Cambil saca pecho de su 'ejército' contra el coronavirus

El Ayuntamiento homenajea al grupo de unos cuarenta voluntarios que, desde que empezó el confinamiento, desinfectaron las calles en beneficio de sus vecinos

Dicen que eso de que una imagen vale más que mil palabras viene de los chinos; un topicazo se mire por donde se mire pero, eso sí, a ver quién lo supera a la hora de mostrar lo que sílaba a sílaba no hay forma y, en pantalla, saca la lagrimilla hasta al más curtido.

En Cambil lo saben bien, llevan homenajeando a sus héroes locales desde que el confinamiento empezó a relajarse y cada vez que se ponen a escribir discursos de gratitud terminan con un "¡gracias!" más grande que el farallón que le da al pueblo ese perfil inconfundible, sobrecogedor, único.

Mujeres que lo mismo cosían mascarillas que batas, miembros de Protección Civil; los peques, pacientes hasta el extremo para que la cuarentena salvase su patria chica de todo el llanto posible... Ha habido también quienes se han batido el cobre a pie de calle para que a sus paisanos no les rozara el virus ni de lejos, a fuerza de desinfectar día a día hasta dejar el mapa urbano cambileño para comer sobre su asfalto sin riesgo de contagiarse. Y como es de bien nacidos ser agradecidos, el municipio no se cansa de decirlo: "¡Gracias, gracias y gracias!".

Precisamente, los voluntarios que se han encargado de higienizar Cambil, pistola en mano, son los protagonistas de un vídeo en el que queda más que clara la importancia de su trabajo desinteresado, unas imágenes musicalizadas con las que estos héroes cotidianos reciben el aplauso caluroso de todos los sectores de su patria chica:

"No sabíamos nada. Estábamos fumigando y nos dijeron que nos quedáramos un poco para preparar lo del día siguiente. Fue en el Punto de encuentro, en el gimnasio que hay allí al lado. De pronto aparecieron los miembros de Protección Civil, comenzaron a darnos aplausos, nos pusieron el vídeo y el alcalde [Camilo Torres] nos dirigió unas palabras", recuerda Ramón García Portillo, "el primero" de los vecinos que se ofreció a desinfectar todo lo desinfectable:

"Con mi hermano y un amigo se lo propusimos al alcalde, nos dijeron que sí y a raíz de unos vídeos que pusimos en Facebook se apuntaron unos cuarenta voluntarios más, con el maestro de obras también y el propio alcalde, que también ha participado en las desinfecciones", celebra García. Cogió su "cuba de fumigar olivos" y su coche y, casi sin darse cuenta, erigieron un monumento a la fraternidad en el momento en el que más falta le hacía a su tierra. 

Gente sencilla que a la hora de arrimar el hombro, lo tiene claro: "Si esto volviera a pasar alguna vez, ojalá que no, volveríamos a hacerlos todos sin dudarlo ni un minuto", concluye Ramón García con unas palabras que, ahora sí, valen más que mil imágenes.