Infierno transportista en el Santo Reino
El repartidor Alberto Esteban Barranco pide a la ciudadanía comprensión para el sector; mañana habrá concentración en el Polígono de Los Olivares
“Repartir en esta ciudad se ha vuelto insoportable. No tenemos suficiente horario”. Quien afirma y condena es Alberto Esteban Barranco (Jaén, 1985), repartidor de la firma Confitería Barranco. Lleva un año de trabajo en la capital. ¿Resumen? El negocio se ha puesto muy difícil y no por los números, sino por los obstáculos físicos en las calles: “Apenas tenemos horario en el centro para las zonas de carga y descarga”, lamenta.
El síndrome de la segunda fila también lleva por la calle de la amargura a los transportistas y los preventistas. Llegar a una tienda y aparcar donde se puede, porque la zona reservada la ha invadido un turismo; departir con el dueño a la velocidad de los mensajes de WhatsApp; dejar la mercancía y salir rápido porque la multa puede caer. Así es el oficio, describe Esteban Barranco, en la capital del Santo Reino. Un infierno.
La otra escena es, por ejemplo, cargar con un paquete desde la calle Madre Soledad hasta la Carrera. “Lo hago porque pesa poco, pero en otros destinos es imposible”, subraya el Magdaleno, como lo conocen en Jaén.
LA CONCENTRACIÓN, EL UMBRAL DE UN COLECTIVO
Mañana habrá concentración a partir de las 20:00 horas en el Polígono de Los Olivares, calle Mancha Real. Aún se desconocen cuántos transportistas acudirán a una convocatoria que puede ser el principio de la formación de un colectivo. Los recientes cambios en el tráfico preocupan, y la peatonalización merece, según los profesionales, una reflexión.
No hay especial optimismo en cuanto al efecto que la cita tendrá en el Ayuntamiento, por más que el objetivo sea conseguir una reunión con el alcalde y con la Concejalía de Tráfico. El objetivo más realista, según Esteban Barranco, es que al menos la ciudadanía se solidarice. “Que sepan que estamos trabajando. No puede ser que encima tengamos broncas cada día”, razona.
Los transportistas reivindican que son un soporte económico para Jaén, que pagan impuestos y no tienen las preferencias de otros colegas del volante, como los taxistas. La ciudad se ha vuelto “difícil” para quienes como El Magdaleno se ganan el pan con una furgoneta Fíat Scudo. Cada mañana, cada tarde, un quilombo por sortear.
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