IDILIO CON EL TABLERO
Repasamos la relación entre Linares y el ajedrez a través del relato de sus protagonistas, cuando se cumplen cuarenta años de la creación del torneo más prestigioso del mundo y ocho de su desaparición, y en plena celebración, este mes de agosto, del Campeonato de España
Linares languidece a la misma velocidad que las cifras del paro consumen la poca esperanza que le queda a una población que vive de la nostalgia, en el que cualquier tiempo pasado fue mejor. Aquella ciudad que durante veinte días era capaz de reunir en una sala a las mentes más brillantes del ajedrez mundial. Esa misma ciudad que era tan conocida como Madrid o Barcelona en la antigua Unión Soviética, donde los niños soñaban con disputar una partida el que fue bautizado como el 'Wimbledon del ajedrez'. El lugar en el que el mejor jugador de todos los tiempos, Garry Kímovich Kaspárov, decidió poner punto y final a su carrera un 10 de marzo de 2005.
Han pasado 40 años de la primera edición del Torneo Internacional Ciudad de Linares y ocho de su desaparición; de un palmarés que abrió el sueco Jaan Eslon y cerró el búlgaro Veselin Topalov. A pesar de perder su mayor seña de identidad, la ciudad minera mantiene el idilio con un juego que combina deporte, ciencia y arte. Durante el mes de agosto, casi un millar de ajedrecistas compiten en el Auditorio del Pósito por el Campeonato de España en distintas categorías. Juegan y pasean por las mismas calles que lo hicieron Anatoli Kárpov, Borís Spaski, Jan Timman, Vasili Ivanchuk, Viswanathan Anand, Vladímir Krámnik, Víktor Korchnói, Péter Lékó, Levon Aronian, Veselin Topalov, Garry Kasparov o un efervescente Magnus Carlsen, entre una lista interminable de grandes maestros del tablero.
Pero ¿cómo llega una pequeña ciudad de Andalucía a tal nivel de prestigio? La explicación tiene nombre y apellidos: Luis Rentero Suárez. Hombre forjado a sí mismo, que comenzó despachando ultramarinos de pueblo en pueblo a lomos de su motocicleta y terminó con una importante empresa hotelera, después de vender su cadena de hipermercados a una multinacional belga por 3.000 millones de pesetas. Un visionario del mundo de los negocios, pero, ante todo, un apasionado del tablero. La relación entre Linares y el ajedrez no se puede entender sin Luis Rentero.
Fallecido en las vísperas de la Nochebuena de 2015, fue el creador del torneo de ajedrez más prestigioso de la tierra durante más de dos décadas. "Es el antes y el después del ajedrez en Linares. Hasta ese momento, su práctica era minoritaria, como en cualquier otro lugar del país. Nos reuníamos en al antiguo casino a jugar y poco más", rememora Francisco Fernández Albalate, la persona más importante para el crecimiento del ajedrez en la ciudad tras Luis Rentero.
Siempre en la sombra, Fernández Albalate fue director del Ciudad de Linares una vez que el Ayuntamiento asumió su organización en 1997, debido al terrible accidente de tráfico que sufrió Luis Rentero y que le dejó sin las energías suficientes para dirigirlo. Aunque su relación con el torneo viene de mucho antes, de la tercera edición, cuando se incorpora al equipo técnico y se convierte en la persona de confianza del empresario. Recuerda con memoria casi fotográfica (como buen ajedrecista) desde partidas a multitud de anécdotas que a lo largo de los años fue dejando la competición, como aquella en la que el ucraniano Vasili Ivanchuk se quedó dormido en un parque cercano al Hotel Aníbal, una de las sedes que ha tenido el torneo, mientras se celebraba la ceremonia de entrega de trofeos y él debía recoger la máxima distinción, la Cabria de Plata. O aquella otra en la que el campeón del mundo Borís Spaski se negó a realizar una entrevista para la radio con el mismísimo José María García porque no había traductor de inglés. "Yo solo sabía hablar francés. El tipo se levantó de la silla y dejó con un palmo de narices al otro lado del micrófono a José María García. Félix Martínez (locutor de Radio Linares) y yo nos quedamos pasmados". Era principios de los 80 y la Guerra Fría seguía en ebullición. La nómina de jugadores soviéticos era la más alta y por ende cualquier movimiento se miraba con lupa.
KORCHNÓI Y LA KGB
La presencia de Víktor Korchnói, además de un enorme interés, causaba espasmos en la organización. Era el enemigo odiado por la URSS, un desertor en toda regla. Según la versión del protagonista, su negativa a amañar partidas y redactar informes para el KGB durante sus viajes a los torneos le había convertido en alguien sospechoso y poco querido. En 1979, en la segunda edición del torneo, Korchnói aterrizaba en Linares poco después de perder el Mundial ante un jovencísimo Anatoli Karpov, en un país, Filipinas, gobernado por el polémico presidente Ferdinand Marcos. El duelo duró tres meses agotadores —del 18 de julio al 18 de octubre de 1978— y contó con ingredientes de película: parapsicólogos, hipnotizadores, yogures con supuestos mensajes en clave y toda suerte de elementos ajenos al ajedrez.
El apátrida Korchnói nunca se sintió cómodo en el torneo y prueba de ello es su sorprendente derrota con Manuel Rivas Pastor, un chaval de 19 años de Jaén. Esta se produjo en el movimiento 35, tras cometer un error garrafal, apremiado ya por el tiempo. La partida correspondía a la quinta ronda del torneo. Rivas, por aquellos entonces estudiante de Ciencias Exactas en la Universidad de Sevilla y campeón de España absoluto, consiguió el jaque mate al mover su dama a 5T y materializó la segunda derrota de su adversario en este torneo, ya que el yugoslavo Marovic —en otra partida sorprendente— venció a Korchnói en la segunda ronda del torneo.
Una década después, cuando Víktor Korchnói puso el pie en la ciudad minera, se llevó tal susto que se le quitó el hipo de por vida. Uno de los jueces de la competición era Viktor Baturinsky, excoronel del KGB que había sido jefe de la delegación soviética de ajedrez, a quien conocía muy bien porque era quien le había hecho la vida imposible y se la tenía jurada. La sorpresa vino cuando ambos se vieron frente a frente. Fue tan desagradable el encuentro que Korchnói, sin deshacer las maletas, abandonó de inmediato Linares en un tren, sin haber jugado una sola partida. La noticia salió en todos los telediarios.
Francisco Fernández Albalate no tiene pruebas, pero si la corazonada de que, durante aquellos años de Guerra Fría, por Linares pasó algún que otro agente secreto de la temida KGB dado el control que esta ejercía sobre los ajedrecistas, considerados como piezas clave del entramado de la inteligencia soviética. No en vano, eran auténticos héroes en su país y Karpov el máximo exponente de esa idolatría hacia el jugador de ajedrez. Su primera participación en el Ciudad de Linares se produjo solo tres años después de ganar Mundial de Baguio (Filipinas). Sin embargo, no levantaría la Cabria de Plata hasta 1994. Entre ese tiempo comenzó a fraguarse una de las mayores rivalidades de la historia del deporte con el que hoy es su buen amigo Garri Kasparov y de la que Linares ha sido testigo de excepción. "Se odiaban de la misma manera que se necesitaban", resume uno de los mayores expertos del deporte-ciencia en nuestro país, Leontxo García.
RIVALIDAD KARPOV VS KASPAROV
Kárpov (Zlatoust, 1951) era el ajedrecista del régimen soviético, el preferido de la clase política, mientras que Garri Kasparov (Bakú, 1963), de orígenes diversos, se posicionó en contra del statu quo del Politburó y se puso de parte de líderes partidarios del cambio político (La Perestroika) como Gorbachov o Yeltsin. La presencia de ambos en Linares suponía una revolución y ponía a la ciudad jiennense en el foco de atención mediática del mundo ajedrecístico. La curiosidad que despertaban sus duelos solo era comparable con el número de periodistas que se acreditaban en el torneo, procedentes de la Unión Soviética, Estados Unidos, Yugoslavia, Reino Unido, Hungría, Bélgica, Francia o España. Hasta el escritor y especialista en esta modalidad deportiva, Fernando Arrabal, figuró en una de esas delegaciones.
Las partidas iban más allá del juego, representaban La Perestroika contra el comunisno, occidente contra el este, el fin de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín. Eran también los años críticos de Santana Motor y el cierre de minas y fundiciones, por lo que Luis Rentero aprovechó la enorme expectación que ambos levantaban para popularizar el torneo y sacar el máximo rendimiento publicitario.
Al margen de la rivalidad, Kasparov fue el protegido de Rentero. Hizo que se sintiera a gusto en la ciudad, que hiciera suyo el torneo. En el fondo el empresario era consciente de que con el de 'Ogro de Bakú' en la lista de inscritos elevaba el Elo (sistema de puntuación) y, obviamente, la categoría de la edición, a pesar de las continuas polémicas que protagonizaba con el presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), el filipino Florencio Campomanes, con el que no ahorraba en descalificativos. Fue el gran dominador del Ciudad de Linares hasta su desaparición, con nueve Cabrias de Plata, una de ellas compartida con Veselin Topalov, en lo que supuso su última participación y su despedida del ajedrez profesional después de un reinado más de dos décadas.
"SIEMPRE LLEVARÉ A LINARES EN EL CORAZÓN"
Garri Kasparov anunció su retirada de los tableros el 10 de marzo de 2005 nada más perder frente a Topalov y ante una sala abarrotada de periodistas. "Quería despedirme en el mejor torneo del mundo, en el más maravilloso. Llevo viniendo 15 años y cuando paseaba estas noches con mi entrenador me venía la nostalgia. En los primeros años tenía el pelo muy negro", dijo con su particular ironía. "Linares es parte de mi vida y nada se compara a este torneo. Siempre lo llevaré en el corazón", sentenció poco antes de que el alcalde, Juan Fernández, le entregara su última Cabria de Plata. La conferencia de prensa fue muy emotiva. Con su madre, Clara Shagenovna, llorando a lágrima viva entre los periodistas, Kasparov culpó a la FIDE de su retirada: "Me siento toreado por esa gente, que me ha utilizado por razones publicitarias", comentó entonces.
El 'Ogro de Bakú', una fiera de la competición y uno de los mejores deportistas de la historia, se dedicó, a partir de ese momento, a escribir libros y a potenciar su faceta como activista político hasta convertirse en el azote de Vladimir Putin, por lo que fue detenido e ingresó en la cárcel en más de una ocasión. El pasado año, la leyenda del ajedrez regresó en el Torneo Rapid and Blitz, en San Luis, donde se vio superado por las nuevas generaciones.
Linares también vio nacer a muchas estrellas, una de ellas el noruego Magnus Carlsen —actual campeón del mundo—, apodado el "Mozart del ajedrez". El torneo encaraba su final cuando un niño de 16 años con el pelo alborotado sorprendía a propios y a extraños con su juego imaginativo y un talento innato. Un superdotado del ajedrez que pedía que lo trataran como a un chico normal. Disputó tres ediciones, las de 2007, 2008 y 2009, las dos últimas cuando la organización compartía sede con Morelia (Méjico) como medida para abaratar costes y poder mantener con vida la creación de Luis Rentero. Esta apuesta no fraguó y el último Ciudad de Linares se celebró del 12 al 25 de febrero de 2010, con tan solo seis grandes maestros en una liga a doble vuelta. Veselin Topalov, un jugador elegante y de los más queridos en la ciudad por su cercanía y simpatía, tuvo el honor de inscribir por última vez su nombre en la Cabria de Plata.
Para Francisco Fernández Albalate, la fórmula estaba agotaba. El torneo que llegó a pagar los mayores premios en metálico del firmamento ajedrecístico y contar con sus figuras más rutilantes no daba para más. "Todo el mundo se peleaba por un autógrafo de los jugadores hasta que comenzó a perder interés. Ya no era viable y había que buscar otras salidas. Reinventarnos", señala.
BOBBY FISCHER, UNA ESPINA CLAVADA
Bobby Fischer fue una espina clavada para Luis Rentero. Había conseguido granjearse la confianza de Kasparov, Karpov, Annand, Spaski, Ljubojević, quien se enamoró de una linarense y se quedó a vivir en la ciudad, Ivanchuk, Timman... pero nunca pudo convencer a Bobby Fischer, considerado, junto con Kasparov, el jugador más grande que ha dado este deporte.
El empresario lo intentó todo. Movió cielo y tierra. Los buscó, le pidió citas, viajó hasta Los Ángeles y negoció a través de terceras personas su reaparición en Linares. Fue imposible. Fischer prefirió regresar a los tableros, pero en la antigua Yugoslavia, en un duelo contra Borís Spaski en plena guerra de los Balcanes. Luis Rentero murió sin poder cumplir uno de sus mayores sueños ajedrecísticos.
CAPITAL NACIONAL DEL AJEDREZ
Sin el gran torneo internacional, Linares sigue siendo capital del ajedrez. La ciudad es escenario desde hace un lustro del Campeonato de España en sus todas categorías y también ha acogido el Iberoamericano y el Nacional de ciegos. Es decir, mantiene inoculada la pasión por el tablero, con la salvedad de que "antes se lo llevaban (dinero) y ahora lo dejan aquí", dice Francisco Fernández Albalate. "El Torneo Ciudad de Linares era, en cierto modo, el buque insignia, pero ahora se están recogiendo los frutos de aquella organización, que son beneficiosos y mantienen a la ciudad en la primera línea tanto a nivel nacional como internacional", añade, antes de advertir que llegará un momento en el que será necesario reinventarse otra vez.
Así, hasta el 28 de agosto, cerca de un millar de jugadores se miden en el Auditorio del Pósito en los nacionales de Segunda División por equipos; el Relámpago masculino y femenino, el Rápido de hombres y mujeres, los de División de Honor y Primera por clubes y el femenino, pertenecientes a equipos como el Solvay de Cantabria, el Escola D’Escacs de Barcelona, el Mérida Patrimonio de la Humanidad extremeño, el Beniaján de Valencia, el Jaime Casas de Monzón (Aragón), el Magic Extremadura y el Oromana de Sevilla, el Gros Xake Tadea del País Vasco, el Equigoma Casa Social Católica, el Real Oviedo, el Collado Villalba de Madrid, el Chess 24 Atocha también madrileño, entre otros.
Más allá de un pasado esplendoroso y de un futuro incierto, los linarenses siguen muy orgullosos de un deporte que les ha dado fama mundial.
Fotos: FEDE y Carlos Hugo García Morales
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