De Venezuela a Orcera en busca de una oportunidad definitiva
Los Rodríguez Palacios, que llegaron al municipio serrano huyendo de la delicada situación de su país, piden trabajo para tener una vida digna en España
"Un montón de frustraciones convertidas de repente en sueños y en ilusiones". Lo canta el argentino Coti y les viene que ni pintado a los Rodríguez Palacios, un matrimonio venezolano que hace un año encontró en Orcera un destino, a priori, idóneo para reorganizar su vida, destartalada por la delicada situación que atraviesa su país de origen.
"Empezamos a vivir diferentes problemas por el hecho de que la política, obviamente, afectó a todo, desde los servicios más básicos hasta la alimentación; todo era muy problemático para vivir", explica María Alejandra Palacios Madrid a Lacontradejaén, y apostilla:
"Se levantó también una ola de muchos robos, terribles, no había nadie que no tuviera algún suceso de robo de cartera o así; todos los dias se escuchaban robos. Nosotros no estábamos tan afectados hasta que nos pasó".
Con tres hijos y todas las ganas del mundo de salir adelante rodeados de dignidad, dejaron atrás la que habías ido una existencia estable, casa, coche y trabajo y, de la noche a la mañana, se convirtieron en inmigrantes en Panamá (tierra natal de la familia paterna). Era 2015 y pensaban que allí podrían encontrar un camino más propicio. Pero...
"Empecé a pensar en irnos, porque no aguantábamos estar allí; uno de mis hijos, que ahora está en Barcelona, estudiaba Fisioterapia pero, después de graduarse, era imposible ejercer porque solo podían hacerlo los panameños, como otras muchas profesiones. Para ello tienen que renunciar a su nacionalidad. Total, que no queríamos eso y le dije a mi esposo que no quería limitar a mis hijos así; esto y otras cosas hicieron que quisiera irme de Panamá, vendimos todo lo que habíamos comprado y nos marchamos a España".
Titulada en Educación Inicial María Alejandra (el equivalente a jardín de infancia, más o menos, aquí) y todo un crack de la informática su marido, Róberit Rodríguez Pérez, no encontraron ofertas en sus ámbitos profesionales una vez que pisaron tierra española y, convencidos de que era mejor apostar por un pueblo que por una gran ciudad, buscaron y buscaron vía internet una vivienda de alquiler asequible, que hallaron en el municipio orcereño:
"La gente quiere llegar a Madrid o Barcelona, pero vi que eso era costoso y que sin documentos sería un problema conseguir empleo", justifica María Alejandra.
Nada más llegar sintieron el alivio de encontrarse en un lugar más seguro que los países por los que habían pasado, que no es poco: "Me pareció todo mucho más bonito y más organizado, Venezuela tiene espacios bien lindos, ellezas naturales, pero esto está mucho más organizado, las leyes se cumplen y siento algo que falla en mi país, y es que la palabra de una persona aquí todavía vale". ¿
De todo habrá, pero ella lo dice por algo: "Lo vi con el muchacho que ahora es nuestro casero, Manuel; otra familia le habló de arrendar el apartamento, pero como él me lo había ofrecido primero a mí me lo guardó".
ANSIOSOS POR PODER TRABAJAR
El hijo mayor vive en Lugo, casado y padre; el segundo, como ya se ha dicho, en tierras catalanas y el tercero, con ellos en Orcera, recién graduado ESO y totalmente integrado en el pueblo. Y eso que no todo es coser y cantar.
"Orcera nos gusta muchísimo, pero hay un conflicto, porque el empleo es muy limitado y el transporte yo creí que ibamos a tener más horas de poder ir a otros pueblos, y no es así", aduce Palacios. Si a ello se le suma que aún andas en trámites de poder homologar el permiso de conducir de Róberit y que, en consecuencia, no disponen de coche, las limitaciones se multiplican a la hora de buscar empleo.
Empleo, sí, un puesto digno, dentro del marco de la normativa y con todas las de la Ley, porque hasta ahora (y agradecidos) lo único que han podido hacer es currar en el sector del cuidado de mayores, sin contrato:
"Yo tenía un empleo como interna, pero no tenía vida, solo un día libre, y es complicado; no podía buscar trabajo, así que en agosto dije que quería iniciar una búsqueda de trabajo. Y mi esposo cuidaba a un señor mayor, por las noches, pero ha fallecido recientemente".
Con estos mimbres, su mensaje es diáfano, transparente: "Queremos trabajar". No persiguen ayudas, no las desprecian pero no es lo que buscan; se ofrecen en sus respectivos sectores y están dispuestos, además, a trabajar en hoteles o restaurantes..., lo que sea pero con papeles en regla.
Si lo hallaran, miel sobre hojuelas, porque tienen de Orcera y su comarca el más alto de los conceptos posibles, a cuenta del trato que han recibido desde que pisaron el paraíso interior:
"Desde que llegamos, la gente ha sido súper receptiva. Vino un amigo de nosotros desde Almería, en verano, y nos dijeron que les sorprendía cómo es la gente aquí, que en otros sitios la gente va muy a lo suyo. Nos han ayudado muchísimo, estoy sorprendida, si nos saliera trabajo por aquí nos quedariamos, encantados", sentencia.
Encantados, sorprendidos... Y agradecidos, que es de bien nacidos.
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