Escañuela
Desde hace un año, el consultorio médico de Escañuela lleva el nombre de la protagonista de este reportaje. Foto cedida por Encarnación Herrera.

La enfermera Encarnación Herrera Martín disfruta cotidianamente del homenaje que recibió por parte del pueblo donde ejerce desde hace un cuarto de siglo

"Al principio, cuando iba al trabajo después de ponerme la placa, el primer mes bromeaba y decía en mi casa: —'Me voy a mi consultorio'. Ahora, cuando entro y salgo de él no se me van los ojos para la placa, ni mucho menos; se me van hacia abajo, por la emoción, y pienso que esto es más grande de lo que yo me merezco, muchísimo más".

Con esa humildad que el poeta Eliot definió como la más difícil de todas las virtudes se expresa la enfermera Encarnación Herrera Martín (Granada, 1962) a la hora de hablar con Lacontradejaén del homenaje que, hace ahora un año, recibió por parte del municipio jiennense donde ejerce su profesión, Escañuela. 

Y eso que el tributo ofrendado por los paisanos del pintor Serrano Cuesta no fue cualquier cosa, vaya que no: nada más y nada menos que ponerle su nombre al centro de salud del pueblo, un reconocimiento en vida para una profesional aún en activo a la que los escañolenses aprecian como propia:

"No tiene horas, se viene muy temprano a sacar sangre y si se tiene que irse a las cuatro de la tarde, se va a las cuatro de la tarde; si tiene que venir por la tarde, viene y si estás en el hospital, también. Es enfermera de vocación", celebra Cosme Erenas Alcalá, el escañolense 'ideólogo' del homenaje. Eso y los veinticinco años que lleva en el pueblo lo explican todo. 

 La enfermera, en el centro de salud de Escañuela, al que da nombre desde el año pasado. Foto cedida por Encarnación Herrera.
La enfermera, en el centro de salud de Escañuela, al que da nombre desde el año pasado. Foto cedida por Encarnación Herrera.

Sí que debe de ser vocación lo que desde siempre ha impulsado a la protagonista de este reportaje a enfundarse la bata blanca y manchársela de sangre ajena. Si no, estas palabras de Encarnación no tendrían sentido, no habría quien las comprendiese:

"Tengo que curar o coser y, por grande que sea una cosa, se me pasa el tiempo entre los dedos, no me doy cuenta". O estas otras: "Siempre me ha gustado cuidar, curar, ayudar... Trabajar en la enfermería me relaja, siempre he dicho que soy yo quien le tendría que pagar al SAS por dejarme trabajar. Si volviera a nacer, me dedicaría a lo mismo".

Aquello que dicen que dijo Marco Aurelio, tan estoico él siempre: "Encaríñate con tu oficio por pequeño que sea y descansa en él". En esas anda Herrera Martín desde los comienzos de su vida sanitaria.

Una historia que comenzó poco después de terminar la carrera, cuando la inactividad empezó a ponerla nerviosa y se movió para poder verse entre jeringas cuanto antes:

"Me vine de Granada porque cuando terminé Enfermería no tenía puntos para continuar trabajando en el invierno, pero había compañeros que no paraban todo el año y les pregunté; me dijeron que se habian venido a Jaén para una interinidad y que luego volvían a Granada pero ya con los puntos de todo un año trabajando".

Dicho y hecho, se presentó en la Delegación de Salud de la capital del mar de olivos y, en 1986, consiguió la preciada interinidad que buscaba no en su Granada natal ni en la Escañuela que terminaría honrándola al máximo nivel, no: en Villardompardo, donde vive desde entonces casada con Manolo, un agricultor de la tierra (nunca mejor dicho) y sus dos hijas, Alba María y Sofía, que han seguido la estela de mamá y, respectivamente, ejercen como médico internista y protésica dental.

Posteriormente unas oposiciones la llevaron a Linares, donde obtuvo plaza, y de ahí, en un concurso de traslados, a la villa que tanto afecto le profesa. El mismo que ella les devuelve a diario: "Son gente muy agradecida, muy amable, muy buena, que me ha tomado un especial cariño que se corresponde perfectamente con el que yo les tengo a ellos", apostilla.

Así transcurre la aventura vital de Encarnación Herrera Martín, una de las pocas mujeres que pueden presumir de darle nombre a un lugar al que se entra con dolores y del que se sale con alivio. Algo tendrá ella que ver en que así sea. Algo tendrá el agua, cuando la bendicen.  

 La enfermera (segunda por la izquierda), arropada por su familia. Foto cedida por Encarnación Herrera.
La enfermera (segunda por la izquierda), arropada por su familia. Foto cedida por Encarnación Herrera.

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